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Del desánimo cortoplacista al optimismo a largo plazo

Del desánimo cortoplacista al optimismo a largo plazo

Por Fernando Martín
domingo 06 de noviembre de 2022, 20:30h

En la actualidad existe una sensación colectiva de malestar.

Por una parte, al cansancio del presente por la ausencia de herramientas para afrontar los retos que se manifiestan, como el ecológico, se añade una indeterminación del futuro porque es difícil, especialmente para las generaciones jóvenes, vislumbrar un panorama esperanzador.
El momento actual es muy crítico, no solo por el hecho de estar saliendo de una pandemia, sino por la existencia de una guerra, la crisis económica derivada de la misma y los desastres climáticos.
Los cambios bruscos que están sucediendo provocan inestabilidad, y según manifiestan los antropólogos, los humanos en el plano adaptativo no estamos preparados para estos ritmos. Efectivamente, a la crisis económica de 2008 le sucedió la de la covid, la actual crisis económica, la bélica y la combinación del cambio climático y la crisis energética. Esto provoca una sensación continua de crisis encadenadas.
Resulta difícil que los ciudadanos se impliquen pensando en soluciones a futuro, dada la imagen negativa proyectada hacia los políticos, con una tendencia hacia la crispación, el enfrentamiento y la ineficacia de acuerdos para resolver los problemas fundamentales de la población.
La sensación generalizada viene determinada por hallarnos en un momento de transición, donde ante la certeza de que todo cambiará, pero sin comprender cómo, los políticos y las empresas ejecutan acciones cortoplacistas, sin vislumbrar los objetivos a mayor plazo, lo cual alimenta la incertidumbre reinante.
En la actualidad se necesita implementar medidas para abordar los cambios con una visión amplia de futuro. Sólo así se conseguirá que ante preguntas a los ciudadanos como si les preocupan más los efectos de la pandemia sobre la salud o sobre la economía y la ocupación, la respuesta mayoritaria no se centre en la primera sino en las últimas.
Nos hallamos ante un cambio fundamental histórico determinado por la digitalización, como en el pasado lo fue la revolución industrial. La transformación digital de la sociedad humana no es razonable desarrollarla en menos de ocho décadas. A modo de ejemplo, la Revolución Industrial transformó la sociedad durante un cuarto de siglo, pero de la Revolución Digital, que aún es más acelerada, por ahora llevamos tan solo dos décadas. Se trata de contemplar estos cambios a través de las oportunidades que generará, mediante una visión estratégica, aceptando que la transición no será inmediata.

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