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Otros problemas… no sólo la pandemia

Por Mossèn Pere Rovira
viernes 05 de febrero de 2021, 03:00h
En ocasiones, da la sensación que los problemas cotidianos han sido barridos por el “monotema” de la pandemia; parece que hay un cierto interés mediático por esconder tantas miserias que a consecuencia o no de la pandemia se están generando.

Hace pocos días recibí la información de que el 80 % de las entradas a internet se centran en las páginas pornográficas. Ojalá, semejante dato, nos invite a una seria reflexión.

Esta reflexión la he dirigido en tres puntos:

a) La edad de consumo pornográfico cada vez es más temprana. Se estima que hay muchos niños que a partir de 11 o 12 años ya tienen acceso a esa oscura ventana. Niños y jóvenes que crecen desligando la sexualidad del amor y el respeto a la persona. Niños y jóvenes que perciben una distorsión que embrutece y desvía al individuo de una sexualidad sana e integradora.

Los adultos tenemos una gran responsabilidad por evitar este dañino concepto de la libertad a los que ahora comienzan a descubrir la pulsión sexual. ¿Cómo? Filtrando y controlando el uso de móviles y ordenadores. Habríamos de prever las consecuencias futuras de aquellos que hoy perciben la sexualidad sólo con una finalidad de placer egoísta y particular.

b) Una ausencia de denuncia social, a mi modo de ver, es muy preocupante. Pocas veces se alzan voces para criticar el auge de estas multinacionales que lo único que persiguen es su beneficio, aun a costa de denigrar y rebajar a la animalidad instintiva el sexo. Siento objetar que los medios de comunicación son cómplices con sus silencios. Soy consciente que el dinero que genera este negocio puede acallar la denuncia internacional. Si verdaderamente buscáramos el “bien común”, tendríamos que salir en la defensa de una sexualidad que construya en la persona una recta y sana conciencia ética: respeto e unificación (cuerpo, sexualidad y amor).

c) No es habitual que los grupos feministas denuncien la “cosificación” del sexo, perjudicando de forma evidente a la mujer. La pornografía denigra la relación del hombre y la mujer, convirtiendo a esta última en un objeto de placer, a veces, insultante. El consumo pornográfico invita al hombre a percibir a la mujer en función del placer que puede ofrecerle. De esta forma la pornografía es una expresión más del “machismo” que subyace en la sociedad y que muchos jóvenes maman desde temprana edad. III

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