Unas inesperadas elecciones generales nos aguardan justo antes de las vacaciones estivales.
No por inesperadas menos necesarias y justificadas si atendemos a las inquietantes señales que emite la actual coyuntura nacional e internacional, marcada por el enquistamiento de la guerra en Ucrania o el resurgir de la derecha y la extrema derecha en los parlamentos de no pocos países europeos. El fantasma que recorre en estos momentos el continente es el de una posible involución de los derechos y las conquistas sociales de los últimos lustros, una amenaza al estado de bienestar y a un modelo de desarrollo sostenible que, acelerado por la pandemia, había sido adoptado por la mayoría de las democracias occidentales.
La convocatoria de elecciones generales en nuestro país también debe interpretarse como una reacción a este convulso contexto global que en España ha tenido su expresión más destacada en el resultado de las pasadas elecciones municipales. ¿Cómo es posible que la derecha y la extrema derecha ganen terreno en un país que ostenta los mejores indicadores económicos de la Unión Europea y que disfruta de los más altos estándares de libertades y reconocimiento de derechos? Esta es la cuestión que subyace en la convocatoria de elecciones.
Tiempo habrá de analizar los resultados, ahora lo importante es ser conscientes de lo que nos jugamos el próximo 23 de julio. Lo que se dilucida dentro de unas semanas es dar continuidad a unas políticas progresistas que se han demostrado sumamente eficaces ante los retos sociales, económicos y medioambientales de nuestro tiempo o apoyar postulados que alientan un grave retroceso en las políticas de igualdad y de los derechos de las personas LGTBI y de otros colectivos vulnerables que ya están siendo víctimas del discurso de odio que proviene del ascenso de la ultraderecha. Los mismos postulados que asimismo reniegan del cambio climático y que abogan por volver a los principios económicos del neoliberalismo.
La contienda está servida y la disyuntiva es muy clara: seguir avanzando en nuestro bienestar colectivo y en el de las generaciones futuras o retroceder a la casilla de salida. III
Si (
No(
