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¿Sabías que la falta de alimentos saludables en Sant Cosme aumenta el riesgo de obesidad y diabetes?
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El reto de la alimentación saludable en zonas vulnerables como Sant Cosme

Por Laura García Martínez
viernes 12 de enero de 2024, 18:00h
Un proyecto metropolitano con aval europeo explora soluciones para mejorar los hábitos alimentarios en este barrio de El Prat. Más de 30 personas asisten a los talleres FoodClic que buscan involucrar a los vecinos en alternativas más sanas y sostenibles

La alimentación saludable también es clasista. Así lo indican los datos. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, el consumo de alimentos saludables es más frecuente en las familias con mayor nivel de ingresos, con un 67% de menores que realizan un consumo diario de frutas, frente al 51% de los menores en familias de ingresos más bajos.

Además, el consumo de bebidas azucaradas (tres o más veces a la semana) es de un 18,7% entre los menores que viven en familias con ingresos más bajos, frente al 3,8% entre menores que viven en familias con ingresos más altos. Existe, por tanto, una clara relación entre desigualdades sociales y una alimentación menos saludable que puede comportar consecuencias como la obesidad o la diabetes,

Los hábitos alimentarios en la infancia y adolescencia, acompañados también de actividad física, son claves para el desarrollo. Las barreras económicas que limitan a las familias con rentas más bajas afectan inevitablemente a las rutinas alimentarias de los más pequeños, sin menoscabo de que también afectan a los adultos. Es difícil cambiar la forma de alimentarse cuando te han acostumbrado a ciertos alimentos, a lo que hay que añadir que ciertos productos saludables -generalmente, porque son de mayor calidad- son más caros y, por lo tanto, menos accesibles.

Proyecto FoodClic

Identificado este problema y para luchar contra el mismo, el equipo del proyecto europeo FoodClic (centrado en desarrollar políticas urbanas integradas sobre la alimentación sostenible e inclusión social), en el que participa el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), y el grupo de investigación IRSI de La Caixa, han puesto en marcha una iniciativa a largo plazo “para promocionar y mejorar la alimentación saludable en personas vulnerables”, como ellos mismos explican. Para ello, tras hacer un análisis sobre el mapa y un estudio de campo, han escogido dos zonas vulnerables próximas a la capital barcelonesa, una de ellas el barrio de Sant Cosme, en El Prat.

El proyecto, iniciado en septiembre del 2022 y con fecha prevista de finalización en febrero de 2027, se centra en explorar y analizar los hábitos de consumo y alimentación que tienen las familias que habitan en estas zonas y, en base a ello, proponer una estrategia con diversas soluciones para dar una respuesta más sostenible y saludable que permita mejorar su alimentación. Se trata de una iniciativa europea que también se está llevando a cabo en ciudades como Ámsterdam, Lisboa o Berlín. Así, Sant Cosme se va a convertir en un laboratorio para evaluar el impacto que tendrán las estrategias que surjan del proyecto. En estos momentos se están realizando talleres que consisten en plantear una lluvia de ideas dirigida a identificar todos los aspectos que puedan mejorarse y, a la vez, aportar soluciones. Con el resultado de estos talleres se desarrollará un plan de acción que tiene previsto empezar a implementarse esta próxima primavera.

En estas actividades participan cerca de 30 personas de diversos ámbitos, tanto de servicios municipales como de y entidades económicas y sociales. Se trata de talleres participativos e integrales en lo que se involucra a los vecinos del barrio en la búsqueda de “soluciones para una mejor alimentación”, explican. Entre las propuestas surgidas de la a lluvia de ideas destacan promover la apertura de comercios de proximidad (ecológicos y de temporada) en el barrio y abrir también más comedores comunitarios. También se ha propuesto impulsar un tipo de tarjetas para alimentos canjeables en tiendas de comida saludable, así como intensas campañas de concienciación y educación alimentaria.

Reaprovechamiento y sensibilización

Uno de los participantes, Adrià Burniol, es técnico de conocimiento y sensibilización de Espigoladors, una fundación que trabaja en el barrio para promover el reaprovechamiento de alimentos y lucha contra el desperdicio alimentario. “Nos presentaron un mapa del estado del barrio e hicimos una lluvia de ideas con propuestas a largo plazo. Valoramos iniciativas que ya están en marcha internacionalmente para ver si encajarían en Sant Cosme”, explica. Espigoladors tiene un impacto directo en el barrio: cuenta con l’Obrador, que emplea a personas en riesgo de exclusión social que trabajan con fruta y verdura.

Otra de las integrantes de la actividad es Josefa Pérez, vecina y cocinera, que tiene la ambición de promover cambios en Sant Cosme. Pérez impulsa la iniciativa La cocina de mi vecina, que reúne cada viernes a un grupo de en un grupo de residentes en del barrio que se reúnen los viernes para guisar y hacer recetas gracias a unos fogones que se les cede, impulsado así el reaprovechamiento de alimentos.

Quejas de la cocinera

La cocinera se queja de que “en el barrio no hay comida saludable ni asequible. Si quieres algo tienes que ir al centro de El Prat. Aquí hay bares, panaderías… pero nos gustaría que hubiera fruterías de payés. Hemos propuesto que los jueves, cuando se monta el mercadillo, vengan los payeses con fruta fresca como hacían antiguamente”, indica. Además, Josefa pone el foco en la concienciación: “En el barrio, los niños no quieren comer verdura y los padres son muy jóvenes. Falta educación, falta enseñarles a comer y entender que con un plato de macarrones no se está alimentado”.

