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Renovarse o morir, esa es la cuestión

José Barbero

sábado 08 de octubre de 2022, 08:00h

A vanza y el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) no han hecho oídos sordos a las protestas de los usuarios de las líneas de autobuses del sur del Baix Llobregat.

Administración y empresa han reconocido las carencias del servicio y la necesidad de renovación de la flota. Los ayuntamientos de Gavà, Castelldefels, Sant Boi y Viladecans (que apoyan a los usuarios afectados), se lo miran con lupa. “Avanza ha respondido siempre de manera positiva y ya han realizado pequeñas acciones, pero la situación es tan dramática que al final no se nota”, lamenta Eric Plaza, teniente de alcalde de Mantenimiento y Calidad del Espacio Público de Gavà. Los pasajeros de los buses no lo ven igual. “Exigimos que se compren nuevos vehículos y que se priorice el territorio”, apunta Lluís Carrasco, portavoz de la Plataforma por un Servicio Digno de Bus en el Baix Llobregat.

Los municipios también están a favor de la renovación de la flota. El pasado 5 de julio, los tenientes de alcalde de las cuatro ciudades se reunieron para poner en común la situación y ver qué podían hacer al respecto. “En esa reunión pusimos sobre la mesa el problema y exigimos a Avanza y al AMB que se buscara la solución necesaria para garantizar el servicio”, recuerda Plaza. “Durante estos meses, la pérdida de expediciones ha sido muy elevada. Queremos volver a que esto sea la excepción y no la norma”, sentencia el edil.

La compañía Avanza ha declinado la oferta de El Llobregat de participar en este reportaje y aportar su versión sobre la situación, y se ha remitido al comunicado que emitió el 6 de julio y en el que pidió “disculpas” a los pasajeros y prometió que los 136 nuevos buses acordados se incorporarán entre diciembre y enero.

En esa comunicación pública, Avanza también garantizó que tomaría otras medidas extraordinarias hasta el mes de diciembre, como reforzar los talleres con personal de otras líneas gestionadas por la empresa (aplicando un nuevo sistema de trabajo), renovar los equipos de aire acondicionado de los vehículos e implicar al servicio postventa de los buses en su reparación.

Por su parte, el AMB se comprometió a entregar una treintena de nuevos buses antes de diciembre. Pero Carrasco lo ve difícil. “En teoría, en enero de 2022 se encargaron los nuevos buses. Con un poco de suerte, en otoño llegará alguno de esos vehículos, pero hasta junio de 2023 no estarán renovados todos”.

Mientras las aguas vuelven a su cauce, el AMB ha empezado a poner sanciones a la compañía “por no cumplir el nivel de calidad” pactado, según el director de movilidad, transporte y sostenibilidad del AMB, Joan María Bigas. Desde Gavà, Eric Plaza ve las penalizaciones como una “solución paralela que debe explorarse” pero lo importante “es que se preste el servicio”. “No nos podemos permitir prescindir del servicio sin tener todo lo demás atado”, alerta el teniente de alcalde.

A la presión de las administraciones y usuarios se ha sumado también la del Síndic de Greuges, que ha abierto una investigación de oficio por “el deterioro del servicio de autobuses”. Su primera diligencia ha sido solicitar al AMB información sobre las condiciones del contrato de la concesión de las diferentes líneas de bus y también sobre las actuaciones de control que se están realizando sobre el servicio prestado por Avanza.

“Lo uso menos porque no me fío”
Cada día, los usuarios de las diversas líneas que conectan los municipios del Baix Llobregat Sud se ven obligados a sufrir problemas con el autobús. Es el caso de María del Mar, una pasajera habitual que hemos encontrado en un coche de la línea L80 al que nos hemos subido en Viladecans. Ella utiliza el bus diariamente para desplazarse hasta su puesto de trabajo, en el Aeropuerto de El Prat, para ver a su pareja y amigos. “Cada vez intento usarlo menos, porque ya no me fio. Prefiero el tren”, lamenta esta usuaria. “Hoy, por ejemplo, estoy llegando tarde al trabajo. He salido antes de casa y aún así, he tenido que esperar 20 minutos para poder cogerlo”. Seguimos el trayecto y tal y como nos ha explicado María del Mar durante nuestra charla, el vehículo está lleno de problemas. Uno de ellos, el más sorprendente, es que tiene varios botones de “Solicitar parada” arrancados y algún que otro asiento en mal estado. Por suerte, en este sí funciona el aire acondicionado. En una de las paradas de El Prat se sube Miguel, un señor de unos 70 años, que va a ver a su hijo a Hospitalet. “Tampoco me puedo quejar mucho de estos autobuses, al menos me llevan de aquí para allá”, nos explica. Aunque Miguel tiene clara una cosa: “Ya que se está pagando a esta empresa para que ofrezca un servicio, al menos que haga su trabajo, como he hecho yo toda mi vida”.
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