La presión ejercida por Barcelona provoca que el fenómeno se extienda por el Baix Llobregat y l’Hospitalet. Sus detractores esgrimen la subida de los alquileres y las molestias que provocan, pero los favorables ven ventajas económicas y sociales
Hasta hace muy poco el concepto ‘piso turístico’ no formaba parte del vocabulario de los ciudadanos. Ahora, este término cuenta con partidarios y detractores y está en boca de todos cuando de hablar de turismo se trata. La presión ejercida sobre este tipo de alquileres vacacionales por Barcelona desde 2015 –con la llegada de los comunes de Ada Colau al ayuntamiento- ha provocado que el fenómeno desborde la capital catalana y busque nuevos enclaves donde florecer. Uno de estos es el Baix Llobregat y l’Hospitalet.
La primera reacción de los ayuntamientos ha sido de alerta ante un fenómeno que se extiende por sus ciudades como una mancha de aceite. Temor a que algunos de sus barrios sucumban a la gentrificación, otro de los términos que se ha puesto de moda y que trae consigo un aumento de los alquileres difícilmente asumible por las clases trabajadoras. Y temor municipal a las primeras quejas vecinales por el incivismo de algunos de sus inquilinos.
Pero realmente, ¿hasta qué punto los municipios de la comarca más cercanos a la capital catalana están siendo ‘tomados’ por los pisos turísticos? Con los datos en la mano, y a falta de una cifra de pisos ilegales, es l’Hospitalet la que más licencias de viviendas turísticas tiene concedidas, con 359. En Esplugues hay 3 legalizados y 9 más en proceso, mientras que en Sant Boi hay 15, ubicados todos en un mismo edificio. En el Prat, pese a su cercanía con el aeropuerto, hay tan solo 20, mientras que en poblaciones como Sant Joan Despí -donde sí se pueden encontrar pisos para alquilar en las plataformas online- no consta ninguno legalizado. En el global de comarca, según datos de la Diputación de 2016, hay unas 226 viviendas de uso turístico.
Medidas para controlar la ‘oleada’
Pese a que estas cifras representan un bajo porcentaje respecto al total de viviendas, en ocasiones la percepción es como si su número fuese muy superior. Y esto queda patente en la preocupación de las administraciones.
Josep Ramon Mut, diputado de Urbanismo en la Diputación, vincula esta cuestión al aumento de los alquileres -del 26% en los últimos años en la demarcación- y reconoce a El Llobregat que “no hay una varita mágica” para abordar esta situación, pero que desde el Observatori Local de l’Habitatge se proponen una serie de medidas para controlar la extensión de las viviendas de uso turístico, como por ejemplo gravar a los propietarios que solo alquilen en verano o bien a los que quieran cambiar el uso de una para convertirla en turística.
El objetivo de estas propuestas, sostiene Mut, sería “desincentivar los pisos turísticos” para que “no sean tan rentables”. Y ante las quejas que pudieran suscitar, lo compara con la tasa turística, que generó polémica en su momento pero que hoy en día todos pagan religiosamente.
Pero lo que ve necesario Mut es que se lleven a cabo “políticas conjuntas” por parte de las administraciones. Un llamamiento similar al que ha hecho la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que ha creado un grupo de trabajo con las comunidades autónomas para controlar el boom de los apartamentos turísticos y evitar la confusión de normativas.
Además, y sea cual sea la regulación que se acabe imponiendo, Hacienda quiere conocer los datos fiscales de las plataformas de alquiler de pisos turísticos, desde el gigante Airbnb a HomeAway, Wimdu o Niumba. En mayo el fisco les concedió de plazo hasta el 31 de enero próximo para suministrar datos sobre las operaciones realizadas, para que así no escapen a su control.
Efectos colaterales
Acciones para controlar su instalación pero también para evitar molestias como las que lleva viviendo desde hace algunos años una vecina de un piso turístico de la Torrassa que prefiere mantener el anonimato. Esta persona explica a El Llobregat que fue durante 2016 cuando la situación se “descontroló”, con “fiestas y ruido” cada noche de verano a pocos metros de su ventana. Ahora, dice, la situación “ha mejorado”, después de que se quejara al Ayuntamiento, aunque de vez en cuando ha tenido que llamar todavía a la Guardia Urbana.
