Distribuidos entre todas las categorías, cada fin de semana se celebran en torno a 5.000 partidos de fútbol en Catalunya.
En esos campos de juego podemos disfrutar cada semana de los valores asociados al deporte más practicado en nuestro país: el trabajo en equipo, la deportividad y el respeto al adversario; y también asistimos al enorme potencial que el fútbol tiene para el empoderamiento de las mujeres. Pero al mismo tiempo esas canchas son también el escenario en el que se desatan todo tipo de emociones, algunas de ellas agresivas e incluso violentas, lugares donde la intolerancia, el racismo y el machismo pueden aparecer.
De alguna manera, los comportamientos que se dan en cualquier campo deportivo constituyen un espejo de la sociedad en cada momento. Desde esta perspectiva, es indudable que la visión cada vez más extendida del deporte como práctica socializadora donde la ética del esfuerzo actúa como fuente de salud y bienestar emocional, ha hecho posible una comunión cada vez más sana entre juego y gradas. Pero no es menos cierto que esos comportamientos intolerantes e incívicos continúan produciéndose, y de manera preocupante también en el fútbol base y de formación, un fenómeno que ahora se ve amplificado a través del uso de las redes sociales.
Se trata sin duda de un problema de educación y convivencia que surge cuando el resultado del partido adquiere más importancia que la deportividad, cuando la competencia extrema se coloca por encima de los valores intrínsecos a la práctica deportiva. Por todo ello, la receta continúa siendo más pedagogía en forma de campañas de concienciación o bien de iniciativas como “A la Grada, el respecte suma”, impulsada por el Consell Esportiu del Baix Llobregat, que busca paliar el repunte de incivismo que se está detectando en los campos insistiendo en el mensaje de que una buena conducta también es una victoria.
Esta tarea educativa debe involucrar a los padres y familiares que asisten a los partidos y también a los jugadores y responsables técnicos de los equipos. Es esta una causa que nos interpela a todos y a todas. Solo así conseguiremos que los campos deportivos sean expresión de lo mejor de nuestra comunidad. III