Todavía recuerdo, de pequeño, los pegotes verdes ennegrecidos de mejor no saber qué que se pegaban en los pies cuando paseabas por la orilla de la playa de El Prat, no apta para el baño hasta el 2002.
La construcción de la depuradora permitió recuperar casi seis quilómetros de playa, que, en menos de dos décadas, se han convertido en una joya del litoral metropolitano.
La belleza del entorno natural -incluidos los casi cuatro quilómetros que separan la playa del término municipal de la ciudad- y la apuesta por renunciar a convertir la playa en un ‘boulevard’ para el disfrute turístico dan valor a un espacio excepcional en el litoral metropolitano: prueba de ello, y a diferencia de otros municipios, es que no hay, prácticamente, oferta hostelera a excepción de cuatro ‘chiringuitos’ anclados en la arena. De hecho, la protección del paraje natural ha hecho que solo sean aptos para el uso público 3,4 km de la playa, dejando protegida la de La Ricarda – Ca l’Arana, la más cercana a la desembocadura del Llobregat. Aun así, esta playa está, sin duda, en peligro de extinción, un peligro que no llega del río, sino del mar, pero en el que, de nuevo, tiene mucho que ver la acción del ser humano. La remodelación y crecimiento de zonas portuarias con la construcción añadida de diques submarinos han roto el movimiento natural de arena. De esta manera, sobre todo con las corrientes de Levante, el mar erosiona notablemente el litoral pratense llevándose su arena que, ahora, no tiene sustitución natural. El proceso ha pasado a ser artificial y, de hecho, es habitual ver en el horizonte más cercano un barco yendo de lado a lado para dragar y traer la arena que queda en Port Ginesta. Una medida insuficiente a la constancia del mar.
Solo hace falta ir a la mitad de la playa de El Prat más cercana a Viladecans (Playa del Remolar y de la Roberta). Esta zona, que destaca también por sus solares naturales protegidos para la nidificación de aves, era excepcionalmente ancha. En apenas unos años, y especialmente en este último, se han podido perder perfectamente unos 40 metros de anchura, dejando solo una raquítica franja arenosa de una decena de metros. Se ve, de hecho, la sombra marrón de la arena bien entrado el mar, en donde se puede jugar perfectamente a palas sin que el agua te llegue al ombligo.
Admirar la naturaleza
A lo largo de todo el litoral pratense se levantan distintos miradores como puntos de interés que permiten admirar el entorno natural en el que nos encontramos. El más alto de todo el Delta del Llobregat es el llamado mirador de la Isla, ubicado al principio de la playa, detrás del Centro de Vela, desde el que se puede tener una excelente panorámica de todos los espacios naturales, especialmente, la pineda de Can Camins, toda la playa, la extensa finca de la Ricarda y una vista singular de la excepcional Casa Gomis y su tejado ondulado.
Con Sant Ramon y Montjuïc en el horizonte, los aficionados de la aeronáutica también pueden disfrutar de una excelente vista de la tercera pista del aeropuerto, vista que complementa los puestos para ‘spotters’ (aficionados a la fotografía de aeronaves) ubicados a lo largo de la carretera de la playa: una tarima elevada, especialmente, para ellos y un grupo de sillones de piedra en línea con la pista principal del aeropuerto.
Desde el mirador de la Isla se puede acceder andando a la Pineda de Can Camins, una zona reconocida dentro de la Red Natura 2000 y que, con 30 hectáreas de pino piñonero, es una de las zonas arboladas mejor conservadas del litoral catalán. Acoge preciosos y singulares vegetales como orquídeas y algunas especies poco habituales de hongos. De la misma manera, la sombra de los árboles favorece la presencia de aves.
El reto de la masificación
Las características excepcionales de la larga playa de El Prat, de moda dentro y fuera del municipio, ha derivado en un éxito que, obviamente, plantea como en el resto de playas del litoral baixllobregatense el reto de la movilidad. La mejora del transporte público con la nueva línea Platja Exprés, que se suma al PR3, ambos con frecuencias de media hora; la ampliación considerable, en los últimos años, de las zonas de aparcamiento; el incentivo del acceso a pie o en bicicleta y la política de pago del vehículo privado no consigue reducir la cantidad de coches que llegan a El Prat.
En este sentido, este año contamos con una importante novedad, muy celebrada por los aficionados a la bicicleta. Y es la prolongación del carril bici con una vía paralela a la playa, hasta el final de la misma, y en el que además se ha dejado a la vista el espacio verde del antiguo campo de golf.
Donde no hay cambios es en la política de pago del vehículo privado, en el que los coches que pagan el impuesto de matriculación en El Prat y, por tanto, se entiende que son vecinos de la ciudad, cuentan con una pegatina de color con la matrícula en cuestión que está exenta de pago. De esta manera, se da prioridad a los vecinos pratenses frente al resto de usuarios que sí tienen que pagar, como en el resto de ciudades costeras. El precio para estas 1.500 plazas aproximadas va desde los 30 céntimos para diez minutos, hasta los 3 euros para dos horas o 9 euros para más de 5 horas. Las tarifas son válidas hasta el 30 de septiembre y cuentan, también, con un abono de 20 euros para los usuarios de El Prat habituales de servicios de renting, leasing o parecidos.
Equipamientos únicos
Además de los espacios lúdicos que son habituales en cualquier playa metropolitana, la de El Prat cuenta con dos equipamientos únicos. Por un lado, el Centro de Recuperación de Animales Marinos (CRAM) que ya ha recuperado y liberado a más de 500 tortugas marinas, ha asistido al varamiento de 400 delfines y ballenas y ha realizado una cincuentena de proyectos científicos y de conservación. Cifras que, seguro, van al alza desde su nuevo espacio, ubicado al inicio de la playa, al lado, precisamente, del Centro Municipal de Vela. Éste es el segundo equipamiento destacado de la playa y que hace valer el espíritu polideportivo del territorio, en este caso, vinculado a los deportes de mar. Patín catalán, catamarán, windsurf, paddelsurf, kayac de mar y surf son los deportes del centro, que cuenta con distintos cursos de iniciación y otras experiencias náuticas. III