El agente levantó la mano y se quejó delante del populoso auditorio: “Usted a lo mejor piensa que la policía es represora –increpa a uno de los miembros de la mesa redonda-, pero yo estoy mediando entre las personas todos los días”. Glups. Silencio en la sala. El moderador, mediador profesional, da la lección de la semana: “Bien, por fin hay un conflicto, ahora me siento cómodo, gracias”. Risas y complicidad en las II Jornadas de Mediación Comunitaria, que este año han llevado por lema El conflicto como oportunidad.
“Esto me suena a flower power, a hipocresía, como quienes dicen que la crisis es una oportunidad. La crisis es una putada”, espeta sin miramientos el Catedrático en Resolución de Conflictos en la Universidad del País Vasco, Ramón Alzate. Florecen los matices. “El conflicto tiene un dolor, algo terrible”, apunta Carlos Giménez, Catedrático en Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid. “El conflicto no es ni bueno ni malo, depende de cómo actuamos, de nuestra capacidad para convertirlo en algo positivo”, añade el coordinador de los Servicios de Mediación del Ayuntamiento de El Prat, Xavier Jiménez. “El conflicto es una oportunidad para lo positivo o para lo negativo”, sentencia Maria Munné, codirectora del Máster en Mediación Profesional de la Universitat Pompeu Fabra.
La reflexión está servida, y los ponentes discuten sobre cómo aprovechar los conflictos entre vecinos y ciudadanos para que la gente aprenda a gestionar sus sentimientos negativos y a encontrar una solución pacífica y satisfactoria para las partes implicadas. El moderador de la mesa y coordinador del servicio de mediación del Ayuntamiento de L’Hospitalet, Óscar Negredo, pregunta especialmente por uno de los problemas de la ciudad, el binomio juventud e inmigración. Es el problema del futuro. “España se la juega en el destino de los más de 700.000 menores de cero a 17 años con algún progenitor extranjero”, advierte Giménez. No hay recetas. Ayudará la creación de una cultura cívica abierta, flexible y adaptativa, por parte de toda la sociedad, de la escuela a los medios de comunicación; y de cómo se trate al joven la primera vez que tiene contacto con la administración, como cuando le para la policía, concreta Jiménez. Hablando de la policía, después del momento crítico las partes parecen llegar a un consenso: nuestro policía puede y debe seguir mediando entre los ciudadanos, pero eso no lo convierte en mediador profesional.
El Servicio de Mediación Comunitaria del Ayuntamiento de L’Hospitalet nació hace diez años para “gestionar las dificultades de convivencia teniendo en cuenta la creciente diversidad de la ciudad”, reconocen en nota de prensa. Desde entonces han atendido a más de 34.000 personas, unas 10.300 de manera directa, en unos 5.000 conflictos, el 90% de ellos producidos entre vecinos. La convivencia mejora en un 66% después de la mediación de los profesionales.
No es el único servicio donde se media entre las partes. Esta misma semana hemos conocido también los datos de la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC). En 2015 atendieron a unas 8.000 personas que realizaron casi 2.000 reclamaciones, el 60,87% de las cuales se resolvieron a través de la mediación o la Junta Arbitral de Consumo. La mayoría de las quejas se centran en el campo de las telecomunicaciones (29%), seguido del sector servicios (26%). El último caso importante lo han protagonizado hace unos días los afectados por el cierre de la empresa de mensajería OGC Office que enviaba paquetes a Ecuador.
Otro ejemplo de esta misma semana. La Oficina de Atención Ciudadana (OAC) del Consistorio ha destinado más de 217.000 euros para 925 usuarios que no podían pagar sus facturas de luz, agua y/o gas, previniendo así conflictos con las empresas suministradoras. Y en los dos primeros meses de 2016, se han tramitado ayudas por importe de 91.077 euros correspondientes a 629 usuarios en situación de pobreza energética.
Mediación en lo próximo y en lo lejano
Esta semana se ha producido también la gran mediación pública, la que ejercen en nuestro nombre nuestros representantes en el pleno municipal. Perdonen si obvio la información de la última sesión plenaria, y me lanzo al ruedo de la opinión, espero que fundamentada. La oposición se queja de manera reiterada de la falta de información del gobierno municipal. A su juicio, ni los concejales ni los ciudadanos disponen de información suficiente, inteligible y fácilmente accesible sobre las mociones aprobadas y su estado de evolución. Los socialistas remiten a la página de los plenos, pero no resulta nada fácil encontrar la información deseada en actas ocupan 200 o 300 páginas ni averiguar el estado de las mociones en un documento único y técnico que llega hasta septiembre de 2015.
Los periodistas tampoco podemos informar como queremos del evento público de proximidad por excelencia, pues un par de días antes nos llega el orden del día que sólo entienden quienes han tomado las decisiones de las que allí se da cuenta. Con suerte, la oposición nos pasa sus mociones un poco antes, pero no dejan de ser cuestiones que no explican lo que ocurre en el día a día de la política municipal. No me extiendo en la reivindicación, pero ¿no va siendo hora de que se facilite más información con más tiempo, por parte de todos? ¿No ha llegado el momento de que los ciudadanos, sobre todo la ciudadanía organizada, comiencen a exigir lo mínimo de lo mínimo para poder garantizar una mediación política y periodística de calidad? ¿Y dónde estamos los periodistas que informamos de L’Hospitalet, que parece que nos hemos resignado ya?
Que está muy bien, requetebién, juntarse para defender los derechos humanos de los refugiados, como ha ocurrido esta semana. Que hay que hacerlo, porque los ciudadanos de Occidente, los ricos del planeta, también hemos de ser los mediadores entre la clase política y los más desfavorecidos, por supuesto. Pero el reto, el auténtico reto, es buscar lo mejor dentro de la propia ciudad, dentro de nuestra propia casa. Porque es fácil pedir desde los buenos deseos, desde el flower power, y muy difícil, muy complicado, pedir desde el cara a cara. Por eso es tan importante la mediación entre vecinos. Por eso es tan importante hablar desde la asertividad: exigir sin ánimo de atacar a nadie, pero con la voluntad de defender lo mejor para todos. Sin buscar el conflicto, pero sin miedo a toparnos con él. Es nuestra oportunidad. Lo dicen los expertos.