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Los juegos de la comunicación

Por Eva Jiménez Gómez
jueves 11 de diciembre de 2014, 21:48h
Como en la saga cinematográfica Los juegos del hambre, a veces tengo la impresión de que vivimos en dos mundos paralelos: uno, el real, el que vivimos día a día; y otro, el virtual, el que otros nos venden a través de los medios de comunicación. ¿Es el fin de la acción responsable y de la interacción cara a cara?
No sé si han visto alguna de las películas de Los juegos del hambre. Muy resumidamente, nos cuentan la historia de un gobierno que se mantiene en el poder a base de organizar periódicamente un concurso en el que representantes de doce regiones compiten a muerte, mientras la gran mayoría lucha por llevarse algo a la boca. Entretenimiento, propaganda y miedo versus austeridad, necesidad y apatía. ¿Les suena?

El otro día caminaba por las calles de L’Hospitalet cuando me tropecé, literalmente, con un señor de 90 años. “Uy, perdón, que vamos como locos, ¿eh?”. “Sí, es lo que tienen las grandes ciudades”. De ahí, comenzamos a charlar y me contó que era viudo, que vivía solo y que sentía miedo. Han intentado robarle en alguna ocasión y sabe que, en cuanto se descuide, volverán a intentarlo. “No hay derecho a que los violadores y los ladrones estén en la calle; y la buena gente, padeciendo”, fue nuestra conclusión precipitada.

Días después me llegó la noticia de que siete alcaldes de L’Hospitalet y el Baix Llobregat han puesto en marcha “la primera aplicación móvil de seguridad interterritorial en Europa”. Y me encuentro con la foto de nuestros flamantes representantes haciendo un posado delante de un fotocol con la sonrisa de oreja a oreja. El alma se me cae a los pies e intento explicar lo que me pasa. Dudo mucho que el señor que me encontré sepa utilizar dicha aplicación, como otras muchas personas mayores. No es cierto, por tanto, que la aplicación sea útil para todo el mundo, como afirmó el alcalde de Cornellà, Antonio Balmón.

En realidad, no nos venden más medidas de seguridad, sino, como reconoció el primer edil de El Prat, Lluís Tejedor, “una mayor percepción de seguridad”. O sea, que en ocasiones –no digo siempre- resulta mucho más importante proyectar una imagen de seguridad que trabajar por la seguridad real.

Tampoco esta herramienta supone “más diálogo continuo entre administraciones” –y administrados, se supone-, como expuso la alcaldesa de Gavá, Raquel Sánchez, porque el diálogo consiste en algo más, mucho más, que enviar un mensaje a través de una pantalla de manera unidireccional. Y, abundando en esto, dudo mucho que esta aplicación dote de “contenido humano a las nuevas tecnologías”, como apuntó el alcalde de Sant Feliu, Jordi San José, porque lo verdaderamente humano requiere la presencia de otro ser humano de carne y hueso; y mirarse al rostro, como sugería Lévinas.

Todo esto me ha hecho pensar si no le estaremos dando demasiada importancia a la comunicación y, más concretamente, a las comunicaciones a través de las diversas pantallas, de manera que importen más las palabras y las imágenes que las acciones; y el contacto virtual, que la relación cara a cara.
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