Todas las cifras y todas las evidencias han coincidido en poner de manifiesto que la pandemia del covid-19 se ha ensañado especialmente con las personas de más edad y con enfermos con patologías crónicas, tanto en el Baix Llobregat y L’Hospitalet como en el resto del mundo. También se sospechaba que el coronavirus no había afectado a los bolsillos de todos los colectivos por igual y que había sido más sangrante con los más débiles. Un estudio por el Observatori del Baix Llobregat ha verificado esta sospecha y ha constado que, entre 2019 y 2020, como consecuencia directa del confinamiento y las restricciones, los pobres se volvieron más pobres y los ricos, más ricos.
Las cifras recogidas en el Atlas de Distribución de la Renta de los Hogares (ADRH) elaborado por el organismo comarcal, cuyos resultados se han hecho públicos este lunes, no dejan lugar a dudas. Los datos “ponen en evidencia que el impacto del covid-19 no fue homogéneo entre los diferentes grupos sociales, sino que se concentró en las secciones censales (barrios) más empobrecidas”, recoge textualmente el informe.
La divergencia entre ricos y pobres en la comarca durante la pandemia se acentuó en 3,5 puntos durante el primer año de azote del covid-19. Así, en las diez zonas de la comarca donde se concentran las rentas más bajas, los ingresos de sus habitantes se desplomaron un 1,1%, en 2020, en relación con los datos de 2019. En el extremo opuesto de la pirámide, es decir en los diez barrios del Baix con una mayor renta per cápita, ocurrió el proceso inverso y la riqueza creció una media del 2,4%.
Cuatro sectores en la franja baja
Los efectos colaterales que la pandemia ha ocasionado en las economías domésticas son igual de selectivos que el coronavirus. Entre 2019 y 2020, la comarca pasó de tener cinco regiones censales con una renta media familiar por debajo de los 25.000 euros anuales a extenderse a nueve (cuatro más), concentradas en Cornellà, El Prat y Sant Boi. Al otro lado de la balanza, el número de barrios ‘ricos’ (con unos ingresos familiares medios por encima del os 50.000 euros) pasó de 48 a 51, que siguieron concentrándose en Castelldefels, Sant Just Desvern, Sant Joan Despí y Sant Feliu. El análisis del observatorio comarcal incide en que la brecha entre ricos y pobres también se hizo notoria en los bolsillos, pues mientras en las zonas más deprimidas los ingresos familiares cayeron un 1,5%, en los barrios más pudientes se produjo un leve incremento de la riqueza de las familias del 0,2%.
El ADRH también pone sobre la mesa otro resultado inquietante: la pandemia ha aumentado el número de hogares que viven al borde de la pobreza extrema en siete barriadas de Cornellà y una de El Prat. En estos sectores de Cornellà, una de cada diez familias censadas (es decir, el 10%) ingresa menos de 5.000 euros anules (cifra etiquetada como el umbral de referencia de la poberza extrema). En el caso de El Prat la situación es todavía más preocupante, pues en esa ciudad las familias (o unidades de consumo) con rentas inferiores a este umbral de referencia se elevan a una cada cuatro (un 27,4%).
Pobreza extrema en El Prat
Si se echa un vistazo general al mapa de la comarca que surge de los números del ADRH también se constata este empobrecimiento post-pandemia. En 2020, se han contabilizado en todo el Baix Llobregat 24 barrios o secciones en los que las familias con ingresos inferiores a los 10.000 euros anuales superan el 27,5% del total. La mitad de estas secciones se encuentran en Cornellà, Martorell, El Prat, Esplugues y Sant Boi, con tres áreas ‘pobres’ cada una. El barrio de la comarca con más familias que ganan menos de 10.000 euros anuales (un 65,4% de su censo) está en El Prat y es el mismo en el que también viven más familias del Baix con ingresos por debajo de los 5.000 euros anuales.
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