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El discurso bondadoso

Artículo publicado el 5/10/2005 en ABC

Por X. Pérez Llorca
No sé cuándo empezó, ni si tiene final próximo; solo sé que miro en derredor y, una vez tras otra, escucho el mismo discurso. Me explico: no pretendo decir que todo el mundo diga lo mismo, no; me refiero al método al uso, la forma en que se abordan los diferentes asuntos públicos:
Lo usual es que el comunicador exponga una problemática determinada, ofreciéndonos una visión que empieza y acaba en el tema que trata. El desempleo de jóvenes y mujeres, la deslocalización, las pensiones y jubilación, emigrantes, costes de Seguridad Social, carestía de la vida... Todos son asuntos que, generalmente, son tratados de forma aislada. Y casi siempre desde una perspectiva bondadosa: el objetivo del informador, frecuentemente, se reduce a poner de relieve las justas reivindicaciones del colectivo objeto de la información: Es razonable que unos vecinos quieran dormir por las noches y sentirse seguros en su barrio. Nos sentimos solidarios con quienes denuncian los abusos policiales. Son justas las reivindicaciones de nuestros agricultores que se oponen a las importaciones de productos agrícolas de países no comunitarios; son comprensibles los esfuerzos de nuestro sector textil por impedir la entrada masiva de productos chinos (actualmente bloqueados por miles de toneladas en las fronteras de Europa); es comprensible el empeño de subsaharianos y magrebíes, personas como nosotros, empeñados en sortear fronteras y llegar a España. Ciertamente, nos podemos solidarizar con todos estos colectivos y tantos más como nos suministre la actualidad. Probablemente el sentirnos, colectivamente, tan solidarios, nos hará dormir mejor; lo que no veo tan claro es que este discurso bondadoso sirva para que nuestra sociedad progrese y prospere.

Ocasionalmente, voces como la de Xavier Sala Martín se atreven a explicar que si realmente queremos erradicar la pobreza en el tercer mundo, tendremos que empezar por permitirles que nos vendan lo que producen a mejores precios que nosotros: productos agrícolas y manufactura textil. Lo que nos obligaría a empezar a decir «no», a algunas de las «justas reivindicaciones» de colectivos que no son muy próximos y queridos. La cuadratura del círculo, no existe. Y con la bondad abstracta no se solucionan los problemas concretos.

Leía ayer un artículo de Francesc-Marc Álvaro, en el que afirmaba que la política es escoger entre dos caminos malos. Cierto. Tanto como que vivimos tiempos en que parece que pocos se deciden a practicarlo; da la impresión de que el objetivo no es decidir el camino, si no caminar sin rumbo y aplazar la decisión para mañana. Lo que está pasando en Melilla, es paradigmático: El gobierno español ¿quiere ó no, que miles de subsaharianos entren en la península?. Según sus declaraciones, no. Antes nos habían dicho que la última regularización de emigrantes era definitiva, y que ese proceso no produciría ningún «efecto llamada». Pues sin que los llame nadie, miles de centroafricanos ya han llegando a las puertas de Ceuta y Melilla. Días atrás pudimos ver imágenes en televisión del despliegue de fuerzas de la Legión en las vallas fronterizas; las alambradas se subieron hasta seis metros, dicen, y la zona está rastreada incluso por sensores de rayos infrarrojos... Ayer seiscientos de negros desesperados (¡seiscientos!), del grupo que se esconde en el bosque y el gobierno marroquí no encuentra, arremetieron contra la valla y trescientos de ellos consiguieron entrar en Melilla. Parece ser que algunos legionarios y guardias civiles resultaron heridos al ser apedreados por los intrusos. Las noticias hablan de que la arremetida fue inusualmente violenta...Y me pregunto: ¿no es lógico?; si alguien necesita, desesperadamente, atravesar una frontera para mejorar su situación y sabe que quienes se lo han de impedir por la fuerza tienen instrucciones de no utilizarla, ¿qué ha de hacer esa persona?; yo creo que utilizar su escasa fuerza contra la que saben superior, pero inactiva. A más inactividad, mayor pedrada, ¿no?.

En conclusión: ¿para que se han enviado a la frontera, unos centenares de legionarios perfectamente uniformados y armados?. Si era para cubrir el reportaje, ya se filmó; pueden volver, no sea que nos descalabren a alguno más.
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