El Consorci per a la Reforma de la Granvia y el Samontà busca transformar social y urbanísticamente cinco barrios vulnerables de L'Hospitalet. El plan se desarrollará en tres fases hasta 2050, abordando problemas económicos, sociales y de vivienda, con un enfoque en la regeneración urbana y la cohesión comunitaria.
Consorci per a la Reforma de la Granvia i el Samontà a L’Hospitalet. Este es el nombre de la herramienta 2.0 con la que se va a cimentar la reconversión social y urbanística del Samontà y que acaba de cobrar forma en el último plenario municipal. ¿Y qué es el Samontà? Es el conglomerado de los cinco barrios “más vulnerables” de la segunda ciudad de Cataluña y que se sitúan al norte de las vías de la línea de Vilafranca (R4): Pubilla Cases, La Florida, Collblanc, La Torrassa y Les Planes, como explica Néstor Cabañas, técnico de proyectos estratégicos de L’Hospitalet. Juntas, las cinco barriadas ocupan poco más de dos kilómetros cuadrados pero dan cobijo a prácticamente la mitad de la población local (concretamente 140.000 habitantes), lo que convierta el área en una de las más densamente pobladas del mundo.
La inclusión de la coletilla “Samontà” en el nombre del ya preexistente Consorci de la Granvia (ejecutor del soterramiento del vial y del futuro Biopol) no es baladí. Evidencia que la Generalitat de Cataluña, que preside el ente, (el alcalde de L’Hospitalet, David Quirós, es el vicepresidente) se va a implicar a fondo en el proyecto. Un compromiso institucional que es sinónimo de inversión económica, sin duda alguna, el capítulo más perentorio para que la ambiciosa iniciativa tenga éxito.
"Hay un problema"
El acuerdo entre ambas administraciones es también el reconocimiento expreso de que “hay un problema” que se debe atajar con urgencia, alerta Cabañas. Pero como las prisas son malas consejeras, pese a la apremiante necesidad de actuación, el plan, del que ya se ha confeccionado un “primer boceto”, se va a calendarizar en tres fases. Una primera, a corto plazo (hasta 2027) con inversiones ya presupuestadas o en trámite: reforma del Mercat de Collblanc, el Centro de Transformación Digital Florida 6.0, la reforma de la avenida Cataluña (Les Planes) y del entorno de la plaza Virgen del Pilar y el metro de Pubilla Cases, como más destacadas. Tras ella, una segunda a medio plazo (horizonte 2030) en la que empezarían a verse los primeros resultados y una a más largo plazo (2030-50) en la que se desarrollaría el grueso de la intervención, de la mano del aterrizaje junto a la Diagonal del futuro Hospital Clínic (previsto para 2035) y de la entrada en servicio del intercambiador de La Torrassa (sin fecha). Aunque el calendario todavía debe precisarlo, lo más acuciante es actuar en los Blocs Florida (Les Planes), La Torrassa y el sector de La Florida más próximo al Torrent Gornal. Collblanc resiste algo mejor. “Se está dibujando el mapa de actuaciones”, avanza el técnico.
El Samontà ocupa el 16% del término municipal de L’Hospitalet, excluidos el extenso Parc de Les Planes y el sector de Can Rigal, aún por urbanizar. La zona es “la segunda más vulnerable de Cataluña después del Besòs”, reconoce Cabañas, aunque Can Vidalet (Esplugues) y Sant Ildefons (Cornellà) comparten parámetros con los cinco barrios hospitalenses. Es un paisaje con más de un 50% de población foránea (con empleos precarios y sueldos míseros), de pisos compartidos, de edificios desvencijados y “de mucho trasvase de población” entre municipios, indica Cabañas, lo que aún dificulta más la intervención de la administración. Porque las carencias del Samontà no solo son urbanísticas, también son económicas y sociales, razón por la que la intervención del Consorci en el Samontà será integral y abarcará los tres ámbitos.
El eje Diagonal-Granvía
Seguramente, la parte más vistosa (o más mediática) de la actuación sea la urbanística, porque es la más visible a ojos de la ciudadanía y porque juega el rol principal: tiene que actuar como un revulsivo “que cambie las dinámicas” actuales, explica Néstor Cabañas, y que mejore los barrios también socio-económicamente. La clave de bóveda de la intervención física es la apertura de un gran eje norte-sur que conecte la Diagonal (y el futuro Hospital Clínic) con la Granvia, pasando por el futuro intercambiador de La Torrassa.

