Uno de cada tres menores españoles no descansa lo suficiente, según el último informe FAROS del Hospital Sant Joan de Déu. El déficit de sueño afecta al crecimiento, debilita el sistema inmunitario y merma el aprendizaje, con especial impacto en la adolescencia.
El estudio —presentado este 10 de junio en Barcelona— revela que entre el 20 % y el 40 % de los niños sufren insomnio o despertares nocturnos, el 17 % acude somnoliento a clase y un 4 % llega a dormirse en el aula. La falta de sueño altera la secreción de la hormona del crecimiento, reduce la tolerancia a la glucosa y desequilibra las hormonas que regulan el apetito, favoreciendo la obesidad. También debilita el sistema inmunitario y eleva los niveles matutinos de cortisol, lo que incrementa la impulsividad y el riesgo de trastornos emocionales futuros. Entre los adolescentes, la situación es aún más preocupante: el 52 % duerme menos de ocho horas y el 84 % tiene problemas para despertarse, un “jet lag social” que desemboca en peores calificaciones en uno de cada cuatro casos.
Recomendaciones y trastornos más comunes
El informe subraya que buenos hábitos de sueño —horarios regulares, menos pantallas antes de acostarse, cena ligera y ejercicio al aire libre— mejoran tanto la salud como el rendimiento académico. Además, recuerda que el descanso de los padres influye directamente en el de sus hijos, incluso durante el embarazo. Entre los trastornos más frecuentes figuran el insomnio (30 % de los menores de cinco años), las parasomnias (sonambulismo, terrores nocturnos) y los trastornos respiratorios ligados al sueño. La terapia cognitivo-conductual es el tratamiento de elección para el insomnio infantil —beneficia al 70-80 % de los pacientes—, mientras que la melatonina solo cuenta con aval europeo para menores con trastorno del espectro autista.