Un hombre disfrazado con pelucas, bigotes falsos y gafas negras ha sembrado durante casi un año el miedo en Gavà, donde atacó a mujeres con violencia y armas en plena calle. La pesadilla llegó a su fin a prioncipios de semana en Castelldefels, cuando los Mossos d’Esquadra lo detuvieron tras una investigación que ha mantenido en vilo a los vecinos y ha obligado a desplegar un amplio operativo policial.
Durante meses, la tranquilidad de las calles de Gavà se vio quebrada por la sombra de un agresor sexual que actuaba disfrazado, escondiendo su rostro tras una grotesca máscara de bigotes postizos, gafas negras y pelucas mal ajustadas. La noche lo amparaba, y en ella emboscaba a sus víctimas con violencia y armas en mano. Pero el camuflaje del depredador tenía los días contados. El pasado nmartes día 2 de septiembre, los Mossos d’Esquadra pusieron fin a la cacería. El hombre, de aspecto anodino cuando no estaba caracterizado, fue detenido en Castelldefels tras una larga investigación que lo relaciona con dos brutales agresiones sexuales cometidas en Gavà entre octubre y enero. Su caída no fue fruto de la casualidad: detrás hay meses de trabajo de la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS) y de la Policía Científica, que tejieron un cerco implacable en torno al sospechoso.
El 1 de octubre del año pasado, una mujer fue abordada en plena calle. El agresor, que portaba un arma blanca, la amenazó y la hirió en brazos y manos cuando intentó defenderse. La descripción que ofreció la víctima resultó clave: aquel hombre lucía un bigote negro, gafas de pasta demasiado grandes y unas ojeras marcadas, todo ello probablemente falso. Un rostro que parecía una caricatura, diseñado para despistar.
Un segundo golpe más violento
Cuatro meses después, el 24 de enero de 2025, el mismo fantasma volvió a atacar. Esta vez, con más violencia y un arsenal aún más aterrador: un arma blanca y otra de fuego. Utilizó bridas y otros objetos para inmovilizar a la víctima antes de consumar la agresión. El retrato coincidía con el anterior: barba y bigote falsos, gafas exageradas, disfraz de monstruo urbano. La posibilidad de un agresor en serie ya no era una hipótesis, sino una certeza que activó todas las alarmas policiales.
La UCAS tomó las riendas de la investigación y levantó un perfil criminológico del atacante: un agresor sexual serial, calculador, capaz de repetir y perfeccionar su modus operandi. Desde entonces, Gavà se convirtió en un tablero de vigilancia permanente. Mossos y Policía Local peinaron calles, plazas y descampados, con la sospecha de que el agresor podía volver a actuar en cualquier momento.
Ciencia contra la máscara
La pista decisiva llegó gracias a un testigo que lo vio deambulando con gorra y gafas oscuras en actitud sospechosa. Aquella imagen encajaba con las descripciones de las víctimas. Era el primer hilo firme del que tirar.
La Policía Científica, por su parte, analizó minuciosamente cada indicio, cada objeto recogido tras los ataques. Los resultados de laboratorio fueron concluyentes: las pruebas apuntaban directamente al sospechoso. Bajo las capas de bigote y peluca, se escondía ya no un fantasma, sino un hombre de carne y hueso con nombre y apellidos.
El final de la pesadilla
El cerco se cerró en Castelldefels, donde el sospechoso fue arrestado acusado de dos agresiones sexuales con violencia e intimidación, además de delitos de lesiones, tenencia de armas y robo. El pasado jueves fue puesto a disposición del Juzgado de Instrucción número 8 de Gavà, que instruye el caso.
Durante todo el proceso, los Mossos d’Esquadra acompañaron a las víctimas, que no solo aportaron un testimonio valioso para la investigación, sino que también resistieron la dura carga emocional de enfrentarse a un agresor camuflado y violento. Desde el martes, Gavà respira con un poco más de calma. La máscara ha caído.