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La economía, consecuencias del falso clima de optimismo del pasado

La economía, consecuencias del falso clima de optimismo del pasado

Por Fernando Martín
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
Las políticas económicas que han desembocado en la crisis actual no consideraron los devastadores efectos que la misma provocarían en el largo plazo. Así, el espectacular incremento del gasto público financiado con deuda, al igual que sucedió en la gran depresión, ha representado la única alternativa ofrecida por los gobernantes para solucionar la situación presente.
El excesivo endeudamiento derivó en un aumento espectacular del déficit fiscal y la deuda pública, incumpliendo con ello los pactos de estabilidad en que se fundamenta la moneda única europea.

La realidad demuestra que las deudas contraídas por el Estado deben pagarse y, en ese caso, la evaluación de los mercados financieros resulta implacable. Como efectos, la desconfianza hacia nuestra economía y la de los llamados países periféricos elevan la prima de riesgo, y por ende, los intereses que hemos de pagar por colocar la deuda.

En resumen, conviene desterrar la teoría económica de Keynes, según la cual no conviene preocuparse excesivamente por el pago de la deuda pública, al considerar que habrá de satisfacerse en un futuro lejano. En ocasiones, como ha sucedido en la crisis actual, los tiempos se acortan y los acreedores exigen la devolución del crédito. En ese estado, resulta paradójico por parte de los gobernantes, criticar a los mercados financieros que han prestado dinero para financiar el derroche de gasto público.

Ese dispendio se ha acometido sin un estudio exhaustivo sobre las consecuencias de endeudarse por encima de las posibilidades reales. Al igual que ocurre en el ámbito doméstico, si en una familia el nivel de gastos supera al de ingresos, las deudas contraídas crecen inexorablemente y, en consecuencia, los requisitos para devolver el crédito se endurecen, hasta desembocar en el cierre del grifo del mismo. En esa tesitura, y ante la falta de previsión y reconocimiento de la crisis cuando se produjo, las opciones de política económica para el Estado están acotadas a aumentar los impuestos y reducir el gasto público.

Precisamente, la idea lanzada de que la crisis nos resultaba ajena constituyó el principal caldo de cultivo para seguir incrementando el endeudamiento del Estado, de empresarios y particulares. Se trataba de generar un clima de optimismo.

En ese período, se negaba la gravedad de la economía española, a través de los datos expresados por analistas y organismos económicos nacionales e internacionales. Ese supuesto tiempo lejano llegó antes de lo previsto y los endeudados, animados por la euforia del momento, las falsas expectativas generadas por el Gobierno y la excesiva apertura del flujo crediticio por parte de las entidades financieras, se toparon de bruces con la cruda realidad.

La salida de la crisis debe acometerse aumentando la productividad a través de medidas como la reforma de un sistema educativo que proporcione estudiantes emprendedores, reestructurar el sistema financiero para que financie a empresas y particulares, reformar las Administraciones Públicas para eliminar la duplicidad de competencias, dotar a la justicia de medios suficientes para detectar el fraude y los impagos, y una reestructuración eficaz del mercado laboral que permita generar empleo. ||
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