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Las manos en el cielo y los pies en la tierra
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Las manos en el cielo y los pies en la tierra

L'Hospitaleando

Por Eva Jiménez Gómez
lunes 29 de febrero de 2016, 09:51h
Qué alegría, qué movimientos de cadera, qué giros de muñeca… Es 28 de febrero, Día de Andalucía, y culmina una de las fiestas populares con más solera en la segunda ciudad de Catalunya. No en vano, de los más de 250.000 vecinos que conviven en ella, el grupo más numeroso lo conforman los andaluces (26.726 personas), sólo por detrás de los catalanes (123.236) y muy por encima de castellanomanchegos (7.429) y extremeños (7.162), según el Anuario Estadístico de la Ciudad 2014 (p. 46).

La fiesta comenzó el 11 de febrero, con la presentación del cartel de las fiestas, este año dedicadas a Málaga, y ha concluido con el festival de la emisora Radiolé. Entre medias, se han celebrado conferencias, exhibiciones de música y baile a cargo de numerosas entidades, degustación del plato típico andaluz y la tradicional misa rociera oficiada por el párroco Enric Canet.

El auditorio de La Farga está a rebosar, si bien la mayoría rebasa los cincuenta años de edad. “Mucha juventud acumulada” hay aquí, comenta el religioso con una sonrisa en la boca. Y es que lo importante es “que no falten el buen humor y la alegría, que así hay más posibilidad de hacer crecer todo”. Me viene entonces a la memoria el pleno de este martes, donde nuestros representantes se dijeron cosas muy duras: que si los socialistas creían seguir en su “cortijo”, que si la oposición hablaba desde la “ignorancia”…

No se trata únicamente de buenos deseos lanzados al cielo, no. Quienes conocen al padre Canet saben que, como se suele decir, lo cortés no quita lo valiente. Y él es cortés y alegre, pero también valiente. Y nos ayuda a poner los pies en la tierra. Recuerda y añora la Transición, porque fue una época en la que íbamos todos juntos hacia un país nuevo. Homenajea a los represaliados por el régimen franquista, porque nos recuerdan que “la dignidad de cualquier persona es nuestra obligación”.

De todos. A los políticos, les advierte que el buen líder piensa en los otros, mientras que el mal político piensa sólo en sí mismo o en su pequeño grupito de amigos. Me pregunto si esto tendrá algo que ver con el nombramiento del exasesor de Guanyem en la Comisión de Servicios de Salud del Ayuntamiento, como sugirió la oposición en el pleno, o con otra de las denuncias del Partido Popular, esta vez acusando al gobierno municipal de subvencionar entidades amigas para pagar cenas de amigos afines a la ideología socialista.

Ojalá que alguien nos lo pudiera aclarar, para no extender aún más la sospecha de corrupción que pesa sobre la clase política, en general. Explicarlo con la misma naturalidad con que se ha informado de la remodelación del gobierno municipal, donde se han fusionado las áreas de Coordinación y Planificación Estratégica y de Promoción Económica y Ocupación, de la que se hará cargo Francesc Josep Belver; y de la sustitución de la concejala y diputada en el congreso, Mercè Perea, por parte de Josep Maria García Mompel como responsable del Área de Seguridad, Convivencia y Civismo.

Los ciudadanos tampoco nos libramos de nuestra responsabilidad. Canet lanza la pregunta directamente al corazón: “¿Era culpa vuestra que emigrarais de vuestra tierra, o es que había mucha gente con mucho dinero que no quería repartir?”. Pues no hagáis lo mismo con quienes han venidos de otros países a ganarse la vida. Por eso nos pide, y pide al cielo, “que L’Hospitalet sea una ciudad abierta donde haya una mesa para todos”.

Los niños, los primeros

El también director de Relaciones Ciudadanas en el Casal dels Infants del Raval pide por los niños, “los más importantes”. Entonces recuerdo cómo la alcaldesa ha cumplido lo que manifestó en el pleno, al pedir al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que nos visitó este viernes, que haga algo para que 35.000 menores puedan recibir atención pediátrica por la noche y los fines de semana sin tener que desplazarse a otra localidad. Núria Marín ha ido incluso más lejos, al recordarle que dejen de impartirse en barracones las clases de las escuelas Ernest Lluch y Paco Candel y que se renueven los edificios de otras cinco escuelas públicas.

Canet también cita a los ancianos, los que sufren, los enfermos, los discapacitados, los excluidos, los refugiados, los inmigrantes –otra vez-, las mujeres maltratadas, los “forzados a suicidarse”… La actualidad me trae a la mente los desahuciados y las personas sin vivienda, pues esta semana el Ayuntamiento ha llegado a un preacuerdo con el BBVA para ceder pisos vacíos a las personas que lo necesitan y, lo que tal vez sea más importante, por valiente, ha abierto expedientes sancionadores contra el Banco Popular y el Banco de Santander.

Queda mucho trabajo por delante, nos recuerda el párroco. Hacen falta líderes como Moisés, alguien que sintió dentro de sí una zarza que ardía sin consumirse, “alguien que tome en sí la fuerza y se ponga a trabajar por la liberación de todo el pueblo”. Necesitamos gente que “mire a los ojos” del otro. A todos, políticos y ciudadanos, nos sigue haciendo falta “un corazón de carne”, sentencia el religioso, sin perder nunca la sonrisa. Que se puede ser exigente sin hacer sentir mal a nadie, que se puede perseguir el cielo sin necesidad de despegarse del suelo, como parece que hacen los bailadores y las bailadoras de flamenco.

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