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Por dos papas

Por Mossèn Xavier Sobrevía
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
El papa Francisco ha presentado su primera carta encíclica. Ha sido el cinco de junio, sin dejar pasar ni cuatro meses desde su elección como sucesor de san Pedro.
Una encíclica que no la empezó a escribir Francisco. Su redacción la había iniciado Benedicto XVI. La inesperada renuncia del Papa dejó este trabajo a medias, pero el nuevo papa ha lo ha hecho suyo y lo ha terminado. Francisco escribe: “Él ya había completado prácticamente una primera redacción (...). Se lo agradezco de corazón y asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto algunas aportaciones.” Es una encíclica escrita por dos papas.

El tema tratado es la fe y tiene por título “La luz de la fe”. Benedicto ya había escrito una encíclica sobre la esperanza y otra sobre la caridad. Con ésta se completan las tres virtudes teologales. No olvidemos que la Iglesia celebra el “Año de la fe”, con motivo de los 50 años del inicio del Concilio Vaticano II.

Cita a Nietzsche en la introducción y recoge una objeción a la fe: “En la época moderna se ha pensado que esa luz podía bastar para las sociedades antiguas, pero que ya no sirve para los tiempos nuevos (…). En este sentido, la fe se veía como una luz ilusoria, que impedía al hombre seguir la audacia del saber. El joven Nietzsche invitaba a su hermana
Elisabeth a arriesgarse, a «emprender nuevos caminos… con la inseguridad de quien procede autónomamente». Y añadía: «Aquí se dividen los caminos del hombre; si quieres alcanzar paz en el alma y felicidad, cree; pero si quieres ser discípulo de la verdad, indaga». Con lo que creer sería lo contrario de buscar.”

Los papas entran en “diálogo” con opiniones críticas, con la increencia y la oposición a la fe. Un primer paso es reconocer que “La fe cristiana es fe en un Dios que se ha hecho tan cercano, que ha entrado en nuestra historia. La fe en el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo, descubrir cuánto ama Dios a este mundo y cómo lo orienta incesantemente hacía sí; y esto lleva al cristiano a comprometerse, a vivir con mayor intensidad todavía el camino sobre la tierra.”

Siguen muchos más argumentos interesantes de conocer y reflexionar en una lectura pausada. Y al final pide a Santa María, madre de la Iglesia y madre de nuestra fe: ¡Madre, ayuda nuestra fe! Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada. Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa. Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe. Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.||
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