La segunda palanca es un plan de choque de regeneración urbana para esponjar los barrios, para recuperar lugares libres de ladrillo y crear zonas verdes –demoliendo edificios cuando sea necesario– y a la vez mejorando el parque de viviendas. “Hay que generar espacios públicos de convivencia atractivos, para que interactúe la gente, porque falta cohesión social” y así es como prende la mecha, admite el técnico de proyectos estratégicos de L’Hospitalet.
Como Gracia pero sin plazas"
El asunto de la vivienda es sangrante. El 90% de los pisos del Samontà se construyeron durante el franquismo, con todas las carencias que ello conlleva, y soportan mal el paso del tiempo. Muchos están seriamente dañados o deteriorados y son carne de derribo. Recientemente, el Ayuntamiento ha puesto en marcha inspecciones para etiquetar a los edificios entre recuperables y no recuperables. La prioridad municipal no es la demolición sino la rehabilitación “asistida”, colaborando económicamente con las comunidades de vecinos, aún con el lastre de que en los bloques en peor estado ni siquiera existen juntas vecinales. “Donde no se pueda intervenir, no quedará más remedio que derruir, pero se calcula que hay del orden de 4.000 viviendas rehabilitables”, confirma Cabañas. Un modelo a seguir para la reconstrucción del Samontà es “el del barrio barcelonés de Gràcia”, que tiene encanto pese a ser antiguo, apunta Néstor Cabañas. Aunque sin la posibilidad de replicar sus carismáticas plazas (véase la del Sol o la de Rius i Taulet).
La urgencia ante la falta de vivienda social, porque no hay suelo, requiere soluciones imaginativas. Una alternativa, que el consistorio se plantea es comprar edificios enteros –ejerciendo siempre que se pueda el derecho de tanteo y retracto– para dedicarlos “a la creación de una bolsa de vivienda social”, avanza el técnico de proyectos estratégicos local. Y si no queda otra, derruirlos para ganar espacios libres que regeneren los barrios. Pero siempre con la premisa de que los vecinos afectados deben ser realojados, un operativo que precisa de la intervención del Consorci debido a su magnitud y su complejidad.
Oportunidades del mercado
Otra línea con la que trabaja el Ayuntamiento de L’Hospitalet para aumentar el parque de vivienda pública del Samontà es estar atento al mercado inmobiliario y a las oportunidades que surjan. La población –digamos que autóctona– de los barrios del norte envejece a marchas forzadas y los hijos de estos vecinos no quieren quedarse a vivir en los pisos de sus padres cuando éstos fallecen. Optan por venderlos, muchas veces al precio que sea, para sacárselos de encima. En realidad, al consistorio le gustaría que los herederos se quedaran a vivir en el barrio, pero en vistas de que la realidad es muy distinta, se estudia la posibilidad de que sea el propio municipio el que adquiera este tipo de pisos, para actualizarlos y darles una nueva vida en la bolsa de vivienda de alquiler social, por ejemplo.
La priorización de la rehabilitación de los pisos va a ir pareja de la persecución y erradicación de los “usos anómalos de la vivienda, como el uso irregular de bajos comerciales o la sobreocupación de las infra-viviendas” (conocidos vulgarmente como pisos patera), plantea el técnico de proyectos estratégicos de L’Hospitalet. Eso no significa que se prohíba completamente el uso residencial de las plantas bajas (todo un aliviadero ante la falta de suelo) sino que se desarrollarán “planes específicos para legalizar todas las que cumplan unos requisitos mínimos, como que dispongan de un patio, que garantice la ventilación natural del piso”, precisa Cabañas.
Espacios para las personas
Más allá de los matices más inmobiliarios, la intervención sobre el terreno implicará también una visión más “inclusiva” del urbanismo, que implicará “replantearse los actuales espacios públicos con el reto de hacerlos más seguros, mejor iluminados y, sobre todo, pensados para las personas” no para el tráfico rodado, matiza Cabañas. En paralelo, la actuación en el Samontà se impregnará del omnipresente blindaje contra al cambio climático, que se traduce en la apertura de “más islas verdes” (entre los edificios), que funcionen “como refugios climáticos”, y aumentando el volumen de arbolado de los parques ya existentes, avanza el técnico municipal.