La impulsora de La cocina de mi vecina subraya que “la idea es ayudar a las personas más vulnerables que no pueden acceder a una alimentación suficiente o de calidad”. Por eso. FoodcClic ha elegido Sant Cosme, una zona precaria donde confluyen los diferentes factores antes mencionados, Laura Bosch, del servicio de estrategia Urbana y Metropolitana de AMB define el proceso que sigue el proyecto: “Primero se identifican cuáles son las políticas alimentarias que hay, los actores clave del sistema alimentario, los diferentes niveles de la cadena alimentaria y la situación en que se encuentra la población en cuanto a renta media, vulnerabilidad, consumo, y en relación a la salud (obesidad, etc). A partir de este diagnóstico general se empieza a trabajar”. Ahora ha terminado la fase de mapeo y se ha iniciado la de propuestas o soluciones: la base para el plan de acción.

Estudio de las tierras cultivables

“Se tienen en cuenta muchos actores: se estudian las tierras cultivables en la zona, los sistemas de comunicación, el sistema de bancos de alimento, los tipos de comercios, las entidades, la distribución urbanística… Abarcar este problema requiere hacer intervenciones integrales, y las soluciones aportadas deben ser consensuadas teniendo en cuenta diferentes actores de la zona”, destaca Bosch. La alimentación es algo muy general, pero se ve afectada por pequeñas características de ámbitos muy diversos. Por lo tanto, el objetivo del proyecto es dar pasos modestos pero firmes y productivos, a través de iniciativas que a largo plazo de vean reflejadas en la región y que se traduzcan en el impacto de una alimentación más sostenible.

El Ayuntamiento de El Prat también está colaborando y agradece estos proyectos. La coordinadora de programas del servicio de acción social y comunitaria para la actuación integral de Sant Cosme, Laura Albiol, pone el foco en la consciencia y la responsabilidad: “En Sant Cosme estamos trabajando en diferentes líneas. Por ejemplo, apoyando proyectos para aminorar el desperdicio alimentario (Fundación Espigoladors) o una oferta democratizadora y comunitaria (la Cocina de Barrio - Comunalitat Benviure). Estamos dando una especial mirada a la alimentación infantil, con iniciativas de ocio que tienen en cuenta alcanzar la garantía alimentaria o apoyando a las familias para tramitar becas comedor”, enumera la coordinadora. Laura Albiol apunta también que se está trabajando para apoyar el comercio local existente en Sant Cosme y, a la vez, impulsar que nuevos proyectos puedan instalarse en el barrio para dotarlo de una oferta más amplia. El objetivo de todos los impulsores del proyecto a largo plazo coincide: cambiar tanto la consciencia como la alimentación entre los vecinos del barrio. III


Obesidad sin productos ecológicos
Sant Cosme es un barrio de unos 7.000 habitantes con baja densidad de población. Un tercio de ella es de etnia gitana y destaca, como característica principal, el alto nivel de desempleo, en torno al 30%. Es un barrio con un gran estigma, de periferia y aislamiento, socialmente empobrecido y donde el precio de la vivienda y de los alquileres es más asequibles que en otras zonas de El Prat. Los productos saludables procedentes del parque agrario y los huertos locales tienen precios inaccesibles para muchos vecinos y su dieta está condicionada de manera directa por la economía, lo que genera problemas de salud. Aunque hay una fuerte red de asociaciones e iniciativas (como Fundesplai, Espigoladors o Cuina de barri La botiga) centradas en facilitar a las familias el acceso a la comida saludable y aunque el barrio cuenta con el Parc Nou (con espacios verdes urbanos para practicar actividad física), la oferta de restauración es poco saludable y las tiendas de proximidad con productos frescos y de mayor calidad han cerrado.
La oferta de equipamientos comerciales es muy escasa y faltan tiendas de productos ecológicos o de km. 0. Además, los escasos bares y restaurantes que conviven son ‘convencionales’ y no están orientados a una alimentación saludable. Este déficit dificulta a los residentes acceder a una amplia gama de opciones alimentarias de calidad en su entorno inmediato. Por lo tanto, ahora el objetivo es aumentar la oferta de alimentos saludables y sostenibles en comercios y restaurantes del barrio y que estos sean asequibles para los vecinos.
Sant Cosme tiene una renta disponible por persona de 9.049,18 euros, que representa solo un 59% de la renta media metropolitana. Se considera que se vive en el umbral de la pobreza cuando la población de una zona está por debajo del 60% de la renta media anual por unidad de consumo, lo que cifra los ingresos en unos 11.000 euros por unidad de consumo. Aplicando esta fórmula, aproximadamente el 20% de la población metropolitana está en riesgo de pobreza mientras que en Sant Cosme, el porcentaje alcanza al 33,55% de la población. Como consecuencia directa a la vulnerabilidad urbana encontramos la inseguridad alimentaria. En una escala de 1 a 10 Sant Cosme se sitúa en el rango más alto pues tiene un índice de 9 (solo superado por el 10 del barrio Fondo de Santa Coloma de Gramenet).
Por último, según los nutricionistas, la obesidad en el barrio de Sant Cosme afecta al 18,83% de los niños y se dispara hasta el al 24,57% entre los adultos. En el Fondo de Santa Coloma la obesidad infantil es mayor (un 22,11%), pero la adulta es menor (17,36%).
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