Con cierto estupor escucho a ciertas personas, algunas de cierto relieve político, que se confiesan públicamente cristianas y que justifican las guerras, la pobreza, las injusticias, la discriminación o el simple desprecio por la vida.
La gran pregunta que deberíamos plantearnos como sociedad y creyentes cristianos es la siguientes: ¿soy un político cristiano o un cristiano político? No invirtamos los términos.
Sólo pondré un ejemplo escandaloso y presente en la sociedad hoy en día: la guerra de Ucrania. Por el lado ruso, el presidente Putin, cercano a la iglesia ortodoxa, es el responsable político de miles de muertes en combate. Por otro lado, los EEUU con el nuevo presidente Trump y su vicepresidente, que se confiesan cristianos, y al mismo tiempo, impulsores de conflictos internacionales y su maquinaria belicista.
Moralmente, ¿cómo se puede confesarse uno cristiano y promover la muerte de tantos inocentes? No sólo por los militares sacrificados, sino también por las víctimas más cercanas: padres, esposa, hijos, hermanos, … Nuestra fe cristiana se fundamenta en tres pilares: el amor, la reconciliación y la defensa de la vida.
EL AMOR. “Amaros los unos a los otros como yo os he amado” es un mandamiento clave en el cristianismo. Este amor se caracteriza por ser incondicional, sacrificial y humilde, como lo fue el amor de Jesús hacia la humanidad. No es negociable cualquier agresión a este principio humano según sean los intereses económicos o políticos.
LA RECONCILIACIÓN. La reconciliación cristiana se refiere a la restauración de la relación entre Dios y la humanidad, especialmente después del pecado. Este proceso implica el perdón de los pecados, la renovación de la comunión con Dios y la vuelta a un estado de paz. ¿Debemos resignarnos al fracaso ante tantos signos de odios y resentimientos?
DEFENSA DE LA VIDA. Se refiere a la protección y promoción de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, así como la protección de la vida en general. Implica la lucha contra cualquier amenaza a la vida, incluyendo el aborto, la eutanasia, la violencia y la guerra. Las cifras de muertos en Ucrania, Gaza u otros conflictos, el número de abortos clínicos, las muertes eutanásicas son datos estadísticos o deberían provocar una reacción a favor de la vida y en contra de la cultura de la muerte, tan presente en la cultura occidental. III