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La tozuda realidad vuelve
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La tozuda realidad vuelve

Por Mossèn Pere Rovira
miércoles 16 de septiembre de 2015, 03:42h

La realidad siempre vuelve a imponerse. Durante algunos días hemos desconectado, de una forma u otra, de los problemas que nos rodean. Las vacaciones parecen que atenúan el ruido de tantas situaciones que provocan indignación y dolor en las conciencias.

Estos días observamos como miles de personas de todas las edades huyen de la barbarie que se está cometiendo en sus países. Huyen del terror terrorista, huyen del odio, huyen de la violencia extrema, huyen de los fanatismos ciegos… Su huida sólo tiene una motivación: vivir en paz y sin miedo.

Europa, como es habitual, responde con lástima y palabras. Hemos convertido la caridad en un simple ejercicio sentimental y emotivo. Vemos la televisión y nos conmueve en lo más profundo de nuestro corazón. Pero lo más importante es reducir esta conmoción y promover una acción solidaria, unitaria y efectiva.

¿Por qué la O.N.U no actúa en los países de origen con una única voz? ¿Por qué el mundo rico, libre y democrático no responde de forma contundente ante las atrocidades que se están realizando en esos países? ¿Por qué los políticos, especialmente, europeos sólo ven en la inmigración de tantos miles de seres humanos un problema y no buscamos, entre todos, con valentía y determinación las soluciones?

Ya lo decía hace muchos siglos un tal Jesús de Nazaret, cuando denunciaba de forma enérgica la hipocresía de aquellos que teniendo el poder de ejercer la justicia y la solidaridad, sólo se dedicaban a un cumplimiento cómodo y sin implicación alguna.

Tantas miles de personas que entran en Europa de forma masiva son una seria invitación para llenar de contenidos la palabra “caridad efectiva”, la palabra “compasión activa y directa”, la palabra “solidaridad generosa”, la palabra “justicia y dignidad”…

No convirtamos esta tragedia en un programa más de televisión o en una lástima puntual; exijamos a nuestros políticos que se dediquen más a la solución real de los problemas de las personas y menos al insulto y al discurso magisterial e intelectualoide.

Lo que les sucede a estas personas, podría sucedernos en un futuro no demasiado lejano a nosotros. III

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