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Fumata blanca: La elección del primer Papa estadounidense genera un circo mediático sin precedentes
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Fumata blanca: La elección del primer Papa estadounidense genera un circo mediático sin precedentes

domingo 08 de junio de 2025, 18:00h
El humo blanco que se escurrió de la capilla ,Capi,lla Sixtina vaticana el pasado 8 de mayo anunció al mundo la elección de un nuevo Papa: el cardenal estadounidense con arraigo en Perú Robert Francis Prevost, quien asciende al trono de Pedro con el nombre de León XIV, el Sumo Pontífice número 267 de la Iglesia Católica.

Prevost, nacido en Chicago en 1955, es el primer Papa estadounidense y tiene la doble nacionalidad peruana, fruto de su extensa labor misionera como obispo de Chiclayo, una diócesis situada al norte del país. Justo antes de su elección, ejercía como prefecto del Dicasterio para los Obispos después de haber sido nombrado cardenal por el fallecido Papa Francisco I en 2023. Tanto el entronización de Prevost como la muerte de Francisco y toda la parafernalia del cónclave y la fumata blanca han estado inmersos en un enorme circo mediático, nunca visto antes, que ha sido cubierto con el mayor despliegue técnico y de recursos en todos los telediarios de este país y del resto. La designación ha alcanzado así cotas de trascendencia colosales, pese a su condición mundana.

León XIV toma el mando de la Iglesia y sus 1.378 millones de fieles en todo el mundo en un momento crucial en el que Occidente pierde la fe en Cristo, en paralelo a la decadencia europea, mientras sigue un proceso de efervescencia en el Tercer Mundo. La elección del nombre del nuevo Papa no es casual y se relaciona con la crisis de una Iglesia profundamente dividida pues rinde homenaje a León XIII, el pontífice que impulso la doctrina social de la Iglesia a finales del siglo XIX, en un momento de profundas transformaciones sociales.

La comunidad internacional ha recibido a León XIV con expectativas (y mucha televisión), esperando que el Papa sea capaz de traer al mundo diálogo, paz y cooperación global. El sumo pontífice se enfrenta a un difícil reto: reconciliar las tensiones internas, responder a las exigencias éticas de un nuevo siglos. Se espera que en buena medida León XIV sea, en buena medida, un continuador de la labor pastoral de Francisco I (un pontífice que caía bien a la izquierda y al progresismo woke, pese a ser éstos -paradójicamente- profundamente ateos), Pero con su propio estilo y prioridades. Nunca será una copia de su predecesor, guste o no. ¿Será un Papa conservador o reformista? ¿Abrirá la Iglesia al sacerdocio femenino en un tiempo de escasez de vocaciones? ¿Traerá trasparencia al Vaticano? ¿Avivará el catolicismo en Europa? ¿Había para tanto con el despliegues mediático? El debate está servido. III

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