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Cartas desde Krypton: ¿Quién querría ser adolescente eternamente?
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Cartas desde Krypton: ¿Quién querría ser adolescente eternamente?

Por David Aliaga Muñoz
viernes 05 de marzo de 2021, 12:01h
Joann Sfar es uno de los autores más interesantes del cómic francés. Fulgencio Pimentel es uno de los sellos de novela gráfica que mejor edita en nuestro país (no es sólo que edite más bonito, que también, sino mejor). De manera que cuando la editorial riojana publica la traducción de una nueva obra del artista nizardo, suelen ser buenas noticias para el lector, y Aspirina viene a añadir un argumento más a esa idea.

Para comenzar (y para evitar la tentación recurrente de dejar esta idea para el final), por el excelente trabajo de traducción de Rubén Lardín trasladando al castellano una obra en la que el jugueteo del autor con el lenguaje dificultaba notablemente la tarea.

Pero, ¿qué es lo nuevo de Sfar en español? Un llamativo tomo de pastas color fucsia que recopila las dos historias en solitario protagonizadas por la joven vampira pelirroja que le da título y que ya aparecía como personaje secundario una de las series más apreciadas del autor: Vampir. Por supuesto, Aspirina tiene un par de colmillos puntiagudos y se alimenta de sangre, pero aunque la literatura gótica y el cine de vampiros proyectan su sombra sobre esta bande dessinée, no se trata de una obra de terror sobrenatural que ahonde en los mecanismos del miedo. La cosa no va de sustos, sino de cómo nos relacionamos con el paso del tiempo, con nuestras frustraciones e inseguridades, con los que nos rodean…

En palabras de sus editores, la protagonista de ambas tramas es “una confusa e intrigante lolita, furiosamente millennial, en permanente rebelión contra el destino”. Por ofrecer una referencia cultural inmediata y muy plástica: si el protagonista de Crepúsculo le hubiese ido con sus tonterías a Aspirina, se habría vuelto a casa sin novia y con una patada en la entrepierna. Maldita con una edad del pavo perenne, Sfar convierte a su protagonista en una hipérbole de la adolescente incomprendida, con una dosis de cinismo añadida por la circunstancia de tener que enfrentar una y otra vez las problemáticas de una etapa de nuestras vidas que suele ser insoportablemente intensa.

Es cierto que la obra está salpicada de referencias geek (que si los mitos que Cthulhu, que si el cosplay…) que en determinadas ocasiones pueden hacerse incómodas a algunos lectores. Más fácil resulta echar la vista atrás y verse reflejado en esa muchacha que siente envidia porque su hermana es más exuberante y seductora, o que reacciona con una pasión visceral a las circunstancias de la (no) vida. Y se vuelve más divertido todavía cuando Sfar escribe a la joven Aspi tomando consciencia de su propia naturaleza paródica. ¿Cómo puede tomarse en serio su maldición? Ser una adolescente perpetuamente es una broma de mal gusto que el autor utiliza para martirizar a su personaje y dialogar con nosotros sobre la vida. III

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