Son muchos los colectivos desheredados en nuestras sociedades modernas que luchan, en silencio y solos, por seguir adelante tras el impacto de la crisis.
Uno de ellos es el de los trabajadores mayores de 55 años o el de los empresarios de pequeños negocios familiares que, con la misma edad, de repente, se encuentran que tienen que bajar la persiana tras toda una vida laboral. Este es el caso de Pere Ferrés, entonces propietario de la mítica compañía de autocares Fersprat, de El Prat de Llobregat, que, en 2015, tuvo que cerrar el negocio fundado por su bisabuelo.
Quien le iba a decir que, de la mano de la siguiente generación de la familia, en concreto, de su hija Laura Ferrés, esta mala noticia les iba a llevar, ni más ni menos, que al Festival de Cine de Cannes y no solo eso; porque no volverían con las manos vacías. Mientras Pere cerraba el negocio, Laura, de 28 años, graduada por la Escuela Superior de Cine y Audiovisual de Cataluña (ESCAC) y especializada en dirección, desenfundó la cámara para rodar su segundo cortometraje: ‘Los Desheredados’. “Tenía que hacer algo; esto no tenía que morir así y me entraron las ganas de coger la cámara”, dice Laura Ferrés para El Llobregat.
Triunfo en Cannes
El corto, que ha sido la única representación española en Cannes, ha sido galardonado –por unanimidad- con el Premio Leica Cine de la Semana de la Crítica del festival francés. “No me lo esperaba de ninguna manera, porque este año, además, recibieron 1.700 cortos. Era muy difícil entrar en la selección y encima ganar”, explica. “Era mi primera vez en Cannes y la verdad es que les interesa el corto, que en muchos festivales están en la sombra del largometraje. Aquí no; lo ven como un campo de experimentación de grandes talentos”.
Pere, su padre, es el protagonista de la realidad y de la ficción, en la que Ferrés plasma –sin la necesidad de utilizar, prácticamente, la palabra- el mar de sentimientos que le pasaban a su padre por la mente: “Es verdad que se comienza a hablar al final del corto. Intenté que hubiera un trabajo de imagen y sonoro cuidado. Luego, me pareció interesante el fuera de campo. Excepto mi padre o mi abuela, los personajes secundarios no se les ve, dejando la cámara siempre muy cerca de mi padre. No es que la historia se articule como causa y consecuencia, sino que gira alrededor de cómo se sentía el personaje”.
Dignidad y esperanza
Como decía, sin palabras, Ferrés transmite en todo momento los sentimientos que cualquier ‘desheredado’ puede sentir al ver, como Pere, que la situación no tiene solución. Todo, además, con una ejecución que cuida y mima cada detalle, con una fotografía y unos exteriores espléndidos y un trabajo de sombras e iluminación que no pasa desapercibido y que tiene su sentido: “En el corto no hay nada porque sí.
Todo tiene una lógica. En este caso, quise que mi padre y el personaje que estaba construyendo, pese a la situación de inestabilidad económica, profesional y personal, mantuviera la dignidad. El corto tenía que desprender esperanza, aunque la historia acabara mal, con el cierre de la empresa”.
Esta esperanza y dignidad, que se cuela en forma de luz en la sombra, llega paradójicamente con el cierre de la compañía, que subsistía, en la última etapa, de los ingresos -y los insultos- que se derivaban del transporte de grupos de despedidas. Un cierre que ha significado, de manera inmediata, el impulso de Laura en su segundo cortometraje.
Autora de ‘A perro flaco (2014)’, su debut, estuvo presente en 60 festivales y obtuvo nueve reconocimientos. Con ‘Los Desheredados’, en su estreno, ya ha sido galardonado en ‘Cannes’, con lo que su recorrido se antoja más que interesante. III