Los Mossos d’Esquadra arrestan a cuatro jóvenes de 21 a 24 años por pintar convoyes de Renfe, FGC y Metro de Barcelona entre febrero de 2024 y mayo de 2025. Las pintadas obligaron a sacar material de servicio y provocaron retrasos en trece municipios del área metropolitana.
Según apunta la investigación del Área Central Aeroportuaria y de Transporte Público (ACAT), los detenidos actuaban siempre de noche o en puntos sin vigilancia: llegaban a accionar el freno de emergencia para detener el tren entre estaciones —lo hicieron, por ejemplo, cerca de Martorell— y disponer de varios minutos para pintar vagones enteros. Mientras uno grababa la acción y otro vigilaba, el resto plasmaba sus firmas (“tags”), elemento distintivo que permite a los grafiteros ganar notoriedad en redes y, a la vez, facilitó a los agentes vincular los 44 delitos de daños. La factura total ronda los 200.000 euros, sin contar la reducción de trenes disponibles y la merma de reservas para incidencias.
Los investigadores también les atribuyen tres delitos de desórdenes públicos por activar frenos de emergencia y uno de amenazas: en Sabadell, llegaron a encañonar con una navaja a un vigilante que intentó interceptarlos.
Refuerzo policial y antecedentes millonarios
El operativo forma parte de la nueva estrategia de los Mossos, que combina presencia uniformada en puntos críticos y un grupo de análisis de incidentes ferroviarios. Solo en 2024, dos actuaciones conjuntas con Policía Nacional y Guardia Urbana ya habían permitido detener a más de 30 grafiteros relacionados con 350 actos vandálicos y desperfectos valorados en dos millones de euros.
Con la detención de este nuevo grupo —que acumulaba más de veinte antecedentes— la policía autonómica insiste en que seguirá “persiguiendo de forma prioritaria” el vandalismo ferroviario, un problema que no solo genera costes de limpieza y reparación, sino que impacta directamente en la regularidad del servicio y la seguridad de los viajeros.