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Maestro: “A Cervelló le faltaba de todo cuando llegué a la alcaldía en 1999”
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Maestro: “A Cervelló le faltaba de todo cuando llegué a la alcaldía en 1999”

viernes 01 de junio de 2018, 05:50h
"Fue un error dividir la variante en dos fases, debería haberse hecho toda a la vez. Aquello significó un retraso de 15 años" | "El gran reto local es adecuar el espacio público por donde pasó tantos años la carretera N-340 y que ahora es la calle Mayor"

Angelino Maestro Martínez nació en Povedilla (Albacete) en 1946. Con 14 años aterrizó a L’Hospitalet para trabajar en un taller de lámparas y al año siguiente se trasladó a Vallirana con su hermano mayor porque encontró empleo en la fábrica de cemento. Con 24 años se compró un piso para casarse, que es lo que se hacía en la época, y se mudó a Cervelló, un pueblo del que se declara “un entusiasta y un enamorado”. Tanto, que confiesa sin reparos que este municipio es el que puede ofrecer a los ciudadanos mayor calidad de vida en toda la comarca “si no destrozamos la naturaleza”. Fue alcalde entre 1999 y 2011 después de ganar las elecciones municipales encabezando la candidatura del PSC, aunque la Wikipedia en catalán dice que es del PSOE, un partido que no existe en Cataluña. Retirado de la vida política desde que se jubiló a los 65 años, Maestro acepta encantado la petición de EL LLOBREGAT tras preguntarse si su trayectoria política en esta población del norte de la comarca justifica la entrevista.

¿Qué recuerdos le quedan de sus 12 años al frente de la alcaldía de Cervelló?
Los recuerdos son muy positivos, porque después de cuatro años de estar en la oposición entré de alcalde. Cervelló era un pueblo en el que no se habían desarrollado los equipamientos ni los servicios. Hicimos un equipo de gobierno entre el PSC y Units per Cervelló con mucha ilusión y a la vista está cómo se ha desarrollado el pueblo. Como dicen algunos vecinos, hemos puesto el pueblo en el mapa de la comarca.

¿Qué le faltaba a Cervelló cuando llega a la alcaldía en 1999?
Prácticamente de todo y por eso empezamos a hacer el proyecto de actuación. Primero con la piscina cubierta, después la biblioteca y más tarde, el pabellón. Hicimos las gestiones con el departamento de Sanidad para construir un nuevo centro de salud y ampliamos la carretera al castillo y la iglesia de Santa Maria. Era muy estrecha, hubo un accidente cuando yo estaba en la oposición y aquello me quedó muy grabado para solucionar el tema si algún era alcalde. Y a través de la Diputación de Barcelona hicimos el paseo de Santa Maria, que fue muy positivo para acceder a la naturaleza y a las urbanizaciones.

¿Y ahora qué queda por hacer en Cervelló?
Después de recuperar la calle Mayor, con la construcción de la famosa variante hace 12 o 13 años, que hasta entonces siempre había sido la carretera Nacional 340, el gran reto de los actuales gobernantes sería adecuar ese espacio público.

La variante que aún está por acabar en el tramo de Vallirana ha sido seguramente una de las obras públicas de Catalunya que más retraso ha sufrido, a la par con la N-II en Girona. ¿Cómo se explica?
No hubo entendimiento entre el Ayuntamiento de Vallirana y el ministerio. Las reivindicaciones de la variante empezaron en la época de José Borrell [1993] y en ese proceso conocí a varios ministros. Cuando estábamos negociando el proyecto, Vallirana reivindicó que se construyera el túnel que finalmente se ha acabado haciendo y que ya está casi acabado, pero el ministerio no accedió porque había una antigua mina de plomo en la zona ya abandonada y se hizo un estudio de impacto ambiental por las consecuencias que pudiera haber. Pero a la vista está que no había ningún problema. El caso es que, en un momento de flaqueza, se decidió hacer la variante en dos fases, la de Cervelló y la de Vallirana, y yo creo que eso fue un error porque la variante se debería haber hecho toda a la vez. Aquello significó un retraso de 15 años. Ahora está casi acabada y se podría inaugurar en unos meses.

¿El comercio de Cervelló se resintió por la variante al dejar de pasar tantos vehículos por el centro del pueblo?
Sí se resintió, pero no por la carretera, sino por las grandes superficies. A la salida de Cervelló, en dirección a Vallirana, pusieron un Mercadona que está afectando al comercio local porque con los aparcamientos que tienen se están llevando a ese cliente que va a cargar el coche.

