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La conferencia socialista sobre la regeneración democrática generó una gran expectativa mediática
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La conferencia socialista sobre la regeneración democrática generó una gran expectativa mediática (Foto: Eva Jiménez)

Democracia zombi, democracia Go!

L'Hospitaleando de la semana - Por Eva Jiménez

Por Eva Jiménez Gómez
lunes 25 de julio de 2016, 11:20h
Esta semana he avistado zombis. Los más llamativos, los que se han paseado por las calles del centro de L’Hospitalet durante la madrugada del sábado para participar en un juego de pistas que emulaba una película del género. Cuánta alegría y cuántas ganas de diversión se intuían bajo el maquillaje y los harapos en la Survival Zombi de L’Hospitalet.

La concejalía de Deportes y Juventud se ha sumado a la moda de los muertos vivientes o zombis que la Real Academia Española define como personas que se suponen muertas y reanimadas por arte de brujería con el fin de dominar su voluntad; y, en su segunda acepción, como atontados, que se comportan como unos autómatas. Nada que objetar mientras se ofrezca a los jóvenes propuestas de entretenimiento saludable y mientras nos movamos en el campo de la creatividad y la ficción.

El problema viene cuando nos encontramos con palabras o imágenes zombis en ámbitos tan importantes como la política o la economía, es decir, expresiones aparentemente vivas y significativas, pero que en realidad se hallan muertas y vacías de contenido.

Estoy pensando, por ejemplo, en la conferencia organizada por el Partit dels Socialistes de Catalunya sobre “Regeneración democrática: nuevas formas de hacer política” celebrada el pasado viernes en La Farga. El acto fue presentado por el primer secretario del PSC, Miguel Iceta, y contó con las intervenciones, por este orden, de la alcaldesa anfitriona, Núria Marín, la primera edil de Santa Coloma de Gramanet, Núria Parlón, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, el magistrado Juan Carlos Campos Moreno y el sociólogo Ignacio Urquizu Sancho, estos últimos también diputados en el Congreso.

Sin entrar ahora en el debate de si la conferencia quería abordar realmente este tema o simplemente tantear nuevos liderazgos y equipos tanto en el PSOE como en el PSC, sobre lo que ya se ha especulado bastante, da mucho qué pensar que los políticos veteranos coparan casi todo el acto; y los supuestos expertos, unos minutos escasos.

También resulta sorprendente que todo el mundo coincida en que hace falta una regeneración democrática, pero que muy pocos aporten propuestas concretas, más allá de criticar la corrupción en partidos ajenos. Eso sí, que no falten las expresiones de moda, esas palabras zombi con mucho pellejo y poca chicha que desactivan nuestra capacidad crítica como por arte de brujería.

Estamos hablando, cómo no, de participación y transparencia. Las sacó a colación la primera ponente, Núria Marín, y no dejaron de escucharse de una u otra forma a lo largo de todo el acto, si bien de manera vaga y etérea, como esos ropajes que cubren a los muertos vivientes, que sugieren más que muestran los cuerpos putrefactos.

Ahora bien, no es lo mismo decir que “no se puede obligar a nadie a participar”, como expuso la alcaldesa de L’Hospitalet, que afirmar que “la ciudadanía ya no se conforma con votar cada cuatro años. La gente quiere ser corresponsable”, como sostuvo su homóloga de Santa Coloma.

Y da mucho brillo exclamar que “no hay mayor lejía que abrir las puertas”, como apuntó la presidenta de Andalucía en un discurso bien fundamentado y muy cercano, a pesar de que luego el magistrado Juan Carlos Moreno, menos experto en conferencias-mítines, matizó que “la transparencia absoluta es imposible” y puede que indeseable: “No se puede conocer todo de todos”.

Otras expresiones a las que ya nos hemos acostumbrado y que revelan el grado de podredumbre del sistema son esas proclamas tipo “hay que hacer autocrítica”, “hay que poner la política por delante de la economía”, “hay que recuperar las instituciones”, bla, bla, bla…

Los últimos en tomar la palabra fueron los primeros en facilitar propuestas concretas. Moreno sugirió realizar una auditoría –cuidado con la palabreja, en proceso de descomposición tras la crisis financiera- para conocer el estado de nuestras instituciones y garantizar que los nombramientos se realizan en función de los méritos y la capacidad.

El sociólogo Ignacio Urquizu, por su parte, concluyó el acto con cuatro ideas para resucitar nuestra maltrecha democracia. La primera, renovar los mecanismos institucionales tradicionales. Es decir, menos platós de televisión y más facilidades para agilizar el debate parlamentario y dar cabida a propuestas creativas. La segunda, recuperar los proyectos políticos. Dicho de otro modo, más ideas y menos personalismos. La tercera, aumentar el nivel del debate público con ideas relevantes, rigurosas y profundas. Y la cuarta, volver a conectar con la sociedad, que cada día está más informada, más formada y reclama más horizontalidad.

