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El dilema del PSOE

viernes 01 de noviembre de 2019, 09:00h
El PSC acaba de votar en contra de condenar la violencia y el terrorismo en el Ayuntamiento de L’Hospitalet.

Es totalmente injustificable después de la violencia que hemos vivido estos días en Cataluña y la actitud del presidente de la Generalitat, que ha llegado a jalear y aplaudir a detenidos por la policía por presuntamente preparar explosivos en plena sesión del Parlament. Mientras Pedro Sánchez le exige públicamente a Torra que condene la violencia, el PSC vota en contra de condenarla y de instarle a Torra que garantice la seguridad de los catalanes y el orden constitucional. Normalizar el uso de la violencia política es un paso muy peligroso en la escalada de confrontación con la democracia del secesionismo que sigue sin acatar las sentencias de los tribunales cuando no les beneficia e insisten en que volverán a tratar de imponer su proyecto político al resto de ciudadanos saltándose las leyes democráticas.

El partido socialista nunca acaba de querer enfrentarse al secesionismo porque lo ve como un potencial socio para llegar al poder, como se vio en la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno o el pacto que ha llevado a Núria Marín a la Presidencia de la Diputación. El partido socialista todavía no ha asumido que no se pueden construir mayorías de gobierno con aquellos que no solo quieren acabar con nuestra democracia sino que además están dispuestos a saltarse las leyes o generar confrontación social para conseguirlo.

El PSOE tiene que asumir de una vez que solo se puede generar una mayoría de gobierno con quien respeta el marco constitucional y se compromete con reforzar nuestra democracia y no destruirla. Parece que empezó a entenderlo cuando le entró miedo de gobernar con Podemos, pero sigue sin estar dispuesto a pactar las grandes reformas que España necesita con los partidos comprometidos con nuestra democracia. Mientras tanto, sigue gobernando en todas las CC AA y Ayuntamientos que puede con Podemos y cualquier partido nacionalista que se le ofrezca, como pasa en Navarra, Comunidad Valenciana o Baleares, creando el caldo de cultivo para que el problema que vivimos en Cataluña se extienda. El PSOE ha de superar la tentación de gobernar con aquellos que aspiran a destruir la democracia española, una de las más avanzadas del mundo, y abrirse a pactar reformas entre los partidos constitucionalistas mostrando lealtad constitucional.

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