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Típica tienda navideña en una de las principales avenidas de Reikiavik.
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Típica tienda navideña en una de las principales avenidas de Reikiavik. (Foto: Carlos Manzano)

Islandia y los trece duendes de Navidad llegan al Baix Llobregat

lunes 24 de diciembre de 2018, 11:20h

Joaquín Linares, fundador de Boreal Travel y viladecanense residente en Islandia, nos explica las diferencias para estas fiestas entre España e Islandia, entre Viladecans y Reikiavik

Nochebuena, Navidad, San Esteban, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes son las celebraciones estrella de nuestro territorio, que se asemeja mucho a lo que vemos en las películas de Hollywood. Sin embargo, hay países que viven con gran euforia estas fiestas, desconocidos para muchos de nosotros. Este es el caso de Islandia, dónde el espíritu navideño llega 13 días antes de Navidad. Joaquín Linares, residente en el país nórdico pero originario de Viladecans, nos explica cómo viven los islandeses estas fiestas, comparándolas con las de nuestra comarca.

Una luz especial

Para explicar las navidades más puramente islandesas, tendríamos que comenzar por destacar las diferencias climáticas, entre Viladecans y Reikiavik. La ciudad del Baix Llobregat goza de una temperatura puramente mediterránea, mientras que la capital del país nórdico está ubicada muy cerca del círculo polar ártico. No obstante, Linares asegura que “realmente el clima no es tan frío” como se piensa, dado que “la temperatura media en Reikiavik durante el mes de enero es de 0,5 grados”. Esta baja temperatura, pero estable es provocada por una corriente cálida del golfo de México que sube hasta la isla atlántica durante los meses navideños, lo que provoca que “haga más frío en Alemania” durante esta época que en Islandia.

A pesar de estar a una temperatura mayor que muchos países del centro de Europa sigue nevando y provocando una estampa navideña digna de las mejores películas americanas. “Una luz muy especial con todo nevado” es como define Linares esta época en la que “el sol sale a las 11:20 horas y se pones a las 15 horas”, es decir, una Navidad al más puro estilo de la oscuridad invernal nórdica. Por ello, las casas son iluminadas con esmero, “hay jardines que parecen una verbena” asegura el viladecanense. De hecho, tras las fiestas navideñas y por la escasez de luz, es la época más propensa del año para padecer depresiones por parte de la población isleña, lo que hace que mucha gente mantenga las luces encendidas hasta bien entrado el mes de febrero, e incluso se han creado festivales para propiciar que las ciudades sigan con luz como el ‘Reikiavik lights’ de mediados de febrero.

Los trece duendes de Navidad

Pero hablemos de Navidad. Las celebraciones empiezan trece días antes del 25 de diciembre, el día 12 de diciembre cuando baja el primer duende de las montañas. Desde ese día, y cada día hasta que llega el último el 24 de diciembre, van “bajando de las montañas” para traer cada día “un pequeño regalo a los niños, que puede ser un lapicero, una chuchería, cosas pequeñas”, explica Linares. Así, los más jóvenes tienen el día de Navidad trece regalos de estos “duendes traviesos”, como los define el viladecanense, que van marchándose poco a poco hasta el día 6 de enero que Kertasníkir, el último, abandona las ciudades y pueblos islandeses para retornar a las montañas.

Todos estos duendes son hijos de Grýla, “una especie de mujer del saco, muy regordeta y con la nariz muy grande” explica Linares, quien está casada con Leppalúði. Además, estos pequeños hombrecitos tienen todos “una característica y su propio nombre en islandés”.

Además de estos trece regalos, cada persona deja el día 24 por la noche un regalo a los pies del árbol que es “personalizado”, es decir, no lo trae ni Papá Noel ni un duende, es un presente como el que podría darse para un cumpleaños. “Los islandeses están muy obsesionados con los regalos, todos regalan a todos”, asevera Linares para exponer la importancia de estas fiestas en el país nórdico.

Cena de Nochebuena

El fundador de Boreal Travel asegura que las comidas no son “tan copiosas” como las que él realizaba en Viladecans. “Cordero ahumado con un bol de guisantes, patatas cocidas y de postre helado”, es la comida típica para la noche del 24 de diciembre en Islandia. Resulta curioso que se acabe la cena con un helado teniendo en cuenta el frío para estas fechas en cualquier país del hemisferio norte, pero, antes de ese postre helado, todo el mundo se concentra junto al árbol para abrir los regalos.

Fin de año multicolor

Los trece duendes comienzan a marcharse y, el día de Nochevieja, Hurðaskellir comienza su camino hacia las montañas entre fuegos artificiales. “Los islandeses se gastan de media 500 euros en fuegos artificiales”, asegura el viladecanense, quien compara el fin de año islandés con “los fuegos artificiales de la feria de Viladecans, pero cada familia tira los suyos propios” creando un cielo multicolor por todo Reikiavik, donde la oscuridad de la noche desaparece por unas horas.

“Cenamos pronto, sobre las nueve vamos a ver las hogueras que hay en cada barrio y sobre las diez y media volvemos a casa a ver el programa satírico que todo el mundo ve”, explica Linares quien compara el espacio de la televisión pública con Polònia, ya que se trata de un balance o resumen satírico de los políticos y las personas con poder el país durante todo el año. Una tradición que ningún islandés se pierde en Nochevieja e incluso “después lo comentan” al acabar el programa. Tras ello, la gente sale a la calle y comienza a tirar petardos, “a las 12 en punto es cuando explota todo”, concluye Linares, para explicar el fin de año multicolor que se vive en Reikiavik dónde la luz vuelve a brillar unas horas más allá de la típica oscuridad nórdica invernal.
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