Cada vez estoy más convencido de que la sociedad española que estamos construyendo entre todos se está polarizando de forma alarmante. Hay muchos intereses ideológicos y económicos, hay demasiadas “agendas” impuestas.
Los medios de comunicación se posicionan en un color u otro. En cualquier conflicto social (violencia de minorías, los “okupas”, la reiteración de detenciones con impunidad, la corrupción, …) la opinión pública se pregunta: ¿a quién interesa semejante clima de alteración, de crispación, llegando incluso a las acusaciones más infames?
Ante problemas concretos, soluciones concretas. Los políticos están más interesados en sus beneficios particulares y electorales que en la búsqueda del “Bien Común”, encontrando puentes de diálogo para solventar los problemas.
Lamentablemente, algunos periodistas se parecen más a fanáticos ideológicos que a informadores imparciales. Venden su producto utilizando sus medios. Pueden pensar que la gente es estúpida, fácilmente influenciable y carente de una actitud crítica ante tanto bombardeo ideológico.
Mi gran preocupación es la desaparición de la búsqueda y la defensa de la “verdad” como paradigma de información; estamos reduciendo esta verdad a mentiras parciales e interesadas. Se repite una y otra vez el discurso que excluye al que no piensa como él. Hay “casi que exterminarlo” y, por el contrario, el que está en la misma orientación ideológica debe ser enaltecido y convertido en una casta superinteligente y superdemocrática.
Hemos perdido la capacidad de escucharnos, de interesarnos por el diferente y aceptar la pluralidad. ¿Quién sale beneficiado cuando el ambiente de convivencia es irrespirable? ¿Qué hay detrás de estos pseudo periodistas que fomentan un ambiente belicoso, generando etiquetas de todo tipo? ¿Por qué los gobiernos no dedican mayores esfuerzos en controlar y ejecutar el cumplimiento de la ley?
En todo ello hay una cierta inconsciencia por las consecuencias que se pueden derivar; el poder y las ideologías mayoritarias se defienden atacando y acusando al que le crítica. En mi opinión, las democracias occidentales están en crisis, tanto en la escucha de sus ciudadanos como en la aplicación de unas leyes justas; grupos poderosos nos quieren sumisos y silenciosos. III
«¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo”, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.» (Mt 6,42)