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Vecinos de Viladecans ayudan a los ‘invisibles’ del barrio puerta a puerta
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Vecinos de Viladecans ayudan a los ‘invisibles’ del barrio puerta a puerta

jueves 01 de julio de 2021, 18:03h
La CONFAVC estrena en la ciudad el novedoso proyecto A-porta, dirigido a reducir el gasto de energía entre las familias vulnerables. El programa detectará casos de soledad y aislamiento en 1.200 viviendas de los barrios de Montserratina, Eixample y Ginestar

En Francia, que es donde se idearon, se denominan Voisins Malins (traducible al español más progresista como vecinos empoderados) aunque en Viladecans se hacen llamar Picaportes.“Son vecinos que ayudan a vecinos” explica Celso Pérez, coordinador del Proyecto A-porta de la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Cataluña (CONFAC) que acaba de empezar a desplegarse en los barrios Montserratina, Eixample y Ginestar de Viladecans. Los Picaportes (en su mayoría mujeres, porque generan menos desconfianza) tienen, por primera vez, una doble misión: reducir la vulnerabilidad energética de los más desfavorecidos y luchar contra la soledad no deseada.

Las Picaportes trabajan por parejas y están vinculadas con el territorio. “Son un reflejo de la realidad del barrio, de sus etnias y de sus comunidades, de sus lenguas”, explica Celso Pérez, coordinador del proyecto A-porta. Estos distintivos son claves, pues los duetos deben ganarse la confianza de sus convecinos “a puerta fría”, superando barreras como el idioma. Y es que quienes más necesitan la ayuda son invisibles socialmente y temen abrir su casa a algo que suene remotamente a papeles, a pesar de que se pretenda que pague menos de luz o se acoja a tarifas sociales.“A muchos los han engañado y están a la defensiva”, indica el coordinador.

Los destinatarios del programa A-porta son entre el 30% y el 40% de las personas que deberían ser atendidas por los servicios sociales pero que no acuden a ellos “por desconocimiento, por miedo o por ignorancia”, explica Celso Pérez. Así que hay que salir a buscarlos casa por casa, como hacen Isabel María Martínez Pino y Nadia Harbichi, dos Picaportes de Montserratina muy queridas en su barrio desde que trabajan en A-Porta. “Nos paran por la calle, en el supermercado... nos preguntan y nos envían a otros vecinos para que las ayudemos”, explica Martínez . Incluso las personas que las conocen “se extrañan cuando llamas a su puerta y te preguntan: ¿Y tú que haces aquí?”, añade Harbichi.

Al final, hablar de la factura de la luz, de las ayudas municipales, de los bonos sociales o de las “barbaridades” que cobran a muchos por los suministros y “que a muchos les impiden llegar a fin de mes”, como denuncia el coordinador, es solo una vía para que personas que malviven en el anonimato de la marginalidad recuperen sus derechos o charlen con alguien. Y es un camino de doble sentido porque las Picaportes también pulsan la realidad de su vecindario y sus necesidades. “Es un lujo poder tener oídos y ojos dentro de las casas, es un win-win donde todos ganamos”, confirma Celso Pérez. III

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