Incordios y subida de los alquileres ¿Hay pues, algún resquicio de color de rosa en toda esta cuestión?
Una oportunidad
Frente a los que encienden las alarmas por la proliferación de pisos turísticos, se encuentran los que ven la implantación de los mismos como una oportunidad de generar riqueza y empleo más allá de los ingresos que reciben los propietarios de los inmuebles, ya que también tienen un impacto positivo en el comercio y la hostelería.
En este barco está Luisa, una artista que ha sido, en diferentes épocas, anfitriona y huésped de pisos turísticos en Barcelona. Explica a El Llobregat que hace unos años, antes del boom de pisos turísticos, puso una habitación libre que tenía en su casa en alquiler para visitantes en Airbnb. Una decisión que tomó necesitada de un “extra económico” y que supuso una experiencia “muy demandante” que, en cuanto pudo, dejó. “Te quita mucho tiempo porque hay que estar al tanto de todo”, recuerda Luisa.
Como huésped, Luisa alaba la atención recibida generalmente en los pisos de Airbnb, y asegura que le gusta preguntar al anfitrión sobre dónde comer o qué visitar, como si de un hotel se tratara.
De hecho, la plataforma Airbnb pone énfasis en las relaciones anfitrión-huésped, y pone como ejemplo el caso de los jubilados, que encuentran en esta plataforma una manera de sentirse acompañados y complementar sus ingresos.
¿Es más caro un piso turístico al lado de la playa o el tren, o cerca de Barcelona? |
Sería razonable pensar que cuanto más nos acercamos a Barcelona más caros sean los pisos de turísticos, y que serán más asequibles cuanto más alejados. Sin embargo, las diferentes variables, como las conexiones de transporte o la playa, hacen cambiar estas ideas preconcebidas, dándole una entidad propia a cada municipio del delta.
Hemos analizado los precios medios de las poblaciones con más demanda y oferta de alquiler de apartamentos y habitaciones turísticas en el área metropolitana, a través de la plataforma Airbnb, haciendo especial hincapié en las poblaciones de la comarca que pertenecen a dicha zona. Así, l’Hospitalet, Castelldefels Playa y Gavà Mar se convierten en las zonas donde el precio medio aumenta, el primero por la cercanía a la ciudad condal y los dos últimos por tener el mar justo enfrente.
Por otro lado, vemos una tendencia entre las poblaciones que disponen de Rodalies y/o Metro a mantener un precio medio mayor que en otras localidades. De esta forma, El Prat, Castelldefels, Cornellà, Gavà y Viladecans mantienen la tarifa media más elevada. Destaca Sant Boi, donde el coste turístico de un apartamento de Airbnb es mucho menor que en Viladecans y Gavà, por ejemplo, a pesar de ser una población más cercana a la capital catalana. Esto se explicaría por la presumible preferencia de los turistas de un tipo concreto de transporte, considerando al Rodalies mucho más efectivo para viajar al centro de Barcelona que los Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) –posiblemente por el hecho de que Rodalies hace menos paradas que FGC para llegar a la ciudad condal-. También cabe destacar que mientras los FGC solo llegan hasta plaza España, Rodalies atraviesa toda Barcelona con paradas en Sants, Passeig de Gràcia, Estació de França o El Clot-Aragó. Por ende, se observa que las habitaciones o apartamentos turísticos de AirBnB más cercanos a las estaciones de Rodalies (en el caso de Gavà, Viladecans y el Prat) aumentan el precio alrededor de un 20% más que la media de esa población.
El tranvía no parece influir significativamente en el precio de los pisos así como tampoco lo hace el aeropuerto. Este último por el hecho de que el núcleo urbano del Prat está alejado del aeropuerto y que los hoteles monopolizan la cercanía al complejo aeroportuario. Finalmente, si observamos a simple vista los municipios mencionados observaremos que el precio medio –entre habitaciones y apartamentos turísticos de Airbnb- en l’Hospitalet ronda los 70 euros, Esplugues, Cornellà y Sant Joan Despí los 50; Sant Boi los 40/45; el Prat, Viladecans, Gavà y Castelldefels los 50/55, mientras que las playas de Castelldefels y Gavà los 70 o 100 euros.
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