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EDITORIAL

La marea amarilla de 'La Coope', a por el cuarto
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La marea amarilla de 'La Coope', a por el cuarto

viernes 06 de junio de 2025, 17:58h
El pequeño milagro del humilde equipo futbolístico de la La Coope es la prueba viviente de que el fútbol de base está en las antípodas del negocio y las astronómicas sumas de dinero que mueve el fútbol profesional.

La Coope ha escrito con su propio sudor y su pundonor que el balompié de su barrio es un proyecto de vida, un motor social y un laboratorio de valores que las grandes corporaciones no pueden comprar. Mientras clubes como el Barça o el Real Madrid despliegan presupuestos multimillonarios y fichajes estratosféricos, en la Ciutat Cooperativa de Sant Boi se ha forjado un modelo distinto de entender el balón: el de un club modesto que gracias al esfuerzo colectivo ha obtenido tres ascensos consecutivos sin renunciar nunca a su identidad ni al compromiso con los suyos. Como premio, la próxima temporada jugará en la Liga Élite, la máxima categoría catalana antes del salto a la Tercera Federación RFEF, la primera división de carácter nacional.

El 4 de mayo de 2025 quedará marcado para siempre en la memoria de este barrio obrero y populoso. En esta jornada, en el estadio municipal Joan Baptista Milà, La Coope derrotó al histórico club de la ciudad (el Santboià) en su propio feudo y, a la espera del final de la jornada vio, solo unos minutos después, cómo el triunfo del Canonja en Martorell les abría matemáticamente las puertas de la Liga Élite. En ese instante, el campo –teñido de amarillo pese ser el equipo visitante- estalló en abrazos, saltos y lágrimas de pura euforia. Kilian García, su capitán y autor del gol decisivo, resumía así la hazaña a nuestra reportera Laura: “Éramos un equipo desahuciado, conseguir tres ascensos consecutivos, esto es histórico”. “Es una gesta del fútbol modesto catalán”, precisa Fran Arroyo, director deportivo del club.

Esa senda de tres temporadas –desde el pozo más profundo hasta la máxima categoría autonómica– ha sido posible gracias a la fe ciega de jugadores que compaginan trabajo o estudios con los entrenamientos, a una dirección deportiva que apuesta por el talento local y una afición que se sabe parte imprescindible del proyecto. “El secreto está en creer, en ser una piña y no bajar nunca los brazos”, ha explicado a El Llobregat el entrenador, Javi Calvo. Mientras los grandes clubes inyectan millones en estrellas extranjeras, aquí el valor reside en forjar personas comprometidas, que saben que el éxito se mide en epopeyas como la del 4 de mayo, cuando todo un barrio vibra al unísono. Un valor con mucho más mérito.

El milagro amarillo no habría sido posible sin el empuje colectivo, esa afición que se ha convertido en el “jugador número 12”. Los grupos de animación (Coope Boys y Supporters 21) han llenado los graderíos de cánticos y pancartas hechas por ellos mismos y se han dejado la piel y la garganta en cada match. Padres, madres, hijos y abuelos comparten una misma ilusión cada fin de semana y en los bares del barrio ya no se habla de los grandes de la Champions: se desgranan las jugadas de La Coope, se repasan los goles y se sueña con la próxima victoria y, por qué no, con encadenar el cuarto ascenso consecutivo. Ese sentido de pertenencia, esa comunión mística entre vestuario y grada es un tesoro que ningún magnate puede adquirir por muchos petrodólares que tenga.

Frente a esta realidad, el Ayuntamiento de Sant Boi debe planearse qué puede hacer para ayudar más al club, que ha hecho méritos más que suficientes para ser estandarte de la ciudad. La edil de Deportes, Antonia Barragán, ha garantizado apoyo moral y económico, pero tal vez falta algo más concreto,un compromiso real con La Coope, con cifras y letras. Porque invertir en este puñado de héroes va más allá de una partida en un presupuesto, es una apuesta por la cohesión social, por ofrecer alternativas a los jóvenes y por seguir construyendo el orgullo de todo un barrio.

La humilde gesta del club de la Ciutat Cooperativa reivindica que el verdadero motor del deporte está en la pasión compartida y en el esfuerzo común. El salto a la Liga Élite supone un reto a todos los niveles: exigirá más presupuesto, mejores instalaciones —el Dani Jarque se queda pequeño— y un salto competitivo inédito para muchos. Pero también representa la oportunidad de mostrar al resto de Cataluña que otro fútbol es posible: uno arraigado al territorio, alimentado con ilusión y sostenido por la solidaridad de su gente. Si La Coope mantiene la fórmula —unidad, trabajo diario y respeto por sus raíces—, hará más ruido en los graderíos de lo que jamás habría podido imaginar.

Ante el empuje de la marea amarilla del barrio, que hace soñar con futuras victorias, no queda otra que felicitar a los campeones (refiriéndonos no solo a la plantilla sino a todo el equipo técnico, directivo y a la afición que está detrás) y desearles toda la suerte del mundo en esta etapa histórica que comienzan. Ojalá dentro de un año podamos volver a dedicarles una portada y un editorial en El Llobregat porque han conseguido un resultado glorioso codeándose con la Élite. Y, si es posible, con el cuarto ascenso. III

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