www.elllobregat.com
La Lluna en un Cove, el secreto gastronómico de El Prat

La Lluna en un Cove, el secreto gastronómico de El Prat

miércoles 01 de febrero de 2017, 22:46h
Un gran filósofo cuyo nombre se parece un poco al mío escribió que el hecho de que la vida carezca de todo sentido no significa que no valga la pena vivirla.

Estoy de acuerdo solo en parte, pues si afirmamos que vale la pena vivirla estamos dotando ya de cierto sentido o finalidad al hecho de vivir. Vivir es el gran misterio, al fin y al cabo sólo hay una pregunta de verdad, por qué existe algo y no más bien nada que, a priori, parecería lo más lógico.

Vaya, lo siento, sin quererlo se me escapa el existencialista que llevo dentro y sobre todo, al parlanchín que no da tregua al silencio… Perdonen, ésta es una crónica gastronómica y he empezado de una extraña manera para el uso estilístico de una sección de este tipo. Pero es que, cuando conducía hacía ese secreto celosamente guardado en el centro de El Prat que es el restaurante ‘La Lluna en un Cove’, pensaba que estaba a punto de pasar uno de esos ratos que hacen que uno piense que la vida tiene un total y pleno sentido.

Estaba a punto de cenar con mis amigos Sócrates Martínez y Tintín Pérez, y hacerlo además disfrutando de las excelencias gastronómicas de ‘La Lluna en un Cove’. Cometiendo lo que los modernos llaman ahora un “spoiler” les adelanto el final, tanto la conversación como el yantar consiguieron superar mis expectativas.

Curiosamente, la primera impresión del restaurante no fue la mejor, la decoración del mismo resulta discutible, a medio camino entre la modernidad minimalista y el estilismo cutre de restaurante de menú económico. Sin duda ésa es una faceta que ha de mejorar. Ya sentados, y mientras Sócrates, cómo no, me bombardeaba a preguntas y Tintín nos llenaba el whatsapp con fotos de su incesante labor reportera, la cosa empezó a mejorar, ¡estaba entre amigos! Uno más se unió al grupo, pues es así como considero, desde ese día a Rosa Farrés, la chef y alma mater de ‘La Lluna en un Cove’. No somos un grupo fácil, tendemos a la rebeldía y desde luego, nos cuesta mucho escuchar en lugar de hablar. Pero la dulzura de Rosa y su paciencia a la hora de aconsejarnos consiguió vencernos, hasta el punto de que finalmente, dejamos en sus manos la elección del menú, lo que desde luego fue la mejor decisión que tomamos esa noche.

El triunfo del ‘pota blava’
Abrimos boca con un caldito templado con crujiente de jamón, muy bueno, pero para mi gusto un tanto frío. Después, las croquetas de pollo y sobre todo las de alcachofa empezaron a subir el nivel gastronómico de la velada, luego vendría lo que para mí resultó la estrella de la noche: un canelón relleno de pollo “pota blava” y setas con una bechamel de trufa… ¡espectacular! Seguimos con un tataki de atún. A esas alturas de la cena, estábamos ya absorbidos por una de nuestras habituales discusiones al respecto de si es posible la ética en política, y me temo que lo hacíamos en un tono tan alto que hacíamos partícipes de la misma al resto de comensales del local…

Pero la cosa aún no había terminado, pues todavía nos esperaban dos nuevas maravillas, unas vieiras sobre crema de espárragos y un pulpo con parmentier de patata. Como la conversación no declinaba, en una temeridad imperdonable para el estado de nuestras arterias, nos decidimos a probar postres.

Compartimos tiramisú, higos confitados con queso de cabra y pequeños trocitos de pan con aceite sal y chocolate. A destacar el tiramisú, una apuesta siempre arriesgada en un restaurante de nivel, pues ante un postre tan popular el peligro de resultar monótono está siempre presente. La chef Rosa superó el trance con nota.

Salimos del restaurante sin habernos puesto de acuerdo en nada, pero felices y satisfechos. Creo que fue Aristóteles el que afirmó que todo exceso provoca dolor, desde luego nuestra cena en ‘La Lluna en un Cove’ fue excesiva, pero desmintiendo al gran filósofo, sólo nos produjo placer. III

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(1)

+
0 comentarios