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Las tasaciones y Jordi Santanach Suñol

Las tasaciones y Jordi Santanach Suñol

Por Lluis M Estruch
domingo 03 de abril de 2022, 21:36h

A sus 47 años, el ingeniero agrónomo Santanach, si mira atrás puede estar contento; su atracción por la naturaleza, hizo que con una buena nota de corte, no siguiera la vocación de sus padres médicos, ni la de su hermano filólogo, tampoco la de su abuelo impresor

El, un joven del Ensanche barcelonés, sin vínculos agrarios; se decidió por la agronomía y a través de ella , logró hacer su- “mili” sustitutoria-, en la Unió Pagesos y de esta inicial relación, pasó no a una- Consejería o Fundación- sino a la red de servicios de “Agroxarxa dedicada al apoyo técnico de los cultivadores finales y sus problemas.

Y su inicio, lo fue en el agresivo período de expropiaciones, motivado por el despliegue de muchas obras públicas de infraestructuras en todo el territorio catalán. Esta situación preocupante para los “payeses” que hasta entonces recibían bajos precios por las afectaciones, logró ser revertida con la ayuda del catedrático valenciano, Vicente Caballer, una eminencia en el tema. Logrando Santanach y el veterano perito Santonja, revertir la tendencia, y logrando en toda Cataluña, el posicionarse como los “conseguidores” de los mejores precios de referencia, para los expropiados de terrenos agrarios.

Siempre con adecuados razonamientos técnicos y la apoyatura legal pertinente: autovías, gasoductos, oleoductos, líneas férreas y de fibra óptica, los tendidos de alta tensión y los cableados enterrados. Todo ello perjudicial para el cultivo y la accesibilidad a los campos; se tuvo un mejor justiprecio, gracias a la labor de Santanach que se movió por todo el territorio el catalán, como mano invisible. Aquello pasó, siendo el AVE el último episodio grave a nivel expropiatorio. Ahora Santanach y sus 15 empleados de la Delegación de S. Boi, abordan temas más medulares para los “resistentes” de las 3000 ha del “parc Agrari”. Recientemente hubo en “Can Comas” un acto sobre el “cáñamo industrial” con un sesgo prohibicionista; ello me cuenta Jordi ha tenido una resaca abandonista.

Con muchos arrendamientos rotos, quedándose a la expectativa de la iniciativa del PNV a favor del “CBD médico”. Es su impresión como técnico que nos faltan garantías legales y una base industrial mínima. Aunque no está cerrado al uso del transgénico con supervisión severa, las plantas aromáticas, el turismo rural o incluso la ganadería no intensiva. Constata una reducción del abonado nitrogenado.

En cuanto a las energías renovables tan necesarias, las acepta en zonas de montaña o industriales. Piensa que las grandes superficies de cultivo son necesarias para el mejor provecho de la nueva maquinaría agrícola, que favorece automatismos y ahorro de mano de obra. También las Cooperativas deben fusionarse y ganar tamaño. Aunque el pequeño cultivador de 4 ha, cree que tiene cabida aún siempre que se asegure la autoventa, que ya funciona “on line” desde hace años. No apoya el fraccionamiento de parcelas en “mini-huertos” ni la proliferación de ONGS agrarias y entiende que los Aytos. y “can Comas” (DIBA) deberían mejorar su coordinación en estos temas y otros. Ahora debe asegurarse la sostenibilidad alimentaria e incluso dificultar las importaciones de países terceros que no cumplen los requisitos UE que sí se exigen a los españoles.

El Covid y la guerra de Ucrania son temas aún que influirán por tiempo, en los nuevos retos agrarios. Y también por supuesto el despoblamiento y el difícil relevo generacional. Se habla de la extinción en 10 años de la última generación de cultivadores directos.

Santanach vive en Torrelles, casado y con dos hijos, remachando así su inclinación por la naturaleza y la vida rural en un pueblo. Cada año suelen acudir jóvenes a “Agroxarxa” que desean informarse para hacer de “payés”, son ¿neorurales? Por si acaso, se les dirige al “Espai-Test” de S. Vicens, donde se les ofrece terreno por 1 año a prueba, para que se inicien en el tema.

Jordi Santanach, se incorpora a esta galería de personajes del agro comarcal, que la revista ha resaltado, no como un “peaje a la sombra” de una autovía, que se paga y no se sabe; sino como un ejercicio de transparencia y pequeño homenaje a nuestros hombres del campo. En este caso a un ingeniero agrónomo vocacional.

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