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Baños populares

Por Lluis M Estruch
jueves 01 de marzo de 2018, 13:09h
La sarna y el tifus en 2018 han reaparecido en algunos hospitales, colegios y geriátricos y se dan diversas razones: menos gasto en limpieza y los colectivos foráneos.

En 1914, una epidemia de tifus en Barcelona dejó el suministro de agua en manos privadas; en 1936 fue colectivizada por sus trabajadores (aumentando el suministro hasta 10.000 m3); en 1939, la propiedad se recuperó y, como agradecimiento, la Residencia de Oficiales fue donada por el banquero Garí; en la postguerra, en un período de fuerte inmigración y escasa vivienda, rebrotó la sarna, el tifus y otras enfermedades contagiosas, por ello, las autoridades (Correa Veglison) presionaron a Aguas de Barcelona para que creará una sociedad de baños y así nació, en 1945, ‘Baños Populares SA’, en la Travesera de Gracia, 218 junto al Club Natació de Catalunya, su inquilino.

Allí, durante años, funcionó esta empresa cubriendo este déficit sanitario, cuando muchos se daban baños semanales en un barreño a lo sumo. Fue un mutuo favor político que la empresa tildó de “filantrópico” de Obra social en su día.

Dado su rápido éxito y a pesar de la competencia de otros establecimientos, la Cía. de Aguas se animó a incorporarle más tarde (1958) una red de “campings” costeros, en el inicio del turismo de masas: Gavá (hoy para empleados), Viladecans y L’Escala. Después -hasta 12- los extendió por España.

La mejoría general de condiciones de vida llevó al cierre, en 1970, de los “Baños Populares” y su conversión posterior en la popular discoteca “Trocadero” con numeroso público interclasista y radio en directo.

La gestión privada de un bien público obliga al gestor a mantener una calculada disponibilidad hacia el poder político-judicial, el cual en ocasiones premia y castiga hasta con la cárcel en algún caso (Bertán de Caralt). La otra cara sería D. Mariano Calviño de Sabucedo -falangista de 1ª hora-, como paradigma de esta mixtura de empresario-político bien conectado con el poder que facilita las tarifas, permisos y ahuyenta competidores.

Hoy, la ciudad de Barcelona paga el agua más cara de España -después de Murcia- y se esta produciendo una situación compleja y grave por el impago creciente del recibo del agua, el cual se prevé aumentar: un 11,8%.

AGBAR suministra el agua a 3 millones de personas y forzada por las autoridades ha creado -la tarifa social bonificada- que simplemente reconoce un hecho: que hay cada vez más familias “hidrovulnerables”; AGBAR tiene su mala experiencia de Buenos Aires donde el fenómeno es crónico.

Ya hubo una larga “guerra del agua” (1992-2002) por la carestía del recibo, con buen seguimiento de los consumidores. En 2012 hubo un reintento de protesta civil por entidades: “Aigua es vida”, la FAVB y otros. Los procesos judiciales posteriores de AGBAR, ACCIONA y de ambas entre sí mantienen a muchos en un compás de espera.

Ahora muchos Ayuntamientos quieren remunicipalizar sus servicios de aguas (Berlín, París, Londres…), hay grupos de expertos (Arrojo, Badía…) que argumentan su conveniencia, también la AMAP-Plataforma de municipios (Prat, Tarrasa, Mataró…) que nos demuestra la baratura de su modelo de gestión, también el hecho de que AGBAR-Suez sea una multinacional francesa, le da un perfil ingrato que sus campañas de imagen no logran dulcificar.

Así un largo pleito: iniciado por David M. vecino de la Trinitat Vella y padre de familia numerosa requerido a pagar un recibo de 4.986 euros dio un giro inesperado cuando el reclamante logró evidenciar la no existencia de contrato ni adjudicación de servicio entre AGBAR y la ciudad de Barcelona. Tras la sentencia ha habido recursos… y parece que en la constitución de la EMA mixta entre AGBAR (Suez y Criteria.) y 23 ayuntamientos también hay un problema constitutivo por la falta de concurso público.

Se está a la espera del Supremo, que dicte sentencia final e inapelable. La actual casta tecno-burocrática y política profesional está expectante y con el ánimo encogido. La sentencia podría suponer una autocrítica necesaria a este proceder ambiguo con los concesionarios de un monopolio natural: el agua. También cuestionaría las llamadas “puertas giratorias” entre élites de poder. La anécdota de los Baños Populares es una pequeña prueba de las dependencias mutuas interesadas que se han producido a lo largo de 180 años en la ciudad de los prodigios, también hidráulicos de Barcelona.

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