Esto es lo que dio de sí la conferencia sobre el tema de la convocatoria, ya que el resto del tiempo se esfumó en otros temas que darían para tres crónicas más, la identidad del socialismo y la socialdemocracia, las relaciones entre PSOE-PSC y la relación Catalunya-España principalmente, por lo que todo induce a pensar que de lo que menos interesaba era hablar de la regeneración democrática, a pesar de su supuesta importancia.

Discursos vacíos, fotos llenas

Algo parecido ha podido ocurrir con el Acuerdo social para la promoción del Acuerdo Interprofesional de Catalunya firmado el pasado lunes por los representantes de las organizaciones empresariales y sindicales y que, por cierto, sacó a colación la alcaldesa en su discurso del viernes como muestra de una “nueva forma de gobernar” y, de este modo, demostrar que el suyo también puede ser calificado como un “ayuntamiento del cambio”.

Yo no entro a valorar tamaña apreciación, signifique esta lo que signifique, pero el ejemplo no parece el más acertado, pues en este caso la administración local se ha limitado a acoger y respaldar algo acordado exclusivamente por los protagonistas, patronal y sindicatos.

En la firma de documento estuvieron presentes, además de la primera edil, el presidente de Foment del Treball, Joaquim Gay de Montellà, la presidenta de Fepime, M. Helena de Felipe, la directora general de AEBALL, Maria Rosa Fiol, el vicepresidente primero de AEBALL, Santiago Ballesté, el secretario general de CCOO de Catalunya, Joan Carles Gallego, la coordinadora de CCOO de L’Hospitalet, Asun Romero, el secretario general de la UGT de Catalunya, Camil Ros, y el secretario territorial de UGT de Catalunya, Joan Ramon Barrachina.

¿Y qué es eso tan importante que requiere del encuentro de tan relevantes personalidades del mundo económico-laboral? Pues el compromiso de dar a conocer el cuarto Acuerdo Interprofesional de ámbito catalán firmado el 27 de noviembre de 2015. O sea, lo que ha de hacerse en todo el territorio catalán, pero sin foto.

Que no se me interprete mal. Me parece estupendo que los agentes sociales locales y catalanes mantengan una buena relación y lleguen a acuerdos. Ahora bien, también se ha de reconocer que el documento se halla redactado de forma lo suficientemente genérica como para que cada uno siga haciendo lo que mejor le parezca: realizar seminarios y debates que permitan explicar a sus respectivos asociados/afiliados la importancia de solucionar las diferencias entre empresarios y empleados ante el Tribunal Laboral de Catalunya, promover modelos de gestión “sostenibles” y una cultura de la Responsabilidad Social Corporativa, establecer medidas para la igualdad entre hombres y mujeres, reconocer la importancia de la “flexibilidad” para conseguir empresas “competitivas y viables”, mejorar la seguridad en los desplazamientos laborales, defender un marco legislativo estable o fomentar la formación, entre otras medidas.

Es cierto que también se contempla la creación de una comisión de coordinación del pacto, con la finalidad de atender, “siempre que sea posible y desde la instancia local”, la aplicación de los acuerdos de l’AIC que tengan un sustrato especialmente local, pero tampoco se puede negar que llega tarde. Si tenemos en cuenta que todo se paraliza en verano y que la vigencia del documento finaliza en noviembre de 2017, las posibilidades de implementar medidas efectivas se reduce muy considerablemente.

A la búsqueda de nuevos modelos de participación y debate

Esta semana también hemos sabido que la plataforma No més blocs. Salvem L’Hospitalet ha decidido organizar un debate entre partidos políticos, entidades y vecinos, para dar a conocer el Plan Director Urbanístico (PDU) Gran Vía – Llobregat que se ha aprobado recientemente y estimular un diálogo colectivo para debatir si este Plan es lo que necesita L’Hospitalet o no.

Si es cierto lo que dijo la alcaldesa en su discurso sobre la participación, esto es, que no hay que tener miedo a debatir sobre el “cómo, por qué y para qué de un proyecto”, porque lo mejor es tomar las decisiones “acompañados” en lugar de “solos”, entonces la iniciativa será recibida con agrado.

Es cierto que gobierno municipal e integrantes de la plataforma comparten diferentes visiones sobre la participación, pero ahí reside precisamente el reto, para ambos: dejar de utilizar la participación como esa palabra zombi que cada uno rellena con lo que quiere y comenzar a dotarla de vida. Porque el Ayuntamiento ha reconocido las limitaciones de los Consejos de Distrito, ahora reanimados con el proyecto de L’Hospitalet on de los barrios; y porque la plataforma no ha conseguido involucrar a toda la ciudad en su modelo de proceso participativo, a pesar de sus esfuerzos.

Para qué engañarnos, nunca me han gustado los zombis ni los autómatas, así que tendré que buscarme otro juego. Ahora se ha puesto de moda el Pokémon Go. Tal vez debiera darle una oportunidad, antes de juzgar. Al fin y al cabo, en esto reside la democracia. Escuchar al que opina diferente a ti, escucharle de tal manera que puedas comprender por qué piensa así y entender que tú también podrías llegar a discurrir de ese modo en otras circunstancias. Iniciemos otro discurso, iniciemos otro juego, reiniciémonos de nuevo: ¡Vamos democracia, democracia Go!

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