En la recámara aguardan la ampliación del Parc de La Torrassa y el futuro parque de Can Rigal. “En los barrios de Collblanc y La Torrassa, por ejemplo, durante los meses de estío, la temperatura se dispara por el efecto de los suelos grises (el asfalto y los edificios desprenden calor), lo que se traduce en bochorno, de día y de noche. Así que se debe compensar ese incremento térmico con zonas verdes”, defiende Néstor Cabañas.
Integración y atención comunitaria
El segundo capítulo del plan para el Samontà es su vertiente social –vertebrada sobre la integración y la atención comunitaria– y que precisa la implicación de varios departamentos municipales: refuerzo del servicio de acogida a los recién llegados (el 30% de los vecinos lleva menos de cinco años residiendo en el municipio), impulso a la educación y a la asistencia a la infancia y la adolescencia (también en el tiempo de ocio, porque muchos padres trabajan fuera), planes específicos para las personas mayores (que en el Samontà representan un porcentaje de población mayor que en el resto de L’Hospitalet) y actuaciones en favor de la convivencia y la seguridad, el talón de Aquiles de los cinco barrios.
Este último punto es especialmente trascendente ya que, si persiste “una alta sensación de inseguridad, la gente se va”, advierte Néstor Cabañas. Se trata de un asunto tan delicado como crucial porque si no se actúa y se invierten las actuales dinámicas “se corre el riesgo de que se enquiste una percepción negativa sobre el Samontà” y, desde fuera, éste se acabe viendo únicamente como una zona restringida “para personas vulnerables”, resalta el técnico de proyectos estratégicos de L’Hospitalet. “Queremos y necesitamos barrios mixtos o habrá más inseguridad”, advierte. Lograrlo es imprescindible porque el riesgo de que, con los años, el Samontà acabe convertido en un gueto pende como una espada de Damocles.
Dinamizar el comercio local
El último engranaje por engrasar del naciente plan de recuperación del Samontà es el eje económico. Urge dinamizar el comercio local que se ha reducido a supermercados de conveniencia, barbershops, bares, persianas bajadas y poco más. La propuesta es revitalizar antiguos ejes comerciales de éxito (como fue en su día la calle Progreso) o abrir nuevos paseos que sean “atractivos” primero para pasear y, de forma consecutiva, para comprar. Es la única forma de que “los locales vacíos no acaben convertidos en viviendas”, que no siempre son habitables, subraya Cabañas. También se necesita “un plan de mercados” para que, entre otros asuntos, se decida el futuro del mercado del Torrent Gornal. También se tienen grandes expectativas sobre el efecto positivo que irrigue -sobre todo en Collblanc- el reestreno del limítrofe Spotify Camp Nou del Barça.
Vistas sus dimensiones, objetivos y necesidades pecuniarias (todavía sin precisar) podría deducirse que la recuperación de Samontà es una misión imposible. Pero no. L’Hospitalet se guarda un as de la manga. Tiene experiencia. De entrada, porque ya ha acometido –con resultados extraordinarios– proyectos urbanísticos de similar envergadura, como la plaza Europa o el soterramiento de la Granvia. A lo que hay que añadir que la vertiente social que requiere el plan no deja de ser una amplificación del mismo proceso que consiguió adaptar los servicios de los barrios a las nuevas necesidades surgidas tras el boom de la inmigración del año 2.000 y sucesivos. III
 Una nueva centralidad a media hora a pie
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La columna vertebral de la intervención urbanística prevista en el Plan del Samontà es la articulación de un gran eje viario que conecte longitudinalmente la avenida Diagonal de Barcelona (que funcionaría como una nueva entrada desde el futuro Hospital Clínic) con dos puntos de la Granvia: la plaza Europa y el futuro parque biotecnológico del Biopol, con el epicentro en el futuro intercambiador de La Torrassa. Esta intervención incorpora la permeabilidad de un eje transversal que conecte la avenida Josep Tarradellas (Sant Josep) con la calle Cultura (Santa Eulàlia) que abriría un estratégico ramal de enlace con la calle Amadeu Torner y la plaza Europa.
La guinda del pastel la pondrán las sinergias que se prevé que genere el intercambiador de La Torrassa, que aunará una estación de Renfe de alta capacidad y una parada de metro donde confluyen las líneas L1, L9 y L10. El intercambiador funcionará como un motor económico y comercial, alimentado por la apertura de los ejes Diagonal Granvía y Tarradellas-Amadeu Torner. Esta interconexión entre los diferentes barrios de la ciudad facilitará que el 70% del territorio de L’Hospitalet se sitúe a menos de media hora a pie del corazón del Samontà. III
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