Torrelles, Santa Coloma, Sant Climent y El Papiol se preparan para la floración del árbol sagrado nipón a finales del mes de marzo. Las Bodegas Badell Herrero, en Torrelles, organizan degustaciones gastronómicas al más puro estilo japonés bajo los cerezos en flor.
El Baix Llobregat tiene una peculiaridad extrema: hace sombra a los campos de cerezos japoneses. Santa Coloma de Cervelló, Sant Climent, Torrelles y El Papiol son los cuatro municipios con grandes extensiones de cerezos orientados principalmente a la producción del fruto. A partir de finales de marzo se podrán comenzar a entrever las primeras flores blancas y rosas que convertirán las laderas de las montañas prelitorales de la comarca en grandes mantos blanquecinos.
Durante la floración de los cerezos existe una festividad tradicional en Japón: el Hanami. La contemplación de las flores de los cerezos, un árbol prácticamente sagrado en el país del Sol Naciente, ha llegado al Baix Llobregat para quedarse. Incluso hace algunos años esta celebración recibió la visita del más alto representante del estado nipón en Cataluña, el Cónsul de Japón en Barcelona, que contempló los cerezos en flor en Torrelles tal y como lo haría en su país.
El Baix más japonés
La flor del cerezo tiene un significado muy importante en Japón, pero también en el Baix Llobregat. El código samurái rememora el emblema de sus guerreros con esta yema. Según la leyenda, la aspiración de un samurái era morir en su momento de máximo esplendor, y no envejecer o “marchitarse”. De hecho, la flor del cerezo no se mustia, sino que cae por el aire antes de dar el fruto. Esta muerte prematura hacía que los samuráis pudieran mantener el honor y muchos practicaban el suicidio ritual para evitar la deshonra, el seppuku, ante un cerezo.
La sangre pura y el honor del samurái
La leyenda reza que las flores de cerezo, originalmente blancas, comenzaron a tornarse rosadas debido a la sangre pura del samurái que absorbían los árboles. Esta historia ha llevado a observar la belleza de las yemas que durante un par de semanas al año pueden contemplarse, no solo en las islas de Honshu o Hokkaido, también en Torrelles, Sant Climent, Santa Coloma de Cervelló o El Papiol. El Sakura, como se conoce a los parques donde se contemplan estas flores, se encuentra en el Baix Llobregat e incluso hace un guiño a las tradiciones japonesas para recibir la primavera como el Hanami, organizado por las Bodegas Badell Herrera en Torrelles y por ayuntamientos como el de Sant Climent.
Las Bodegas Badell Herrero en la Masia Can Pi de Torrelles, que producen el único vino de cereza de España, Celler Sirot, buscan aprovechar esta tradición japonesa adaptándola al producto más mediterráneo. El Hanami en los campos de cerezos de Josep Badell, fundador y propietario de Celler Sirot, es una experiencia que mucha gente “acostumbrada o conocedora de la cultura japonesa” quiere vivir, asegura Badell.
La contemplación con vino de cereza se hace bajo los árboles teñidos de blanco. Colocan esterillas, sirven las copas y les dejan escoger entre dos menús: uno vegano y otro gourmet. Este último acompaña al Sirot Negre Criança 2017 o el dulce, Sirot Dolça Nora, de 2016, con queso, embutido y frutos secos de quilómetro cero, todo del Baix Llobregat.
De la vid al cerezo
La transformación de la sierra prelitoral de la comarca vino a raíz de la filoxera. Sant Climent, Torrelles y Santa Coloma de Cervelló, por ejemplo, eran grandes extensiones de viñas donde se producía, principalmente, vino tinto. Esto se puede comprobar en el hecho de que todas las masías de la zona cuentan con una pequeña bodega en su interior, como es el caso de las Bodegas Badell Herrero de Torrelles.
Badell ha querido unir este pasado vitivinícola del centro y sur de la comarca con la sustitución de la vid por el cerezo. Vino de cereza para aprovechar la bodega y las nuevas plantaciones de principios del siglo XX. Esta adaptación hace que se unan las características niponas y mediterráneas en una sola y no solo se produce vino. Celler Sirot elabora, además, un vinagre muy peculiar que, dicho por visitantes japoneses, es más parecido al de su país que al que se distribuye en España. Marida a la perfección con el tan popular y preciado sushi. Vivir la experiencia del Hanami en el Baix Llobregat es posible, y más con la llegada de la primavera.
El Cirerer del Llobregat (1937-1939) |
Sant Climent cambió su nombre por el de ‘El Cirerer del Llobregat’, tras el decreto publicado el 1 de enero de 1937 en el Diari Oficial de la Generalitat. A petición del consistorio republicano se eliminaba el pasado más eclesiástico del pueblo y, a la vez, se hacía gala de su principal producto agrícola: las cerezas. Poco duró el gentilicio cirerins o cirerines. Tras la Guerra Civil, que finalizó el 1 de abril de 1939, volvió a su nomenclatura histórica, pero esta vez en castellano: San Clemente.
De hecho, durante la II República, muchos municipios del Baix Llobregat cambiaron su nombre. En el Decreto del 1 de enero de 1937 consta que Molins de Rei pasó a ser Molins del Llobregat; Sant Feliu, que fue renombrado como Roses del Llobregat, o Sant Joan Despí, que pasó a ser El Pi del Llobregat. A estos primeros municipios, que se acogieron a la ley de cambio de nombre aprobada el 9 de octubre de 1936, se les sumó Sant Boi, quien cambió después su nombre por Vilaboi.
|