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La enóloga Anna Estruch, transitando por sus viñedos de El Papiol donde cultiva cepas de garnacha blanca y de garró
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La enóloga Anna Estruch, transitando por sus viñedos de El Papiol donde cultiva cepas de garnacha blanca y de garró

Sed de viña

Por Lluis M Estruch
sábado 13 de mayo de 2023, 18:00h
En el Baix Llobregat la viña entró en regresión en la montaña por la filoxera sobre el 1890, no eran infrecuentes los llamados cultivos mosaico: secano, bosques y pastos.

Hoy se recomiendan para evitar incendios y mitigar la erosión. Los cultivos en terrazas con sus muretes de "piedra seca" eran habituales en nuestra comarca. Sin embargo el viñedo se replegó al norte del Baix Llobregat, más allá de Martorel.

La producción de vino a partir de esta zona, desapareció y la montaña aumentó sus áreas boscosas y matorrales. Los frutales aparecieron en las zonas más accesibles.

Sin viñas ya en Barcelona, en 2000 el alcalde Clos decidió con Can Calopa, recuperar en Collserola, el viñedo con 2,5 ha de plantación de cepas autóctonas, con la intención de ayudar a jóvenes disminuidos. Fue una decisión muy criticada, sin embargo la cooperativa sigue y embotella 15.000 botellas/año. El Ayto. de S. Boi lo intentó en la masía de "Can Palós", hoy casa de colonias, una plantación de 800 cepas (garnachas, samsó y cariñena) en 305 m2 aterrazados, para lograr el vino "Can Palós 1700" sin éxito. El espacio se mantiene como un recreo vecinal.

En Papiol,-Anna Estruch enóloga e ingeniera-, innova con plena dedicación y teniendo ya los difíciles derechos de plantación de vid; para sus 3 ha de la heredad familiar de "Cal Manyá", en sus terrenos ondulados y arcillosos, caben los 10.000 m2 de una selección de cepas variadas (garnacha blanca y garró) en hileras y emparradas. Olivos y perales, más una zona de bosque completan el dominio.

Anna, mientras nos muestra y explica las brechas de antiguas canteras del Papiol donde se obtenía la arcilla para los grandes Cerámicas y bóvilas de Barcelona, evoca que desde 1990 su abuelo materno inició unos fallidos intentos para replantar viña. Ella empezó su temprana formación enológica en la escuela Enología de S. Sadurní, y después siguió su periplo en Burdeos, donde estudió y trabajó; acabó su ingeniería en Castelldefels y fue sumando estancias de más de un año en Curicó (Chile) y en Adelaida (Australia).

Ambas son zonas vitivinícolas que la han convencido de que aunque el promedio de calidad sea muy alto, la clave para un buen vino estriba en el enólogo. Y en esto está, para demostrárselo. Tras una experiencia mala con una bodega leridana, en cuanto fue madre, encontró luego nuevos y valiosos empleos, y de los últimos en el Penedés, colaborando en la bodega de M. Botton; 139 fortuna de España. Anna tiene las certificaciones necesarias para hacer un vino ecológico que no será biodinámico. Pertenece a una generación que se ha abierto paso en las principales marcas bodegueras. Su ambición, tras su importante inversión hecha en su finca y en las instalaciones necesarias, es conseguir una producción de 25.000 litros/año. Tal vez su propósito es conseguir un vino de calidad, en línea con los llamados viñedos "boutique", que si bien no pueden competir con el vino de calidad media a bajo precio, sí pueden destacar entre los vinos de calidad, de pequeñas tiradas: los vinos de encargo con venta directa, sin distribuidores externos. Cree que su primera cosecha será en 2023 y llevará el nombre de un torrente local.

Procede de familias de gran solera en El Papiol, aunque su apellido es un antiguo injerto familiar gelidense. Ahora, amén de la sequía, le preocupan los ataques y destrozos de jabalíes, conejos y torcaces que le invaden sus cultivos. Con la hostil burocracia agraria y sin ayudas, confía en el IACSI y la CAC-Associació Pagesa Collserola para mantener la presencia agraria en los Altos de Collserola. Su objetivo es "enmosaicar" la Sierra de Collserola con cultivos idóneos. III

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