Se trata de un problema común para la vía pública de muchos municipios: el orín de los perros. Además del mal olor, deterioran de una manera muy importante el material: bajos de farolas, papeleras, patas de bancos, buzones de Correos... Esto ha llevado a que grandes ciudades como, por ejemplo, Mataró introdujera en sus ordenanzas sanciones a los usuarios que no vertieran agua sobre el pis de su mascota.
En el lado opuesto a la vía restrictiva y sancionadora, encontramos en El Prat una nueva estrategia que, de tener éxito, se extenderá a toda la ciudad. El Ayuntamiento ha colocado en la plaza de l’Estany de Sant Maurici una especie de ‘Tótem’ con el objetivo de concentrar en un punto todas las micciones de los canes. Lo curioso del aparato es que, además, es un dispensador de golosinas, de manera que cuando el animal hace sus necesidades recibe un premio a su buena acción, con lo que, poco a poco, querrá repetir su experiencia. Se trata del también llamado E-Can y que ya ha sido instalado en otras ciudades del Baix como L'Hospitalet, Sant Boi o Molins de Rei.
El gobierno local calcula que el ‘Tótem’, que funciona de manera autónoma con placas solares, concentrará unas 500 visitas de media al mes. El proyecto, que nace como prueba piloto tras el proceso de participación ciudadana sobre residuos y limpieza, en el que fue el tema que más quejas obtuvo, tiene como objetivo reducir y evitar las manchas habituales en el pavimento y mobiliario urbano y, de esta manera, reducir costes de las tareas de mantenimiento.