Esa pérdida se convierte en dramática a medida que tienes unos ingresos más bajos, ya que llegar a final de mes se convierte cada vez más en una misión imposible.
Lo peor de todo es que la situación aún puede empeorar. Hace unos días saltó la noticia de que el Banco Central Europeo dejará de comprar deuda pública en julio debido a la inflación. Esta situación ha cogido a España sin los deberes hechos. El Gobierno de Pedro Sánchez, en vez de reducir déficit público cuando las cosas iban medio bien, lo ha ido aumentando, porque lo primero es ganar elecciones. En otoño nos podemos encontrar que volvemos a desayunar cada día con la prima de riesgo y en vez de hacerse políticas para paliar los efectos de la inflación, el gobierno nos ofrece una política de recortes traumáticos como llevó a cabo Zapatero al principio de la pasada crisis, cuando el PSOE recortó 5% el salario de los funcionarios y congeló las pensiones.
Todavía no sabemos hasta dónde nos puede llevar la situación, pero es indudable que España está particularmente expuesta porque ni PSOE ni PP han priorizado las reformas que necesitamos para mejorar nuestra productividad y la eficiencia en la administración, que son las verdaderas bases sobre las que se puede asentar un progreso sólido. Según un reciente informe del Instituto de Estudios Económicos, solo mejorando la eficiencia de la administración, sin tocar un solo servicio público, se podría ahorrar el 14% del gasto público, unos 60.000 millones de euros. Pero, claro, esto de la eficiencia es una manía de Cs que implica trabajar y pisar muchos callos. Desgraciadamente, el gobierno, lejos de pensar en el interés general de los ciudadanos, piensa únicamente en las próximas elecciones y las alternativas en auge hacen lo mismo.
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