¿Se desarrolla el autismo en el intestino?

Se sabe que un número importante de niños con autismo sufren dolor de estómago en sus primeros años de vida, por lo que hay evidencia de que el autismo y el intestino están relacionados. Los investigadores analizaron deposiciones de niños autistas y no autistas.

El autismo es un trastorno del desarrollo que puede provocar dificultades para socializar, comunicarse y hablar. Se habla de un espectro, porque el grado de afectación puede variar mucho de una persona a otra.

La mayoría de los niños autistas no son diagnosticados hasta que tienen al menos tres años de edad, pero muchos muestran síntomas alrededor de los 12 o 18 meses de edad. El diagnóstico y tratamiento tempranos puede ayudarles a integrarse mejor en la sociedad y a mejorar su nivel de funcionamiento.

Sin embargo, aún no se sabe por qué el cerebro no se desarrolla “normalmente”. Y aquí es donde los investigadores de Hong Kong examinaron y compararon la flora intestinal en niños de entre seis y doce años, descubriendo diferencias. La tesis es que la actividad insuficiente de algunas bacterias (flora intestinal alterada en niños autistas) podría afectar el desarrollo normal del cerebro. En este sentido, los resultados del estudio apoyan tal conexión, pero sin demostrar una relación causal.

A pesar de esto, la investigación sí que podría considerarse un éxito parcial: las claras diferencias en la flora intestinal podrían permitir diagnosticar el autismo de una manera mucho más fácil y rápida. Los niños afectados por autismo pueden distinguirse de una forma bastante clara de los niños no autistas por la variedad de tipos de bacterias intestinales. Por lo tanto, un análisis microbiológico de las muestras de heces podría facilitar el diagnóstico del trastorno y, quizás, incluso permitir una terapia temprana al normalizar la flora intestinal.

Pero aún falta lo más emocionante: ¿serían posibles nuevas estrategias de tratamiento, que podrían utilizarse en una etapa más temprana? El descubrimiento de los científicos de Hong Kong podría ofrecer una alternativa a los largos tiempos de espera asociados a los servicios tradicionales de diagnóstico del autismo.