Todos conocemos los efectos negativos que la acción humana está teniendo sobre el medioambiente
De hecho, ya empezamos a notarlos en nuestras propias carnes. Unas de las principales consecuencias es el cambio climático, que tiene tres vectores fundamentales: la alimentación, el agua y la energía, como explica Jordi Valls, director general de Mercabarna. Y si agitamos la coctelera vectorial, resulta que el despilfarro alimentario “es una de las principales causas del cambio climático”.
Como despilfarrar la comida es tan insostenible, se le puede poner fácilmente remedio porque alimentarse es algo que hacemos todos, y no una sino varias veces al día. Así que cada almuerzo o cada cena bien aprovechados pueden contribuir a frenar el cambio climático. Pero hace falta alguien que nos dirija y nos aleccione, y ahí es donde aparecen el campus de Castelldefels de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y Mercabarna, que han comenzado el año estrenando una cátedra pensada justamente “para la lucha contra el despilfarro alimentario”, a través de la Escuela de Ingeniería Agroalimentaria y Biosistemas de Barcelona (EABB).
La novísima cátedra pretende estudiar en profundidad cómo prevenir y reducir el enorme desperdicio de alimentos que se produce diariamente y que ya está causando un considerable impacto medioambiental. Y el derroche comienza antes de que los productos se sirvan en la mesa: en los ámbitos de la producción y la distribución mayorista y minorista de la cadena alimentaria. De ahí la presencia de Mercabarna, líder en volumen de comercialización de alimentos frescos de Europa, en el proyecto.
“Mercabarna hace tiempo que está trabajando en programas que fomentan la reducción del desperdicio alimentario y esta alianza con la UPC supone un salto cualitativo”, comenta Valls. Y este paso adelante no es otro que la implementación de la “Catedra UPC-Mercabarna para la lucha contra el despilfarro alimentario”, que es como se denomina formalmente la iniciativa.
La presencia de Mercabarna en esta insólita hibridación con el mundo académico no es casual. El gran mercado de abastos metropolitano es un pionero en este campo. En 2002, el gran mercado mayorista ya sentó cátedra –y nunca mejor dicho- estableciendo relaciones con el banco de alimento para dar salida y aprovechar “productos que no son comercializables (porque estéticamente no serían del agrado del consumidor) pero son comestibles”, porque conservan intactas todas sus propiedades nutricionales, recuerda el director general. Todo ello “en colaboración con las empresas mayoristas, con las que todavía mantenemos este extraordinario compromiso” ratifica Jordi Valls.
Pero eso fue solo el principio. Con el objetivo de determinar las causas básicas del desperdicio alimentario y aportar soluciones, en 2015 la Universidad Autónoma y la compañía Espora Sinergis desarrollaron el primer estudio sobre la problemática. En aquel momento los resultados ya hablaban por si solos y eran muy preocupantes: el porcentaje de despilfarro era muy alto: el 0,5%, lo que suponía unos dos millones de toneladas de alimentos. Para contribuir a reducir esa horrible cifra, Mercabarna incrementó la intensidad de las donaciones.
Un año después, en 2016, los principales operadores de Mercabarna firmaron el Manifiesto para la reducción del desperdicio alimentario, con el compromiso de luchar contra el despilfarro de alimentos en el mercado de abastos barcelonés. Desde entonces, desde el mundo universitario y desde el sector de la producción y la distribución mayorista se ha continuado trabajando con ese loable objetivo. Después del Manifiesto Alimentario, de las campañas de sensibilización, de los premios Paco Munyols y del lanzamiento de los contenedores inteligentes, ahora Mercabarna se propuesto un reto de mayor envergadura: la cátedra de la UPC.
La nueva área de estudio del campus de Castelldefels ya tiene una lista de encargos prioritarios a tres años vista. Para empezar, va a dirigir un nuevo estudio sobre el desperdicio alimentario (que actualice los resultados de 2015 y analice sus posibles variaciones), va a establecer indicadores que aporten información sobre el avance del problema, fomentará la investigación, potenciará y concienciará sobre nuevas prácticas y mejores hábitos para, al final, “plantear sinergias entre los diferentes sectores del mercado”, avanza Chema Gil, director de la cátedra.
El proyecto, que tiene un presupuesto de 30.000 euros, pretende ser algo dinámico, por eso “está abierto tanto a profesores como a estudiantes”, ha subrayado Gil. El director de la cátedra tiene un importante trabajo por delante: “ejercicios de cuantificación, evaluación de indicadores, creación de una biblioteca, publicación de artículos científicos que recojan manuales de buenas prácticas, organización de encuentros de expertos y desarrollo de nuevas tecnologías”, entre otros, ha enumerado Gil.
El proyecto es tan inaudito como ambicioso. “Tenemos tres años adelante. Creemos que aportamos valor a la universidad y también al sector empresarial. Pero, principalmente, lo que vamos a hacer es aportar valor a la sociedad” concluye Valls.
Mercabarna y la EABB del campus de la Mediterrània de Castelldefels van a poner todo su esfuerzo y su conocimiento para lograr un mundo mejor ofreciendo a la sociedad todos los instrumentos que sean necesarios. Y tú, ¿Quieres ser parte de este cambio? Piénsalo seriamente. Está en juego el futuro del planeta. III