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La burocracia y el cambio climático dejan las playas del Delta sin verano
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La burocracia y el cambio climático dejan las playas del Delta sin verano

viernes 03 de junio de 2022, 17:12h

Cuando no se atiende a razones o no se hacen los deberes, acaba sucediendo lo inevitable: la tragedia. Este es exactamente el origen del mal que afecta a las playas del Delta del Llobregat que este verano van a colgar obligatoriamente el cartel de “cerradas” por falta de arena.

La situación es muy grave. Primero porque se priva a la comarca de uno de sus mayores bienes turísticos y ambientales, y segundo porque la regresión del litoral del Baix Llobregat todavía puede ir a peor si las administraciones competentes (Gobierno de España y Generalitat de Cataluña) no toman inmediatamente cartas en el asunto y aportan soluciones a largo plazo y dejan de poner solo parches.

Que los temporales y el cambio climático están diezmando los arenales de El Prat, Viladecans, Gavà y Castelldefels no es nada nuevo. Hace dos años, el paso del huracán Gloria puso patas arriba la costa. Ayuntamientos, técnicos e incluso El Llobregat advirtieron de que no se trataba de un suceso puntual, desencadenado por un temporal sin precedentes, sino que era más bien la punta del iceberg de lo que estaba por venir. Y el tiempo y la borrasca Celia han dado tristemente la razón: el mar se ha tragado las playas hasta el corvejón.

La cala de Can Camins, frente al aeropuerto, y las de Gavà-Mar, están asoladas. Son poco más que una franja de arena y rocas donde apenas si cabe una toalla. El mar se ha comido 300 metros de anchura de arenales en la costa pratense y la playa se ha desplomado en Gavà más dos metros de altura desde el sistema dunar.

La situación es crítica. “Damos por perdida prácticamente toda la temporada baño de este verano”, lamenta el alcalde de El Prat, Lluís Mijoler. Razón no le falta. Desde que se amplió el Port de Barcelona y se desvió la desembocadura del río Llobregat han cambiado las dinámicas marinas (el gran dique lateral portuario se ha tornado un muro infranqueable para la alfombra de arena que se desplaza continuamente desde el Maresme hacia el Garraf) y las playas del Delta -en especial las orientadas hacia levante- se quedan sin arenales durante los primeros meses del año.

Esta situación de cierta “normalidad” la venía solventando, en cumplimiento de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de sus obras de ampliación, el Port de Barcelona que se encargaba de aportar 100.000 m3 de arena a la costa deltaica (80.000 m3 en El Prat y 20.000 m3 en Gavà) cada primavera. Pero este año no lo ha hecho a su hora y las playas están más desnudas que nunca . Y es que no se ha repuesto ni un grano de lo que la tormenta Celia se llevó, que fue mucho.

¿Por qué el Port no ha cumplido con sus obligaciones? Es difícil de explicar: dejadez, burocracia, despiste, ¿negligencia? “Si en el Ayuntamiento no entendemos lo que ha pasado, ¿cómo se lo vamos a explicar a la ciudadanía? ¿cómo le vamos a explicar que el Port se ha dormido al hacer la contratación de la aportación anual de arena?”, reconoce Mijoler.

Lo triste es que esta dejación portuaria de sus obligaciones ambientales no va a salir gratis, porque hasta mediados o finales de julio no se va a poder reponer la arena que falta. Y cuando se haga, las playas deberán estar cerradas a cal y canto otras dos semanas para que se compacten, lo que traslada la apertura a los primeros días de agosto, Es decir, adiós a más de la mitad del verano. “Al menos, que se pueda salvar parte de la temporada, y que las playas estén en perfectas condiciones a finales de agosto y en septiembre, un periodo en el que se disfrutan bastante”, suplica el alcalde de El Prat.

Hay técnicos medioambientales que abogan por retrasar la reposición de la arena hasta que finalice la temporada de baños (a principios de otoño, una posibilidad que tampoco se ha descartado del todo) para que los usuarios de las playas dispongan, al menos, de la poca arena que hay. “Tener las playas cerradas mientras se repone la arena puede ser todavía peor para la economía y el turismo de la comarca”, defiende un experto metropolitano. Porque más vale poco que nada.

Lluís Mijoler no está conforme que esta opción y prefiere salvar “lo que se pueda” de la temporada. “Una alternativa (no compartida) es dejarlo así y esperar a la próxima primavera para recuperar las playas. Pero el año que viene todavía habrá menos arena y la situación será más grave”, advierte el primer edil pratense.

Con todos los dedos señalándole, el Port de Barcelona no tenido más remedio que entonar el mea culpa. Al principio, probó a lanzar balones fuera y culpar a la administración del Estado del desaguisado pero, ante la evidencia, ha bajado la cabeza y su presidente, Damià Calvet, ha pedido públicamente “disculpas”. El origen del lapsus raya la irresponsabilidad. “Ha habido un conjunto de desgracias burocráticas. Se licitó la obra (de la reposición de arena) sin autorización y hubo que detener los trabajos para solicitar los permisos ambientales”, admite Calvet. Solo unos días antes, el Port atribuía el retraso en el operativo a que el Ministerio de Transición Ecológica había solicitado un informe adicional no reclamado otros años, Pero según Mijoler, los técnicos “lo tuvieron listo en 24 horas”.

