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Descubre cómo la música puede combatir la soledad en los mayores. Alejandro Luaces revela su secreto
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Descubre cómo la música puede combatir la soledad en los mayores. Alejandro Luaces revela su secreto

Por Àlex Aragonés
viernes 04 de julio de 2025, 18:00h
Alejandro Luaces ha exhibido en FiraGran de L’Hospitalet una propuesta que utiliza la música en directo como herramienta de salud positiva. El espectáculo ‘Hier encore’ lucha contra la soledad emergente y repara el malestar que genera sobre todo entre los más mayores.

La voz y la guitarra de Alejandro Luaces se han convertido en una herramienta de unión y lucha contra la soledad no deseada. Una problemática que él afronta desde la música, visitando domicilios o instituciones residenciales y sanitarias que le permiten demostrar el poder transformador de un arte que trasciende de la edad y sirve como herramienta de salud y de reparación emocional entre los más mayores. “La soledad acaba donde empieza tu nombre”, reconoce el dinamizador asturiano, quien ha presentado en el salón FiraGran 2025 de L’Hospitalet su último montaje: Hier encore (Ayer mismo), que utiliza melodías populares para luchar contra una soledad emergente y el malestar que genera.

“Consiste en buscar, a través de la música en vivo, un instrumento de comunicación y cohesión social. Siempre desde los saberes de las propias personas mayores con las que trabajamos, codo con codo, en centros y consejos de salud, instituciones, gobiernos municipales, autonómicos, asociaciones, fundaciones, bibliotecas, centros cívicos y culturales”, admite Alejandro, que ha llevado su arte por todos los rincones del mundo para mantener vivos los vínculos entre las personas mayores a través de un repertorio que va más allá de las diferentes culturas: “Hay algo más que composiciones y ritmos. Hay memoria, dignidad, escucha, consuelo y resistencia”. Para ello, Alejandro acude a los hogares de personas con problemas de movilidad, de accesibilidad, o con dificultades para mantener su red social. “Así nos lo piden sus familiares. Ponemos especial hincapié en la escucha al otro, en el diálogo igualitario, en la relación interpersonal, yendo más allá del hecho sonoro”, destaca el artista sobre un proyecto con un fuerte impacto en La Rioja, Aragón, Asturias, Galicia, País Vasco, Cantabria, Castilla y León o Navarra, entre otros puntos de España.

Desde FiraGran, el ágora de las personas mayores que ha convertido un año más La Farga de L’Hospitalet en un espacio de debate y reflexión con talleres, conferencias y charlas, los visitantes han visto en primera persona el arte de Alejandro. “Venir a cantar aquí siempre es un regalo para los sentidos. He actuado en otros muchos lugares del entorno y la acogida es siempre muy positiva. Cantar en FiraGran con las personas que han levantado Cataluña con su esfuerzo, con sacrificio y amor a su familias y a la tierra que los ha acogido o que los vio nacer, es un placer. También con aquellos que consiguieron mantener su cultura musical o con los que crearon otra”, afirma sobre un momento único en el que ha tenido presente la copla y la rumba catalana: “Es una obligación casi moral. En ellas se resumían las vidas de millones de personas en estas comarcas, sirviendo sus letras para liberar penas, angustias y felicidad”, afirma.

Cantas con nosotros, no para nosotros

El planteamiento más demandado en el proyecto del músico asturiano es el de cercanía, con una interpretación acústica abierta a la participación. “La clave de nuestra intervención musical está en hacerlo desde la autenticidad, la naturalidad y el respeto a su cultura musical y relacional: sin imposturas ni estrategias metodológicas previas, sin objetivos estéticos”. Todo ello con los sentimientos a flor de piel: “Hay mucha ternura, lágrimas, confidencias, abrazos, besos, palabras bonitas, manos apretando el antebrazo con emoción, miradas cómplices, cafés y cervezas compartidas, noches en casas de personas a las que he conocido trabajando”.
El músico no olvida la conversación que tuvo con Matilde, una mujer del Penedès con una cultura musical amplia, abonada durante cuarenta años a la temporada sinfónica y de ópera del Teatre del Liceu de Barcelona.

