De los 40 años de gobierno socialista en L’Hospitalet, Núria Marín lleva casi 25 años, casi la mitad de ellos como alcaldesa, por lo que cabría esperar que, al menos, fuese una buena gestora.
Pero no solo ha adquirido todo los vicios de perpetuarse en el poder, sino que, encima, no ha adquirido las virtudes de la experiencia.
El grupo municipal de Cs llevamos contabilizados decenas de reconocimientos extrajudiciales de crédito al año, esto es, pagos que realiza el Ayuntamiento para evitar que le lleven a juicio por servicios que no han sido contratados de forma regular, sin que nadie asuma la responsabilidad de semejante despropósito. También se contabilizan por decenas las modificaciones que hace de los presupuestos a lo largo del año sin que se trate de urgencia o hecho imprevisible. Hasta la cabalgata de reyes la introduce en los presupuestos de urgencia.
Es tal su incapacidad de planificar que sus planes de inversiones o presupuestos son siempre papel mojado. Los casales de personas mayores de Can Serra y Bellvitge estaban previstos para 2017, así como el campo de fútbol de la Torrassa. Ahora han puesto la primera piedra, a unos meses de las elecciones. La ejecución presupuestaria en inversiones reales, año tras año, es cada vez más ridícula: en 2015 dejaron sin ejecutar el 37% de las inversiones presupuestadas.
En 2016 fue un 59% sin ejecutar. En 2017, el año pasado, solo ejecutaron 19 euros de cada 100 que este gobierno presupuestó en las inversiones y este año, a fecha 31 de octubre, llevamos únicamente 21 de cada 100 euros ejecutados. A su incompetencia se le suma la triquiñuela de reservar las partidas de inversiones para cuando queden solo 6 meses para las elecciones. Los ciudadanos de L’Hospitalet están tan habituados a los incumplimientos y las promesas que se quedan en nada de Núria Marín. Se han acostumbrado tanto al poder que ni se molestan en gestionar el Ayuntamiento con un mínimo de eficiencia, por eso es imprescindible una renovación en L’Hospitalet.