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Retorno a los 60

Por Lluis M Estruch
viernes 05 de febrero de 2021, 11:24h
Los sexagenarios y “baby-boomers”, aunque contrariados inicialmente, han vuelto al coche, tan mitificado en su juventud y denostado hasta hoy, como medio de transporte preferente de poder permitírselo. Ellos son un amplio grupo de riesgo.

El coche con todo el coste, cuestionamiento ecológico y de contaminación que ocasiona, evita el contagio del Covid, que el transporte público favorece por su propia naturaleza de proximidad y por la necesaria rentabilidad por los grandes números de viajeros transportados por convoy y día. Al disminuir su uso hasta menos de la mitad, todas las compañías están en números rojos y la perspectiva es sombría, aún con las subvenciones públicas. Las frecuencias en las horas punta siguen siendo parecidas a la situación normal. El temor al contagio y la evitación por ello en lo posible del tren, metro, bus y avión, quedará por tiempo fijada en el inconsciente colectivo.

Un diputado catalán educado en Sant Boi explicaba que, para él de joven, coger el “Carrilet” y llegar a la Plaza España era el inicio del disfrute del ocio, de la posible compra, del ligue y hasta de la consciencia de conseguir una mejor calidad de vida momentánea; por salir del suburbio y pasmarse ya universitario por las novedades culturales, de cine, teatro o de los escaparates, “pubs” y discotecas de moda. Y lo hacía con todos sus amigos, en tren y metro de horarios limitados. Con más años, en su primer coche rojo, personalizado con asientos de cuero, viajó por doquier, en busca de trabajos, ambientes y relajos. Hasta asistía con sus novias y familiares a los autocines, playas y verbenas. Todo en coche, su uso se extendió para las compras en los primeros hipermercados y centros comerciales con sus inmensos parkings. Vacaciones en coche por España y Europa por supuesto y a veces con remolque.

Esta fijación por el coche se incrementó porque daba “status”, categoría social y era asequible para un sueldo medio. Muchos escolares iban a la escuela con los padres en coche. Ahora los “seniors” desertan del cómodo y barato transporte público, hasta desdeñan los descuentos y abonos porque este no es seguro a nivel sanitario, a pesar de la superior limpieza actual de andenes y vagones, respecto al pasado.

Y se avienen a tomar el coche con frecuencia porque los diversos confinamientos y limitaciones lo convierten en un facilitador de citas y de accesos a locales de aforo y horario limitado. Muchos ya, con menos reflejos, han recuperado el gusto por la “máquina” que dicen en Italia. Otros grupos de edad que rechazaban el auto, como la Sra. Colau, deberán repensar su programa. La bicicleta, la moto, el patinete y el coche son poderosos rivales para el transporte público y lo complementan o sustituyen; mientras este sufra por ser una de las principales fuentes de contagio.

Si las vacunas no consiguen invertir la tendencia de infección fácil y dar inmunidad de grupo, el rebaño humano será renuente a frecuentar el transporte público. Y es posible que la cultura del chalet y la parcela en urbanizaciones sesenteras, a las que se llegaba en coche vuelva a ponerse de moda. Aire libre, silencio, pájaros, jardín.

“La caseta i el hortet”, de Maciá, volverá a ser un objetivo vital, tanto como un todoterreno para acceder a este retiro de fin de semana o permanente. Es posible un aumento de licencias de pesca y caza. Habrá más vacaciones en autocaravana y la extinción del coche compartido y del auto-stop. Los jubilados, que retornarán al pueblo oriundo, serán más admirados que los coleccionistas de viajes INSERSO o “Ryanair”. Todo por el Covid, que cuestiona las proximidades con ajenos; que recela de toses, estornudos, sudores, apretones y hasta de los gritos y besos. Por esto vuelve el coche. III

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