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Septiembre

Este año 2020 lo recordaremos durante mucho tiempo.
La mayoría de la población está expectante ante lo que sucederá en las próximas semanas: reinicio de actividad tras la finalización de vacaciones, inicio del curso escolar, finalización de los ERTO. Incertezas sanitarias y económicas.
En nuestro anterior editorial correspondiente al mes de julio, escribimos que no compartíamos el optimismo mostrado por las autoridades a finales de junio; creemos que pesó más su deseo de favorecer el turismo, que no la prevención de riesgos previsibles. Y como temíamos, la curva de contagios se ha venido elevando desde primeros del mes de julio: el 21 de julio, L’Hospitalet y Baix Llobregat, sumaban 13.356 contagiados, el pasado 27 de agosto, ya sumaban 21.607; lo que supone, solo de julio a agosto, un incremento de contagios del 62,37% (48,52% en el Baix Llobregat y 91,7% en L’Hospitalet).
A pesar de estos antecedentes, cada día nos siguen llegando noticias absurdas: vecinos que se resisten a no celebrar su fiesta mayor y a pesar de las suspensiones, se concentran en actos masivos; organizaciones que convocan manifestaciones; gente que se reúne a docenas en bares, sencillamente para ponerse ciegos… Es penoso que la supervivencia de todos, esté condicionada por irresponsables de todo tipo.
Ciertamente la mayoría de la población, respeta las indicaciones sanitarias: generalmente gastamos mascarillas y se procura mantener la distancia social. Pero algo no funciona debidamente: la evolución de contagios en España, a diferencia del resto de Europa, se ha vuelto a disparar en los dos últimos meses. ¿Por qué? Si la llegada de turistas fuese un factor contaminante, decisivo, Italia, estaría en una situación similar, y no lo está: han conseguido mantener baja la curva de contagios; como Portugal y como Alemania.
Winston Churchill, afirmaba que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. Y algo de razón debía de tener: como poco, creemos que hay una correspondencia entre cada pueblo y sus instituciones; la mediocridad o la excelencia, de las instituciones está basada en la menor o mayor calidad de la sociedad civil que las sustentan. Por lo tanto, no nos queda otra que trabajar todos por mejorar lo que somos: cada cual desde su función en la sociedad. Cumplir individualmente, nos permite contribuir a la mejora del conjunto de nuestra sociedad. Este compromiso personal, siempre es necesario para procurar la mejora de cualquier sociedad; pero ante situaciones críticas como las que estamos viviendo, el cumplimiento personal, se convierte en urgente, en inexcusable.
Septiembre va a ser complicado. Sí. Pero la forma de superar las dificultades venideras, pasa por redoblar esfuerzo y disciplina. (En fin: nada nuevo).
Salud para todos. III
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