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La reforma de las pensiones y sobre aquellos que venían a pagarlas

miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
A finales de los años 90 comenzó un proceso de cabo demográfico en la sociedad española sin precedentes en la historia.
En pocos años un 14% de población extranjera se iba a asentar en el territorio español, la inexistencia de política en este campo ha asentado las bases para que en unos años observemos unas dramáticas consecuencias de las que aún no somos plenamente conscientes.

El masivo desembarco de millones de personas sin ningún tipo de control tenía dos lecturas, una demográfica y otra económica, venían a convertirse en la mano de obra barata de determinados sectores empresariales asociales y obsesionados en aumentar su cota de beneficio mediante la depreciación de la mano de obra. Como todo proceso de este tipo había una víctima clara: las clases medias y populares, que verían como los nuevos entraban en competencia salarial con ellos, a la vez que deterioraban el nivel de seguridad ciudadana y ponían en peligro las cuentas del estado del bienestar. De este modo los promotores de la operación de sustitución demográfica, es decir, los grandes empresarios, los políticos y la finanza internacional, tuvieron que lanzar una enorme e hipnótica campaña de propaganda para que las víctimas del proceso –convenientemente anestesiadas- aceptasen un proceso sin control que era nefasto para ellos y para sus (es decir nuestras) futuras generaciones.

Los ideólogos de la oligarquía dirigente fundamentaron esta campaña de hipnosis colectiva en un argumento tal falso como absurdo: “los inmigrantes vienen a pagarnos las pensiones”. Incluso llevando al súmmum cuando partidos que se consideran dentro de la “izquierda trasformadora” utilizan y utilizaban informes de entidades financieras como “La
Caixa” para avalar datos totalmente sesgados, falsos y con objetivo económicos que distan mucho de los intereses de las clases medias y trabajadoras.

Hoy, unos años más tarde, las pensiones no paran de recortarse y reducirse, por mucho que la ministre hable de un incremento mínimo del 0’25% anual, la falacia ha quedado manifiesta, pero los siniestros ideólogos del sistema han sacado un segundo argumento, una especie de vacuna para que su mentira no se extienda: la xenofobia. Si alguien osa decir que los inmigrantes han traído problemas al mercado laboral, han colapsado nuestro sistema sanitario, han provocado problemas e inseguridad permanentemente, y además señale que aquello que nos dijeron sobre las pensiones era una burla, entonces se le pone el sambenito de “racista” o “xenófobo”, se le estigmatiza y se le aparta del debate social, no vaya a ser “contagioso”.

Dice el prestigioso economista Niño Becerra que la Historia será muy dura al juzgar las políticas de inmigración españolas durante los años 90 y principios del 2000, por las graves consecuencias que han provocado. Aquí nadie va contra ninguna persona, solo se critica una absurda política. Ahora solo nos queda pedir cuentas a quien nos presentó como salvadores de nuestra economía y paga-pensiones de nuestros mayores a un ejército de explotados a mayor beneficio del capitalismo neoliberal y del proyecto ideológico de la finanza apátrida: la sociedad multicultural del caos, la pérdida de soberanía como país y la capacidad destructiva de nuestra identidad.||
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