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El MI Julio Antonio Hernando Rodrigo, jugador del Ateneu Colón, en una foto de archivo de la Federació Catalana d’Escacs.
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El MI Julio Antonio Hernando Rodrigo, jugador del Ateneu Colón, en una foto de archivo de la Federació Catalana d’Escacs.

Hasta siempre, Julio Hernando

Por Jorge I. Aguadero Casado
lunes 19 de mayo de 2025, 13:00h

La noticia del fallecimiento del MI Julio Hernando, a los 45 años, nos ha dejado a todos con el ánimo encogido. Sirva esta semblanza para recordar a un jugador creativo, quien dejó muestras de su talento en El Llobregat Open Chess Tournament. “Que Caissa te acoja en su seno, compañero ajedrecista”.

Quién iba a decírmelo… llevo toda una vida queriendo ser escritor y ahora no quiero hacerlo, porque Julito ha muerto y tener que decir esto es como decir que se ha muerto la primavera, que ya no hay música o que las gentes dejan de soñar.

Recuerdo con emoción el día que le conocí. Julito tendría, más o menos, doce años. Acababa de ganarle una partida semirápida en la Copa Catalana al gran maestro David García Ilundain, quien se tomó con mucho humor que un niño le ganase al ajedrez. Ahora, si me permiten la broma, ambos estarán picándose a rápidas, ya sin los rigores de la condición terrenal.

Me decía estos días el maestro Xavier Piñero, su entrenador en el Ateneu Colon, que Julito podría haber llegado a gran maestro. A mi entender, no le falta razón. Era un talento natural, con una maravillosa visión dinámica del ajedrez. Entonces, ¿qué le faltó para conseguirlo?

La salud. Ese fue su talón de Aquiles, desde que nació. De hecho, hubo varias ocasiones en las que parecía que no remontaría. Pero nada más lejos de la realidad: fue un valiente, aferrándose a la vida sin importar la dureza del camino. Y vaya si este fue duro… Hace unos meses, en la pasada edición del Llobregat Open Chess Tournament, se le vio muy demacrado. Pero Julito disfrutaba tanto jugando al ajedrez… Todos sabíamos de la fragilidad de su salud, mas era luchador como pocos.

Aquí, la esencia de Julio Hernando: afabilidad, dureza y humor. “Afabilidad”, porque Julito era muy agradable, siendo muy querido en el mundillo del ajedrez; “dureza”, porque tenía todos los argumentos para lamentarse pero nunca se le oyó quejarse, porque, ya fuese trasplantado, estuviese en diálisis o sufriese un infarto, esparcía alegría a su alrededor, porque mantuvo hasta el final la sonrisa amplia que le caracterizaba; “humor”, porque sus chistes verdes sonaron incluso en su funeral (que nos perdone el sacerdote), pues era la alegría de la huerta y en cada comentario hacía un chascarrillo.

Por esto, me permito aconsejar a su familia, a sus amigos y a sus compañeros de club que, habiendo sido llorado estos días, no derramen ni una lágrima más por él. Saben cómo era y, si les viese tristes, sería el primero en hacer una humorada para destensar el ambiente. Honremos su memoria viviendo la vida como lo hizo Julito: dedicando nuestro esfuerzo a hacer las cosas que nos gustan, rodeándonos de amigos, viendo mundo, sonriendo al nuevo día y conociendo el amor.

Pueden deleitarse con la siguiente partida, correspondiente al desenlace de la Lliga Catalana. Esta joya es muy característica del estilo del MI Julio Hernando, quien toma riesgos sin miedo para conseguir el punto que le valió salvar la categoría al Ateneu Colon.

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