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La derrota de la verdad

Por Mossèn Pere Rovira
viernes 03 de julio de 2020, 08:00h
Que la sociedad se está acostumbrando a la mentira es un hecho constatable por poco observadores que seamos de la realidad.

La mentira se retroalimenta de su propia autosatisfacción; se orienta al beneficio inmediato y al rédito particular. ¿Cuál es el objetivo de la mentira? Imponer su criterio al precio que sea, sin importarle los medios. La mentira necesita ser construida sobre medias verdades, sobre ambigüedades, sobre la adulteración intencionada de la historia, sobre los odios ciegos y no curados, sobre los intereses ocultos de las minorías, sobre envoltorios atractivos y gustosos, … en fin, la mentira se organiza para convertir la “Verdad” en su verdad utilitarista, con los medios de los que dispone: medios de comunicación, “lobbies” de todo color ideológico y con gran poder económico, acciones más o menos violentas, etc.

Los políticos de “alto rango” son un fiel reflejo de esta opinión. No buscan la verdad justa y global; no intentan acercar sus posicionamientos ideológicos al “bien común”; no entiende de un diálogo entre iguales; su lenguaje “soez” invita más al enfrentamiento que al consenso; utilizan la provocación para dividir, despreciando la unidad, …

La mentira sólo puede ser combatida con una apuesta clara, valiente y profética de la Verdad. No la verdad de escaparate que venden algunos interesados (grupos económicos, mediáticos, “lobbies de poder”, etc.), sino la Verdad que se fundamenta en la justicia, en la concepción de una igualdad real y no de mercado, en el pleno reconocimiento de que todos formamos parte de este inmenso mundo sin distinción de raza, religión, clases sociales y cultura. La Verdad no persigue el egoísmo, ni el enfrentamiento, sólo la reconciliación y la paz; sólo pretende recordarnos que todo lo hemos recibido, de que no somos propietarios de la vida; mi familia, mi cuerpo, el lugar de nacimiento, los años de existencia … y muchas de las experiencias que sufriré o gozaré, ¿las decido yo?.

La Verdad nos invita a la humildad, la Verdad nos introduce de forma gozosa en la gratitud, la Verdad nos recuerda quiénes somos, … la Verdad no soy yo.

"Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» ... Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?»"
Juan, 18,37s. III

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