“Lo importante de lo que haces es que cantas con nosotros y no para nosotros. Vienes a compartir. Cito este ejemplo porque es ahora cuando están surgiendo muchos proyectos que aparecen y desaparecen de las vidas de las personas mayores y que no tienen en cuenta su historia de vida”, añade el cantante, que a través de su voz y su destreza con la guitarra evoca a la remota juventud y a unas emociones, en algunos casos olvidadas, de los mayores que le escuchan.

Entre el repertorio, Alejandro trabaja con varios centenares de temas de todos los estilos y va incorporando los que surgen de cada grupo o domicilio donde actúa. Desde el rock, cantautores, a la copla, el bolero, el tango, la música latinoamericana y la zarzuela, la lírica o la música coral. “Todo depende de las necesidades de diálogo, de los objetivos y del contexto cultural. La clave es utilizar la música de su historia de vida, desde la autenticidad. Ahondar en nuestra psique musical, construyendo desde ahí lazos que nos permitan ser y estar mejor con nosotros mismos y, como consecuencia, con los demás”, expone el cantante.


Este uso de la música permite poner en valor su “enorme” potencial en el campo de la intervención social en un mundo que “ignora la radical importancia de los cuidados emocionales relacionales, económicos, cultural y de salud”, que “condena al fracaso” y “crea márgenes amplios”, denuncia Luaces. Por eso, Alejandro advierte de que la soledad “no se puede solucionar únicamente con acompañamiento” debido a su dimensión personal, comunitaria, y también política. Hay que ir más allá. “Nosotros cantamos únicamente porque tenemos las canciones, pero no podemos abordar todas sus dimensiones. La soledad emergente es estructural, sobrevenida por el modelo de sociedad que estamos construyendo, no ha aparecido de la nada. Los músicos populares debemos ser actores del abordaje de un protocolo doméstico y comunitario de detección de situaciones de vulnerabilidad. La música en sí misma, no tiene capacidad de cambiar nada”, defiende el artista asturiano.

Una herramienta de transformación

Pese a todo, la música es uno de los unificadores sociales “más potentes y fiables”, de ahí las bondades de “utilizarla regularmente” como herramienta de transformación en los espacios de relación con las personas mayores, para romper también “intencionalmente” esa cotidianidad. Por ello, romantizar la soledad y la vejez, como una etapa de plenitud, supone una visión “sesgada y ausente de responsabilidad y empatía” hacia muchas personas en sus últimos años de vida. “Ni la vejez es una etapa en la que solo hay patología ni es el momento en el que llegan de repente todos los beneficios sociales y de salud”, señala el artista astuariano .
“La historia de vida es radicalmente importante en esta etapa”, como defiende Mónica Ramos, geroantropóloga, y especialista en envejecimiento femenino. El cinturón industrial y obrero de la Barcelona metropolitana es el sitio ideal para adentrarse en esta afirmación y explicarla. La presencia en FiraGran de Joan Manuel Serrat y Rosa María Calaf, puede tomarse como un punto de partida claro. “No es lo mismo la vejez de estas dos personas que la de una viuda de L’Hospitalet con una pensión mínima, manteniéndose por debajo del umbral de la pobreza”, denuncia Luaces.

Con el proyecto Hier encore, Alejandro abraza la melancolía “solo” para construir el futuro: “Ayer mismo, las personas mayores ocupaban un lugar productivo e importante en la vida comunitaria. Fueron ellas quienes construyeron la sociedad que tenemos ahora. Ayer mismo eran personas jóvenes, productivas y necesarias, con intereses, gustos y criterio propio. Hoy parece que ya no los tienen. La sociedad usurpa su voluntad y ningunea su historia de vida. Sobre todo la de algunas. No podemos vivir de los recuerdos para construir un planteamiento de solución melancólica-depresiva, sino para seguir adelante desde lo que somos y lo que seremos”. Un trabajo donde la música ayuda a reconstruir una añoranza y rescata “el niño” que Alejandro lleva en su interior: “Las personas mayores ya tienen caja negra suficiente para saber qué quieren hacer con sus vidas. Solo debemos escucharles y posibilitar una estructura política democrática que a día de hoy no existe en la práctica para los más mayores”. III

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