Fernando Aramburu Irigoyen

La prosa de Aramburu, caracterizada por la riqueza de matices, la ironía que destilan sus comentarios, un lenguaje que denota autenticidad en lo que cuenta y la honestidad de sus relatos ausentes de filtros complacientes, consigue que sus personajes nos parezcan absolutamente creíbles y reconocibles.

La publicación de PATRIA (Tusquets, 2016) supuso el acercamiento del gran público a la ya por entonces muy abundante obra del autor. Sin duda es un antes y un después en el conocimiento de los lectores de la figura y obra de Aramburu.

PATRIA relata lo que podría ser un fiel reflejo de la realidad de la sociedad vasca en los convulsos tiempos en los que ETA se convirtió en una dramática cotidianidad durante casi 50 años, hasta el cese definitivo de la violencia terrorista en octubre de 2011.

Bittori y Miren, íntimas amigas en tiempos pasados, representan, junto a sus familias y entornos, los dos mundos separados por una frontera edificada con odios, reproches, incomprensiones y, por encima de todo, de falta de empatía hacia el dolor de los que soportaron la extrema crueldad que supone asesinar a personas por el hecho de pensar y sentir diferente.

El horror y la angustia que nos produjo a muchos lectores rememorar a través de Patria acontecimientos tan dolorosos, explica la magnitud de la obra que Aramburu ha convertido en referente de una época que, afortunadamente, forma ya parte de una historia que deseamos jamás vuelva a repetirse.

Si PATRIA para muchos supuso adquirir absoluta conciencia del drama vasco, HIJOS DE LA FÁBULA (Tusquets, 2023) es, o al menos así lo he percibido yo, el contrapunto, la imagen exagerada, distorsionada y disparatada de personajes y argumentos que, formando parte del drama colectivo aún no del todo superado, permite al autor ofrecernos a los lectores una reparación emocional por todo lo que nos provocó Patria. No puedo asegurar de que esa fuese una de las intenciones de Aramburu al escribir Hijos de la fábula… pero así lo he interpretado y sentido al leer y disfrutar de este libro, de lectura imprescindible para los lectores que “padecimos” Patria.

En la historia que cuenta Hijos de la fábula, dos jóvenes vascos, Asier y Joseba, deciden unirse a ETA. A tal fin se desplazan a un recóndito paraje de Francia donde son acogidos por una peculiar pareja de granjeros. Al poco de llegar se enteran de que la organización terrorista decreta su disolución. A la enorme decepción que sienten se añade la rabia y la frustración que les produce la noticia. Pasados los primeros instantes, se manifiestan determinados y resueltos a convertirse en una nueva organización para coger el relevo de los ya disueltos y dar continuidad a la lucha armada.

Lo que acontece a partir de entonces es una sucesión de acontecimientos que rayan lo absurdo y disparatado, sin que los dos protagonistas sean capaces de reconocer lo estrambótico de sus acciones que, por su comicidad y episodios hilarantes, permiten a los lectores momentos divertidísimos y reconfortantes.

Con Hijos de la fábula, Aramburu realiza un ejercicio narrativo cuya última finalidad, entiendo, es hacer aún más patente la horrible realidad de tantos años de terror y sufrimiento. Al potenciar en el relato las contradicciones, del todo cómicas, de Asier y Joseba, no hace más que incidir en el tremendo ejercicio de fanatismo y maldad que protagonizaron quienes provocaron tragedias irreparables.

Amig@s lector@s, disponeos pues, si así os place, a la lectura regocijante y terapéutica de una novela que este lector empedernido os recomienda de forma especial. III