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Los rusos y las verdades
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Los rusos y las verdades

15 de noviembre

No estará de mas señalar que con este escrito llevo 35 entradas en este dietario de la perplejidad y que lejos de resolver mi sensación de ofuscación sobrevenida, cada día que pasa se acrecienta más. Empecé siendo un perplejo en busca de explicaciones y ahora me mantengo en el atolondramiento sin esperar remedio. La cuestión catalana es un largo circuito de conexiones insólitas pero estamos alcanzando cotas de notable paroxismo. Hagamos un repaso de las que menos he tratado.

La cuestión rusa

Desde luego, para todos aquellos que llevamos atados al wasapp una larga temporada, de la mano de eso que se llaman grupos transversales de amigos a los que apenas ves pero notas, los últimos meses han sido vertiginosos. Había días, en plena efervescencia de noticias, que yo me levantaba con varias decenas de referencias en otros tantos grupos de convencidos de la inminencia de la república catalana. Nunca los leí todos, por supuesto —nadie podría— y solo contesté muy pocos —los que sentía ofensivos— pero se notaba que la red era un hervidero de ociosos y, en muchos casos, ociosos malintencionados.

Pues bien, ahora resulta que la red no solo era un hervidero de aburridos, sino por lo que se ha demostrado, un entramado táctico de la propaganda rusa (y venezolana, que reproducía y ampliaba). Muchas mentiras, —denuncian—, se han originado en espacios diseñados para desestabilizar y su objeto final no era desacreditar al Estado español, meter cizaña entre los ciudadanos de aquí y de allí, alentar la confianza en quienes afirmaban que todo estaba previsto y preparado, sino crear un espacio pantanoso en el sur de Europa, capaz de profundizar la evidente crisis en la que se encuentra la Europa Unida.

Esa absurda Europa de los Estados que no vaciló, de la mano de la OTAN, en asustar al gigante ruso en sus mismas fronteras ucranianas no hace tanto. Los rusos han perdido mucho poder desde que aceptaron disolver la URSS, pero tienen más que toda Europa junta y desde luego no perdonan las afrentas. Y ya no le tienen mucho miedo a los nacionalismos interiores porque terminaron con ellos a la brava, una vez que los exteriores se emanciparan sin resistencias. Mira tu por donde muchos odios larvados en las redes catalanas podrían tener orígenes espurios. Mira tu por donde, muchas mentiras y desconfianzas podrían haber sido larvadas atendiendo al objetivo final de desestabilizar los precarios estados de la UE azotados por el descontento de los pueblos y de sus regiones seculares. Golpear con Catalunya en el culo de España para que les temblasen las piernas a los belgas, los franceses, los italianos, los alemanes… con sus regiones centrífugas.

No estar preparados

Hasta hace cuatro días, la explicación al evidente paso atrás del independentismo era la cantinela de la aplicación represiva del 155. Se nos decía que ante la evidente mala fe del Estado y la no menos declarada voluntad de preservar al pueblo catalán de cualquier daño, la república se había dejado en suspenso a la espera de tiempos mejores que, forzadamente, tenían que venir de la validación del apoyo secesionista en unas elecciones no ya constituyentes: tan solo autonómicas. O sea, no se avanzó en las estructuras de Estado tras la declaración de la DUI, en beneficio del pueblo catalán. Todo esto hasta hace cuatro días.

Pero ahora el discurso ha cambiado para hacerlo más creíble, porque ya empezaba un cierto desconcierto, cuyos primeros síntomas han sido las quejas de la militancia en la misma ANC y las evidencias de que se buscan salidas individuales a los problemas que parecían colectivos: unos consellers en la cárcel y los otros en Bruselas, unos encarcelados sin declarar ante los fiscales y otros excarcelados tras declarar, unos convocando manifestaciones y otros renunciando a asistir por consejo de los abogados, unos pidiendo más apoyo solidario en euros para evitar que les embarguen el patrimonio y otros rascándose el bolsillo para engrosar una caja de resistencia que no puede dar para tanto, unos diciendo que se quiere una lista de país y todos aprobando una lista propia, unos afirmando que estas elecciones son ilegítimas y encima autonómicas y todos preparándose para hacerlas realidad.

Ahora ya ha llegado el momento de empezar a soltar algunas verdades, todavía medio camufladas para no herir los sentimientos de tantos: no existía plan b, el único objetivo era forzar al Estado a negociar; jamás se declaró políticamente la independencia, lo que se hizo el 27 de octubre fue un paripé melancólico para satisfacer las ensoñaciones de la calle; ya se sabía que Catalunya iba a estar fuera de la UE y que el reconocimiento internacional sería nulo; era esperable que las empresas se marcharan ante la inestabilidad; era imposible crear un Estado que controlara el territorio y lo pudiera defender; no hay recursos para crear estructuras de Estado propias. Y lo más importante: este ciclo ha llegado a su fin. Ya no se puede ir a las próximas elecciones con el mismo discurso: o referéndum pactado o declaración unilateral. A las próximas elecciones solo es posible ir con este mensaje: si queremos independencia algún día —que quizás vean nuestros hijos o nietos— habrá que reformar la Constitución y negociar con el Estado lo que sea. Y mantener la paciencia.

En fin: no estábamos preparados y todo ha sido un mal sueño del que costará recuperarse.

Ruptura de pactos

Que las estrategias electorales van lanzadas lo ponen de manifiesto los innumerables movimientos de estos últimos días: bailes de nombres en las listas, transversalidad reclamada, preacuerdos postelectorales… Pero lo más reseñable son las rupturas de pactos en los ayuntamientos. Rupturas, todas, entre alcaldes o concejales independentistas con alcaldes o concejales del PSC que precarizan multitud de gobiernos municipales, y algunas de los propios ediles socialistas que provocan desestabilidad en sus equipos de gobierno. De todas ellas, sin embargo, la mas paradigmática, la de Colau y Collboni que han roto incomprensiblemente después de llevarse muy bien por una cuestión tan etérea como la aplicación del 155. Porque la aplicación del 155 ha provocado rupturas en sitios insospechados y en cambio se mantiene en lugares donde sería imposible: en el gobierno municipal, por ejemplo, de la presidenta de la AMI y alcaldesa de Vilanova i la Geltrú.

De donde, se deduce que, o bien el 155 ha servido de excusa para romper con un cierto peso argumentativo, o bien la excusa del 155 va a servir para preparar gobiernos alternativos tras el 21-D. Que esto haya sucedido en Barcelona no puede ser casual, aunque se haya dejado precariamente a las bases que resuelvan, o precisamente por eso. Algo debe estar funcionando en el magín de los Comuns para el futuro inmediato con tanta importancia que ponen en jaque la estabilidad de Barcelona. Algo no demasiado confortable para los futuros electores perplejos, como yo mismo.

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