La Palma de Cervelló ha mantenido históricamente una relación intermitente con Cervelló. Dese mediados del siglo XIX se han producido dos agregaciones y otras dos segregaciones, la última en el año 1998. ¿Qué piensa de esta decisión y de sus consecuencias?
Para Cervelló fue un acierto la segregación de La Palma y la prueba es el gran desarrollo que se ha producido desde entonces. Era una población de casi tres mil habitantes que tenían una gran fuerza en el Ayuntamiento y que a través de sus concejales lograban siempre muchas inversiones. Yo discutí hasta la saciedad cuando estaba en la oposición que eso no era razonable y la prueba es que el primer pabellón cubierto se hizo en La Palma, que entonces tenía más de dos mil habitantes, y no en Cervelló, que por aquella época tendría más de siete mil. Eso no era lógico.

Está diciendo, por tanto, que lo mejor que le ha podido pasar a Cervelló és que La Palma se haya segregado.
A nivel de gestión municipal es indudable. A nivel económico hemos tenido que soportar la deuda generada por La Palma. Cuando se hizo la segregación se desplazó el 69% de los funcionarios y en Cervelló solo se quedó el 31%, lo recuerdo perfectamente. Ya ha habido sentencias que obligan a La Palma a devolver la deuda que les toca, pero siempre argumentan que no tienen dinero y creo que aún no han pagado. No es razonable que después de veinte años de la segregación aún esté pendiente el pago de la deuda.

Como municipio situado al norte de la comarca, ¿se han sentido en algún momento abandonados alguna institución?
No. En los casi 18 años que estuve en el Ayuntamiento, entre la alcaldía y la oposición siempre me sentí apoyado. La reivindicación constante de todo ese tiempo siempre fue el transporte público, y poco a poco ha ido mejorando, hasta el punto de que ahora ya hay una comunicación muy regular y satisfactoria entre Barcelona y Vallirana. Ese fue siempre nuestro caballo de batalla.

Antes hablaba de que el gran reto urbanístico de Cervelló era recuperar para los vecinos lo que fue la antigua carretera de la N-340, que es la calle Mayor. Si pudiera, ¿qué otro deseo pediría para el municipio?
Creo que los ciudadanos de Cervelló están cada vez más mentalizados de la importancia del entorno y del medio ambiente. Los veranos son muy secos y hay un gran peligro de incendios. Ahí es donde tenemos que intentar prevenir que eso no pase.

A diferencia de otros municipios, en Cervelló, se ha producido una alternancia de partidos en la alcaldía y en el cartapacio desde el inicio de la democracia, un fenómeno que no se da en grandes poblaciones, como L’Hospitalet, Sant Boi o Esplugues. ¿Cómo explica ese fenómeno?
Cuando yo entré en el Ayuntamiento en 1995 el PSC se acababa de constituir. Hasta entonces solo habían existido grupos independientes y Convergència, que tenía el monopolio del poder. Al aparecer el PSC eso cambió. Primero estuvimos cuatro años en la oposición y conquistamos la alcaldía en 1999. A la vista está que hemos estado 12 años gobernando y que volvimos a ganar las elecciones en 2011 con una diferencia sustancial de más de 300 votos.

Pero no revalidó la alcaldía, pese a ese resultado, sino que CiU recuperó de la mano de Jesús Arévalo una alcaldía que ya tuvo entre 1987 y 1999 con Josep Lluís Morant.
Sí, porque en 2011 se juntaron todos los grupos y me liquidaron como alcalde. Han estado cuatro años y el PSC volvió a la alcaldía en 2015 con José Ignacio Aparicio. Yo estuve unos meses como concejal, pero en noviembre 2011 me retiré automáticamente al cumplir los 65 años. Dejé el cargo de concejal y me fui a mis labores.

¿Qué piensa de la polémica sobre las señales de tráfico bilingües que ha colocado el ayuntamiento, pese a que el PSC no avala esa medida?
Creo que se le da más importancia de la que está teniendo en realidad. Ese tema nunca ha generado ninguna polémica, ni ha afectado a la convivencia. Las señales siempre fueron en catalán, pero ahora lo está pidiendo otro grupo que no es el PSC [en referencia a Ciudadanos]. En la situación en la que estamos se le dan mucha importancia a las pequeñas cosas.

El Ayuntamiento de Cervelló multó el pasado enero a cinco vecinos con 400 euros por colocar lazos amarillos en la vía pública. Más allá de eso y teniendo en cuenta que se trata de un pueblo en el que casi todo el mundo se conoce, ¿cree que el proceso independentista ha afectado a la convivencia y la cohesión social?
Algo ha afectado, eso no hace falta más que verlo en la calle o en el casal d’avis. No hay conflictos, pero se percibe una cierta tensión de no querer hablar de ese tema. Se nota un poco en la convivencia, pero no es remarcable. Hay una cierta disposición de la gente a no entrar en ese tema, tanto por una parte como por otra, excepto ese incidente que dice de los lazos. La gente está en su derecho de reivindicar ciertas cosas, pero no es el gran problema de Cervelló. Yo estoy siempre en la calle y la gente me pregunta. La polémica existe, pero no hay un conflicto entre vecinos.

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