Cuando “en julio”, como garantiza Calvet, se recuperen las playas de Can Camins y Gavà Mar, solo se habrá salvado un match ball, porque el peligro de erosión irreversible del litoral deltaico sigue ahí, amenazante. “Las playas pierden 138.000 m3 anuales y la aportación del Port es de solo 100.000 m3”, subraya el alcalde de El Prat.

Por tanto, hacen falta medidas estructurales a largo plazo que atajen el problema de raiz y eviten que se reproduzca cíclicamente, pues año tras año se pierde todo el arenal que se repone, Y algo más. También se deben pagar los platos rotos “extraordinarios” del cierre forzoso de playas y el retraso en la reposición de los arenales, algo que corresponde “al Port. Es su responsabilidad patrimonial”, indican desde El Prat.

Pero no vale con el corto plazo, hay que mirar más allá. “Estas reposiciones de arena, a pesar de ser necesarias, no solucionan el fenómeno de la regresión”, incide Gemma Badia, alcaldesa de Gavà. “Por eso reclamamos medidas eficaces a largo plazo”, insiste la alcaldesa. Badia corrobora que su municipio está abierto a cualquier propuesta: “El pasado verano, Gavà aceptó que la demarcación de Costas en Cataluña instalara en la playa geotubos sumergidos a unos 50 metros de la costa (unos diques reversibles constituidos por material sintético geotextil resistente y con un bajo impacto en el ecosistema natural) que durante el último temporal han demostrado su eficacia contra la pérdida de arena”, subraya Badia.

Dunas a la holandesa

El Prat incorpora como solución estructural permanente reforzar el sistema de dunas para evitar la erosión, como se hace en Holanda, o eliminar el dique del margen derecho del Llobregat que impide el paso de los sedimentos. Otra eficaz opción es dragar arena del banco situado frente al puerto -a unos 80 metros de profundidad- en vez de hacerlo en Port Ginesta, como hasta ahora. El motivo es que la arena del puerto “es de mayor granulometría, lo que la hace más resistente a los temporales”, destaca Lluís Mijoler. El punto débil de esta propuesta es que no se puede ejecutar ya mismo, pues precisa “de su propia DIA”, explica el primer edil de El Prat.

Mientras se define esa panacea futura, tanto El Prat como Gavà reclaman una intervención inmediata en el litoral, como adelantar la reposición de los arenales a este mes de junio o incluso aumentar el volumen de la aportación. “Hemos pedido una actuación urgente al ministerio y estamos a la espera de contestación, pero no somos demasiado optimistas”, admite Mijoler. También se ha lanzado un SOS al Govern pero “como casi siempre” da la callada por respuesta, lamenta el alcalde pratense. De hecho, la empresa pública de la Generalitat Aigües del Ter Llobregat, todavía tiene pendiente hacer una aportación extraordinaria de 240.000 m3 de arena como compensación por la construcción de una escollera de protección de las conducciones en la planta desalinizadora.

Aunque algo sí se ha conseguido. El secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, se ha comprometido a calificar la costa del Delta “zona de actuación prioritaria” y a licitar el estudi ejecutivo de las medidas a aplicar y a dotarlo de presupuesto. Además, en otoño podría constituirse una comisión de seguimiento, con capacidad ejecutiva, en la que se debatirían y debatirían las soluciones estructurales que se deben tomar sin dilación. Y es que el tiempo apremia y solo la unión puede hacer fuerza en estas condiciones. “Iremos donde haga falta para obtener respuestas y soluciones, que requieren de un frente común con la Generalitat, Área Metropolitana y el Ministerio”, comenta la alcaldesa de Gavà, “liderado por los municipios”, apunta Mijoler.

Y es que hay demasiado en juego “Aunque todavía no hay que hablar de zona catastrófica, la situación es grave”, insiste Badia, pues está “provocada por las carencias en la evaluación de la declaración de impacto ambiental” de la ampliación del Port, “que no tuvo en cuenta las consecuencias del cambio climático”, coinciden los alcaldes de El Prat y Gavà, Lógico. Hace 20 años nadie pensaba que algo así pudiera ocurir. Igual el primer paso para salir del atolladero es apresurarse en redactar una nueva DIA acorde con la nueva realidad. Y con los malos tiempos medioambientales que se avecinan.

El aeropuerto sumergido
Parece ciencia ficción, pero podría hacerse realidad. De continuar la actual regresión de las playas y si sube el nivel del mar (entre 1,5 y 2 metros) a causa del cambio climático, el Delta del Llobregat podría desaparecer tragado por las aguas. No es una exageración. Una simulación por ordenador realizada por el Ayuntamiento de El Prat en base al escenario más pesimista posible (sin que se tome ninguna medida), vaticina un espectáculo dantesco: en 2050 la tercera pista del aeropuerto Josep Tarradellas será poco más que una isla. El agua llegará hasta las mismísimas puertas de la terminal T-1, inundándolo todo. “El debate no está en si hay que prolongar la tercera pista por encima de La Ricarda o no, sino en si dentro de unos años existirá la tercera pista”, advierte Mijoler.
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